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En el hotel Juan de la Cosa, en Santoña, se vieron empujados a cerrar quince días porque no les quedó otro remedio. Entre las normas ... que se impusieron a la villa durante el confinamiento no estaba la de bajar la persiana de los alojamientos, pero sus clientes –andaban «prácticamente llenos» cuando se tomó la decisión– se marcharon y, sin posibilidad de entrar y salir del pueblo, no era de esperar que llamara nadie para reservar habitación. Levantado el cordón, han decidido que, desde ahora, van a abrir ya sólo los viernes, sábados y domingos. La suya es una situación particular (por estar en Santoña). O no tanto. «Sí que va a haber más hoteles cerrados durante el otoño y el invierno que otros años. Tocan tiempos de ajuste. De abrir sólo fines de semana, puentes, de acortar las temporadas o de cerrar antes de lo previsto». Eso lo dice Ángel Cuevas, el presidente de la Asociación de Hostelería. De ronda por los establecimientos, la mayoría prefiere no confirmar aún decisiones definitivas. Pero sí reconocen «nervios», anuncian «reuniones» para ver qué se hace en los próximos meses y tienen claro que la perspectiva para este otoño «es muy complicada».
Cuevas admite que septiembre ha resistido bien hasta el pasado domingo (menos trabajo y menos rentabilidad que el año pasado, pero «satisfechos» tal como pintaba). «Pero a partir del día 14 ha habido ya una desbandada brutal. Siempre pasa, pero este año más». El panorama –dice– del otoño que llega es «durísimo». Confirma que habrá más cierres temporales (o aperturas más reducidas en el sector) porque hay «nervios por el aumento de contagios» en las propias empresas (y entre los clientes), y porque «las reservas están ahora en caída libre». Afirma que los hoteles tirarán de «cirugía» con su oferta. Cierres entre semana, aperturas sólo para puentes...
Más que nunca, depende de cada caso. Los hoteles más grandes, por ejemplo, están entre los más afectados. Es evidente en Canarias o el Levante, donde se habla de cierres masivos. ¿Y aquí? En el Grupo Sardinero (Bahía, Hoyuela y Sardinero) reconocen que ya a estas alturas de septiembre son tiempos «difíciles». Para cerrar bien el mes estarán «muy pendientes de que salga el sol» (pensando en los fines de semana) y «de las noticias que van llegando». «Y el otoño va a ser realmente complicado. Tendremos que hacer esfuerzos para atraer al mayor número posible de clientes, pero dependeremos mucho de factores externos», explica Gustavo Cubero. El tiempo y, sobre todo, «cómo progresen las noticias» sobre la pandemia.
Hoyuela/Bahía/Sardinero - Santander (Grupo Sardinero) Aseguran que el otoño será «realmente complicado» y que dependerán de factores externos: el tiempo y la evolución diaria de las noticias
Hotel Juan de la Cosa - Santoña Cerraron durante el confinamiento de la villa y ahora reabren pero ya sólo durante los fines de semana (viernes, sábados y domingos)
Hotel Casa del Marqués - Santillana del Mar Tienen intención de seguir hasta el 7 de enero, pero confirman sus «dudas» y aseguran que las decisiones pueden variar «de un día para otro»
Hotel Santemar - Santander Se está reservando «exclusivamente» para el Puente del Pilar. Cifras anecdóticas. Sin grupos, eventos o congresos, la perspectiva «es incierta»
Hotel Milagros Golf - Mogro Pendientes de reunirse y ver «cómo van las cosas». No hay decisiones por ahora. Esperan clientes los fines de semana y poca ocupación entre semana
Hotel del Oso - Cosgaya «¿Qué sabemos? Lo que sabe todo el mundo: nada». Piensan mantener sus fechas habituales y echarán en falta el turismo inglés habitual de la zona
Gran Hotel Victoria - Santander Reconocen que el otoño «está muy flojo», están a la espera de ver «qué ocurre» y, en ese contexto, esperarán para tomar decisiones «día a día»
Hotel Infantado - Ojedo Contentos con cómo están trabajando, admiten que «no hay reservas con antelación» y harán «previsiones sobre la marcha»
Gran Hotel Balneario Puente Viesgo En principio, no tienen pensado cerrar. «Llegado el caso acoplaríamos la plantilla a la ocupación que tengamos mediante la figura del ERTE»
Hotel Palacio de Arce - Arce «Abrimos pronto, dio sus frutos y seguiremos abiertos para mantener la dinámica». Jugarán con la carta de un hotel pequeño y tranquilo
En la misma línea va el Santemar. Da cifras que sirven para entender cómo ha sido el verano en general –más allá de mensajes triunfalistas– y cómo se presenta lo que viene. Ahora mismo, su media de septiembre es de un 44%. El dato es mucho mejor que lo que tienen en otras zonas de España, pero mucho peor que el que cosecharon hace un año (su director, Francisco Agudo, se muestra «casi satisfecho viendo el panorama»). Y en cuanto a octubre «se está reservando exclusivamente para el Puente del Pilar». Para tres días. Eso, para una empresa de este tipo (por su tamaño y plantilla), es un porcentaje anecdótico. Teniendo en cuenta que son habitaciones sueltas y que prácticamente todo lo que tiene que ver con congresos, grupos o grandes eventos –clave en estos meses que vienen– se ha caído. «No sabemos –admiten– qué puede ocurrir».
