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La hostelería, «al borde del precipicio»

La hostelería, «al borde del precipicio»

El sector trata de encajar la nueva batería de restricciones: muchos de los que tienen terrazas no permitirán fumar para no ver reducido el aforo a la mitad. La peor parte se la llevan los bares especiales, discotecas y salas de fiestas para quienes el cierre obligado puede ser la puntilla

Rafa Torre Poo

Santander

Martes, 18 de agosto 2020, 07:06

Violeta Montes | Lechazo Aranda

«No podemos permitirnos dejar fumar en la terraza»

En el restaurante Asador Lechazo Aranda lo tuvieron claro nada más conocer la decisión consensuada entre el Gobierno regional y el Ministerio de Sanidad. «Nuestra terraza ya es libre de humos, hemos retirado todos los ceniceros y hemos puesto carteles informativos», comenta su propietaria, Violeta Montes. «En estos momentos, no podemos permitirnos trabajar con este espacio al 50%. Tenemos diez mesas y no sería sostenible sólo con cinco», añade. A eso les obligaría la nueva normativa, en caso de que hubieran apostado por permitir a sus clientes echar un pitillo.

Violeta Montes

«Esperamos que lo entiendan. Lo peor de todo es que al final nos dejan a nosotros la responsabilidad de hacer de policías, cuando no es nuestra labor», apostilla. Además, otra de las nuevas normas que deberán cumplir es el horario de cierre. Desde el domingo es a la una de la madrugada, pero desde las doce no puede ser atendido ningún cliente nuevo. «No solíamos tener a nadie a esas horas. Nuestro horario de cenas terminaba antes, ya que empezaba sobre las nueve o nueve y media, pero cuando ha hecho bueno si es cierto que solían quedarse tomando una copa y ahora eso no podrá ser», concluye.

Jacinto Zataraín | Malaspina y Grog

«Ligar el cierre a un tipo de licencia es muy injusto»

Por más vueltas que le da, no termina de entenderlo. «Ligar el cierre a un tipo de licencia es completamente injusto», argumenta Jacinto Zataraín, gerente de los bares de copas Malaspina y Grog. «Hay café-bares cuya única actividad es la de, como nosotros y las discotecas, servir cócteles, copas, refrescos y cervezas. Lo único que nos diferencia son las medidas de insonorización y aislamiento que nos exigen y los horarios de cierre. No tiene sentido que ellos ahora puedan trabajar hasta la una de la madrugada y nosotros no», añade.

Jacinto Zarataín

«Es difícil de entender. ¿Por qué no puedo abrir el Grog por la tarde respetando el aforo, la distancia social y tomando las medidas de higiene y desinfección que ya veníamos rigurosamente aplicando?», se pregunta. «Además –continúa– no sabemos hasta cuando vamos a estar así, ni tampoco hay articulada ningún tipo de ayuda». «Los bares especiales están ubicados en locales que, al tener una licencia difícil de conseguir, se les aplican unos alquileres muy altos», relata. «La situación se antoja complicada. Hemos creado una asociación de ocio nocturno y pensamos dar batalla porque consideramos que todo es muy injusto», finaliza.

Emérito Astuy | Astuy

«Nos recortan por todos lados y las cuentas no salen»

Como la mayoría de negocios de hostelería que cuentan con terraza, la del Hotel-Restaurante Astuy servía para paliar en parte el menor número de mesas en el interior debido a la distancia de seguridad. «Lo del fumar sí que afectará, y mucho. En nuestra terraza no estará permitido porque es imposible que todo cuadre si la dejamos con la mitad de aforo», explica Emérito Astuy. «La falta de capacidad dentro, sólo disponemos de un 65% con la separación, lo compensábamos con el espacio exterior», apostilla. «Es una pena. A la hostelería siempre le recortan por todos los lados y las cuentas no salen», añade.

Emérito Astuy

Otra de sus quejas es que la labor de vigilancia recaiga en ellos. «No somos policías y tenemos que ser nosotros los que miremos que el cliente cumpla con sus obligaciones. Ya hemos tenido casos de gente que se sienta antes de que desinfectemos las sillas y las mesas. Afortunadamente, por lo general, cumplen pero hay un porcentaje de insolidarios. Lo que nos ha traído esta pandemia ha sido mucho egoísmo. Pocos se ponen en la piel de los camareros y valoran el trabajo extra que ahora tienen para poder atender y cumplir con la normativa por el bien de la salud de todos», afirma.

