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La cancelación de una mesa para siete un minuto después de la hora de la reserva en un restaurante de Ramales de la Victoria ha vuelto a abrir el debate sobre si los negocios de hostelería deberían cobrar una señal cuando se realiza una reserva, ... ahorrándose las pérdidas que supone la cancelación en el último momento, o seguir confiando en los clientes.
Esa dicotomía ha vuelto a salir a la luz a raíz de la publicación que hizo en sus redes sociales el restaurante cántabro El Ronquillo. El mensaje decía lo siguiente: «Mesa anulada de 7 personas. Tenían a las 2.15 y llaman a las 2.16 que no van a poder venir. Qué sociedad estamos construyendo. Si alguien está por la zona, tendríamos sitio de última hora. Más de 40 personas que les hemos dicho que estamos completos. Respeto».
Mesa anulada de 7 personas. Tenían a las 2:15 y llaman a las 2:16 que no van a poder venir.
— Ronquillo Restaurant (@ronquillorestau) July 29, 2023
Que sociedad estamos construyendo.
Si alguien está por la zona. Tendríamos sitio de última hora.
Más de 40 personas que les hemos dicho que estamos completos. Respeto
La publicación, realizada el pasado sábado 29 de julio, alcanzó a más de 46.000 usuarios, obtuvo más de 200 'me gusta' y generó un aluvión de comentarios de apoyo a los propietarios del local, que incluso vieron ejemplos de «mala educación y falta de empatía» en negocios de otros compañeros del sector. El chef vasco Antonio Pérez Rubio o el cántabro Sergio Bastard, de La Casona del Judío, escribieron en el hilo de Twitter: «Hay que pedir tarjeta sí o sí, a mí el domingo pasado me pasó con una mesa de 8pax, llaman a última hora que no pueden venir, nosotros tenemos penalización pero les ofrezco cenar esta semana y así evitar la penalización, reserva para 8pax el jueves pasado por la noche», publicó Bastard, que sumó este 2023 un macaron verde a la estrella Michelin que recibió en 2022.
Si te cobran por adelantado la habitación de un hotel o un vuelo de avión, ¿por qué no puede ocurrir lo mismo con un restaurante? El pasado abril, un juzgado de San Sebastián dio la razón a un chef que cargó en la tarjeta de un cliente 510 euros por no presentarse a una cena cuya reserva (para tres comensales) no canceló. El menú costaba 170 euros por cabeza.
Cecilia Pérez
Copropietaria de El Ronquillo
Aunque en Cantabria no está muy instaurado el prepago, hay negocios, como el restaurante tres estrellas Michelin de Jesús Sánchez, Cenador de Amós, con una política de cancelación bien clara: «En el caso de no recibir su cancelación con la anticipación indicada, o si no se presentaran, se procederá a aplicar las medidas protocolarias en compensación por el perjuicio económico y los gastos generados con motivo de su reserva, ascendiendo el cobro total a 100€ por comensal». Lo que ocurre, explica Cecilia Pérez, una de las propietarias de El Ronquillo, es que su menú no es tan elevado como el de un Michelin, «y aquí en el pueblo al cliente no le puedes pedir el número de su tarjeta porque entonces no te reserva», señala. Pérez cuenta que el domingo, un día después de la cancelación de la mesa de siete, les volvieron a dejar tirados. «Y el lunes, lo mismo. Juegan con nuestro trabajo».
Javier Bedia
Presidente de la Asociación de Hostelería
Este es un tema recurrente en las reuniones tanto de la asociación de hostelería a nivel nacional como en la agrupación cántabra y las conclusiones de esos encuentros siempre son las mismas. «Lo que recomendamos en primer lugar es anunciar en la página web el tipo de política de cancelación. Eso es algo primordial y principal para que no haya duda o temor a que alguien venga y te diga que estás haciendo algo ilegal», señala el presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Javier Bedia. En segundo lugar, «pedir entre un 20 y 50% del gasto medio por comensal. Y no pasaría absolutamente nada, hay sentencias que lo respaldan», explica.
Sobre si llaman para cancelar o se retrasan, Bedia estima oportuno que 30 minutos de espera para otorgar a otros clientes la mesa es más que suficiente. «Si tienen anotado a las dos de la tarde y se presentan a menos cuarto la mesa se debe cancelar y pierden el depósito de la reserva». El presidente de la Asociación de Hostelería se muestra así de tajante con el tema porque «no podemos consentir que se rían de nosotros o nos menosprecien. No puede ser que yo me esmere y cuide todo, ponga empeño en mi cocina, que me desviva, y de la noche a la mañana vienen a hacer una reserva y resulta que se van. Me dejan tirado y es una mesa que pierdo».
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