«Nosotros no tenemos pensado cerrar. Acabaremos septiembre con una ocupación del 50% y en octubre no tengo ni idea. Supongo que tendremos un poquito los fines de semana. Llegado el caso, acoplaríamos la plantilla a la ocupación que tengamos acogiéndonos a la figura del ERTE», resume Eva Magaldi desde el Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo, uno de los establecimientos importantes fuera de la capital. Decidirán sobre la marcha. Esa idea se repite a día de hoy en muchas de las empresas. «No tenemos decisiones por ahora. Tendremos que reunirnos en la familia y ver cómo van las cosas». Eso lo dice Patricia Ortiz, del Milagros Golf (Mogro). Pronostican «gente los fines de semana» y «poca ocupación» de lunes a viernes en otoño.
«Muy flojo», anuncian por su parte en el Gran Hotel Victoria (Santander), el primero que abrió tras el confinamiento en la capital, antes incluso de que se permitiera la movilidad entre regiones. «No sabemos, es muy incierto el futuro. Estamos esperando a ver qué pasa y decidiremos qué hacer día a día», apunta Menchu Guadalupe.
Con todo, tal vez el mejor resumen respecto a la situación de incertidumbre de los hoteles llega desde el Hotel del Oso, en Cosgaya. «¿Qué sabemos? Lo que sabe todo el mundo: nada. Un madrileño que te llama ahora para reservar para El Pilar, ¿qué te va a decir? Sí, que intentará venir. Que lo está deseando. Pero el futuro es incierto». Por eso, según explica Teresa Rivas, a día de hoy mantiene su plan habitual de estar abiertos hasta «después de la Inmaculada» (mediados de diciembre). Pero con los planes «muy condicionados por las circunstancias». En su caso, por ejemplo, con el detalle de la falta de los turistas ingleses, que todos los años son habituales en septiembre y octubre.
Sin olvidarse de las incertidumbres –y de los que ya tienen decididos cierres parciales o ajustes de personal, aunque aún no los anuncien–, en el recorrido de recepción en recepción aparecen tambien algunos mensajes optimistas. En el Infantado, de Ojedo, no ocultan que están «trabajando bien» y creen que esa tendencia ha sido la de Liébana en estos meses. Sí que han notado ya el «bajón» desde el pasado fin de semana y admiten que las reservas «son con dos días», sin antelación. Pero se muestran firmes respecto a sus planes: «Lo vamos a mantener como siempre, con previsiones sobre la marcha y si en los últimos días de octubre no hay gente, pues qué le vamos a hacer», responde Isabel Fombellida.
Cada caso es, hay que volver a insistir, particular. Por tamaño, estructura de la plantilla, situación, servicio o no de restauración... Eso deja claro Raquel Domínguez, del Palacio de Arce. «No es lo mismo hacer las cuentas en un hotel de 19 habitaciones como el nuestro que en uno de doscientas». Es evidente. Ellos van a «seguir abiertos normalmente». «Fuimos de los primeros en retomar la actividad, dio sus frutos y entendemos que cerrar sería una frenada. Creemos que es una forma de mantener la dinámica. Intentaremos hacer ruido e inventarnos historias para atraer clientes». Aunque no saben «si el tiempo» les obligará a cambiar de idea, creen que el turismo nacional va a seguir moviéndose y tratarán de potenciar entre semana «ese picoteo» de viajeros «que buscan un hotel pequeño, en el que poder trabajar cómodamente y estar al aire libre». «Para nosotros –otra vez esa matización– tener, por ejemplo, diez habitaciones ocupadas un día de noviembre está bien».
Turismo rural
El caso del turismo puramente rural tiene matices. Posadas o casas rurales en Cantabria ya cierran en invierno en un porcentaje alto de forma habitual. «Un 40 o 50% normalmente», confirma Jesús Blanco, de la asociación empresarial del sector. Lo hacen todos los años. «Y este año puede que sean algunas más, pero, con la situación que hay a día de hoy –porque puede cambiar en cualquier momento–, no será una cifra mucho más alta que otras veces». Blanco deja claro en todo caso que el «otoño y el invierno son imprevisibles ahora mismo».
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Ana del Castillo
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