Carlos Muñoz | Dalí

«La medida de los cierres es totalmente absurda»

Nadie ha presentado un informe sanitario que demuestre que en Cantabria seamos un peligro público», afirma Carlos Muñoz, uno de los socios propietarios del pub Dalí de Santander. Así que considera la medida del cierre de locales, que le afecta directamente, como «totalmente absurda y desproporcionada». Además, considera «el unos 'sí' y otros 'no' como un agravio comparativo en función de las licencias». «Tengo a lado restaurantes que por el día dan de comer y por la noche ponen copas. Todos tenemos que reinventarnos y adaptarnos a lo que nos piden los clientes, pero sin hacer diferencias», argumenta.

Carlos Muñoz

«No es lógico que se escuden en la reunión de personas para reducir los contagios porque cuando montas en autobús o avión nadie lo considera un peligro», afirma. «Recientemente me hicieron una inspección en el local y todo estaba correcto», lamenta. «Si esto sigue así, por desgracia, tendré que mandar al paro a las tres personas que tenía a jornada completa y al resto de contratados por horas los fines de semana. Ya vivimos esto mismo en el mes de marzo y tomar esta decisión, que es a lo que irremediablemente te abocan, no resulta nada agradable», subraya.

Mariano Mora | La Prensa

«Lo del horario nocturno me afecta muchísimo»

La obligación de desinfectar todo entre un cliente y otro modificó notablemente la organización del trabajo en los restaurantes. Es de lo que se queja Mariano Mora, propietario de los restaurantes La Prensa, La Radio y El Rinconcito. «Esto último de adelantar el horario de cierre a la una de la madrugada nos ha hecho mucho daño», cuenta. «Tengo dos turnos para las cenas. El primero empieza entre las nueve y las nueve y media y el segundo a las once, pero si los primeros se retrasan pues los últimos no cenan a gusto», lamenta.

Mariano Mora

«El cliente que viene tiene que sentirse cómodo, si no pues dejarán de acudir a los restaurantes», explica. «Nosotros hemos tomado la decisión de dar a elegir en La Prensa si quieren fumar o no, con las consecuencias negativas en cuanto a reducción de aforo», desvela. «Como la terraza es amplia en una no se podrá y la otra la readaptaremos con el número de mesas que nos permitan», añade.

Respecto al número de personas por grupo, que deberán ser como mucho diez en el caso de que no convivan juntas, no tiene dudas. «Si vienen once o doce no queda más remedio que sentarlos en mesas diferentes aplicando la distancia de seguridad», afirma.

Gregorio del Amo | Rocambole

«Se han cebado con nosotros, yo ya cerré en julio»

Habla con resignación. Hastiado por la situación. El propietario del Rocambole, Summun y Queen en Santander asegura que la administración «se ha cebado con el ocio nocturno». Y da sus explicaciones. «Yo, como muchas otras salas, ya cerré el pasado 25 de julio. No tenía sentido seguir abiertos», se lamenta. «No era rentable, así que ahora la obligación de bajar la persiana casi la agradecemos, igual así se plantean empezar a ayudarnos económicamente», afirma.

Gregorio del Amo

Considera que el cierre de discotecas poco va a influir en la reducción de la cifra de contagios. «No se entiende que haya pubs con terrazas que no puedan trabajar por las tardes como hacen el resto de bares y cafeterías. Esto pasa por hacer las cosas sin sentarse a hablar con el sector: les podríamos decir que están haciendo las cosas sin sentido», añade.

Además, los propietarios de salas de fiesta y discotecas desconocen hasta cuándo durará la restricción del Gobierno. «Para reabrir y ser rentables deberíamos poder hacerlo con el horario completo de nuestras licencias y no como hasta ahora. Por eso cerramos, porque no puedes trabajar para seguir acumulando pérdidas y más pérdidas», resalta resignado.

Paloma Marcos | El Maremondo

«Estamos a la expectativa, a ver finalmente qué pasa»

Con «incertidumbre» afronta Pilar Marcos, directora general de Maremondo, la nueva normativa que entró el domingo en vigor. Lo que más le preocupa es la relativa al tabaco. «Nos afecta porque si decides dejar fumar, tienes que reducir el aforo un 50%. A nosotros no nos interesa perder esa cifra con la que está cayendo, así que hemos decidido que nuestra terraza sea libre de humo», afirma.

