Hostelería: cuatro presidentes en dos años

La reciente renuncia a regañadientes de Javier Bedia, elegido casi por aclamación y sin rivales hace solo diez meses, ha sacado a la luz la pugna interna en la Asociación, y ha vuelto a demostrar la existencia de un grupo de poder en su seno que de la misma forma que lo promovió a presidente lo ha defenestrado al retirarle su apoyo. El detonante de ese golpe de timón parece estar en el inesperado despido de la directora de Hostelería, Bárbara Gutiérrez, o quizás, concretamente, en que éste haya sido fruto de una decisión tomada por Bedia sin consultar con nadie.

Hablar de esa poderosa influencia en la sombra de la Asociación de Hostelería es, posiblemente, exagerado: no porque no exista, sino porque nunca ha permanecido oculta. Baste recordar lo sucedido en las últimas elecciones cuando, ante la aparente falta de candidatos para sustituir a Ángel Cuevas, dio un paso al frente el propietario de Hoteles de Cantabria, Felipe Ortiz. Una semana después era Javier Bedia quien se postulaba, tras una reunión celebrada en Puente Viesgo con la asistencia de un nutrido grupo de empresarios del sector y, entre ellos, miembros de la directiva y cuatro de los últimos presidentes. Ortiz se retiró.

Es cierto que el perfil de Bedia era algo diferente del de sus predecesores, que resultaba más institucional. Incluso Cuevas, a quien le tocó pelear a cara de perro con la Administración por las restricciones de la pandemia, tenía su faceta diplomática. De hecho, eso fue lo que más le reconocieron los socios: que se dejara de sutilezas y bajara al barro a defender a los bares y restaurantes, los grandes afectados por las medidas sanitarias, cuando sus negocios particulares se centraban en los hoteles y alojamientos, mucho menos golpeados.

Su sucesor, Francisco Agudo, llegó cuando ese 'trabajo sucio' ya estaba hecho: concluida la crisis del covid, era el hombre ideal para reconducir la relación con el Ejecutivo regional. A su larga experiencia profesional como director del Hotel Santemar en Santander se sumaba su paso por el Gobierno en su etapa al frente de la Dirección General de Turismo. Aunque, tras su nombramiento, no rechazó de forma tajante la posibilidad de presentarse a las elecciones, finalmente ni siquiera llegó a agotar su periodo de interinidad, y decidió convocarlas sin concurrir a ellas.

Ése fue el momento de Javier Bedia, un hostelero local que ha ido creciendo con el paso del tiempo, multiplicando sus negocios y demostrando con hechos su éxito empresarial y su capacidad de gestión. Él es también uno de los responsables de que Somo se haya convertido en lo que hoy es. Su salida forzada de la presidencia de la Asociación no ha puesto en entredicho su profesionalidad, pero sí ha dejado patente cierta falta de mano izquierda.

Hostelería ha dejado correr el banquillo para ocupar de nuevo el sillón, en el que ahora se sienta quien fuera vicepresidenta, María Ángeles Pérez. Salvo sorpresa, se limitará a dirigir una breve etapa de transición: si los estatutos marcan un plazo máximo de un año para convocar nuevas elecciones, ya se ha dejado caer que no será preciso esperar tanto.

Surge ahora la incógnita de quién será el designado para encabezar la representación de este colectivo que agrupa a 2.000 empresarios de un sector que da trabajo a 20.000 personas y supone más del 10% del PIB regional. Los retos a que deberá hacer frente no varían: desestacionalizar el turismo, mejorar la formación de los empleados y dar más contenido y actividad a la sede de Hostelería. Quien se decida a coger el testigo deberá decidir si mantener la línea significa aprovechar el trecho ya andado o si supone avanzar por un sendero demasiado estrecho.