Paloma Marcos

La duda es saber cómo responderán los clientes. «Alguno igual se marcha porque no le gusta la decisión, pero lamentablemente no nos queda otra», señala. El nuevo horario de cierre también le afecta. «A las doce ya no podrá entrar nadie nuevo y en verano estábamos acostumbrados a que se tomasen una copa después de la cena, así que estamos a la expectativa a ver qué pasa con todo y cómo evoluciona», añade.

«Lo de las mesas de diez es menos problema. No hay duda, si viene un grupo de más no queda otra que dividirlo», subraya. «Nosotros seguimos acatando todas las medidas que nos marcan. Es vital intentar adaptarnos y seguir hacia adelante para poder trabajar con seguridad para nuestros clientes y trabajadores», finaliza.

Víctor García | Lo que diga la rubia

«Sólo pedimos que, de alguna manera, nos dejen trabajar»

Víctor García regenta dos negocios. Al Covers las nuevas restricciones le cogen más de refilón al tener licencia de bar, pero a Lo que diga la rubia le obliga a cerrar. «Es ilógico que un bar o un restaurante puedan permanecer abiertos hasta la una de la madrugada y los especiales no. Nosotros abríamos por las tardes Lo que diga la rubia y dábamos batidos, meriendas y refrescos. Ahora no podemos hacerlo por un simple tema de licencias. Es una locura», explica.

Víctor García

«Esto pone al sector al borde del precipicio. En la anterior ocasión, cuando nos confinaron a todos, nos dieron ayudas pero ahora quién sabe. Además, tampoco han hablado nada de las fechas posibles para las reaperturas», relata. Los dueños de los negocios, además, se enfrentan a otro problema. «En la anterior ocasión, los trabajadores se acogieron a un ERTE y eso nos compromete a no hacer despidos en seis meses, pero con esto no sé cómo lo vamos a solventar», cuenta. «Luego está el tema de los alquileres. En marzo negociamos con los dueños de los locales, pero ahora a ver cómo se lo toman», cuenta. «A la Administración sólo le pedimos que, de alguna manera, nos deje trabajar», sostiene.

Javier Collado | La Dársena

«Lo peor es que dejan la pelota en nuestro tejado»

Tengo sentimientos encontrados», reconoce Javier Collado, copropietario del Grupo Nueva Dársena, que regenta varios restaurantes y hoteles en Suances. «Por responsabilidad social hay que hacer un esfuerzo extra para poner en marcha cualquier cosa que venga bien para parar la pandemia. Pero nos encontramos con nuevas normas contradictorias que dejan la pelota en nuestra tejado. Mira a los compañeros del ocio nocturno qué varapalo se han llevado», afirma.

Javier Collado

Lo que más le preocupa es cómo se tomarán los clientes la prohibición de fumar en la terraza, porque ha decidido que en sus espacios al aire libre no se podrá. «Lamentablemente, con el 50% de aforo no da», esgrime. El resto de restricciones las encaja. «El mes de agosto no está siendo malo, pero es muy atípico. A ver cómo termina porque ahora tras las cenas ya no puedes ofrecer la tertulia mientras tomás tranquilamente una copa», subraya. «La sensación que tenemos es de incertidumbre porque está siendo horroroso lo que estamos pasando, aunque si todos los esfuerzos sirven para algo, el sacrificio habrá valido realmente la pena», afirma. «Pero la solución no es demonizar a los hosteleros», subraya.

Fernando Rivas | CañaLío

«Las medidas son tan absurdas como inútiles»

Lo que no comprende Fernando Rivas, dueño del bar CañaLío en Santander, es el motivo de tanta restricción en la hostelería y, sobre todo, los cierres obligados a los bares especiales, salas de fiestas y discotecas. «Mi opinión es que la administración ha tomado una determinación tan inútil como absurda», afirma rotundo. «Inútil porque no van a conseguir parar los contagios si es lo que pretenden», defiende. «Absurda porque la juventud va a seguir saliendo de todas formas, eso está claro. Harán fiestas privadas, se juntarán en garajes, no respetarán la distancia de seguridad, beberán del mismo vaso etc. Eso es lo que nos cuentan ellos mismos que ya están haciendo», relata.

Fernando Rivas

«Es ilógico porque al final los más perjudicados son los hosteleros con licencias especiales. La mía es de bar y puedo abrir hasta la una de la madrugada, pero no es consuelo. No deja de ser extraño que una simple licencia sea la que decida si puedes trabajar o no», continúa. «Las decisiones de los gobiernos deberían ser para paliar y reducir los problemas y no para acrecentarlos, como es el caso», afirma.

«Desde que nos machacan con restricciones los contagios no se ha reducido, al contrario», valora.

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