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No debería ser noticia que Santander esté repleto de turistas a finales de julio, coincidiendo con la Semana Grande y con uno de las quincenas ... favoritas de los españoles para hacer las maletas. Lo que pasa es que este no es un año normal. O si no que se lo pregunten a los empresarios hoteleros de Canarias, Baleares o la costa de Levante, que ven cómo avanza el verano y cada día están más convencidos de que esta será una temporada perdida. Frente a lo que ocurre en los principales destinos turísticos, el doble miedo que trae asociado la pandemia -el temor a toparse con un foco y acabar contagiado y la incertidumbre por la situación económico que anima a no hacer gastos innecesarios- no está teniendo un efecto directo en el sector. A día de hoy, la capital cántabra no está muy lejos de colgar el cartel de 'completo'.
Como narran empresarios y trabajadores, el covid está teniendo efectos en los hábitos del viajero y también ha dibujado un perfil un tanto distinto del que viene a visitar la ciudad, pero apenas ha incidido en los niveles de ocupación. Después de cuatro meses a 'cero', muchos hoteles, hostales y pensiones de Santander han rozado este fin de semana una ocupación media al 90%. Algo menos que en los últimos años, cuando ya se habían recuperado los números previos a la anterior crisis económica, pero envidiables si los comparamos con otros puntos del país.
«El fin de semana al 100%, pero a partir de hoy (por ayer) ya no. De todas formas, vamos completándolo casi a diario, entonces no me preocupa demasiado. Estamos bastante bien, pero ahora, porque la primera quincena sí que ha sido complicada, más todo lo que arrastramos de antes», explica Javier Delgado, del Hotel Picos de Europa. Diferencias: pues por ejemplo que a estas alturas, hace un año, ya tenía para esta semana que acaba de empezar todas las habitaciones asignadas. Este año aún les quedan 14, pero entienden que se completarán. Porque, y ese es uno de los cambios que parece que ha traído la pandemia, la gente apura mucho antes de reservar. Delgado entiende que se mueven en función de lo que ven en las noticias, de la evolución del virus y del número de contagios en cada territorio. Por eso es cuidadoso cuando dice que «la previsión para agosto es buena», porque «todo dependerá de los focos».
Victoria SrumusacheArt- Suite Santander
Victoria Srumusache, de los apartamentos Art Suite Santander, situados en la plaza de Pombo, repite casi de forma idéntica las p alabras de su colega. Ahora están bien en cuanto a ocupación, pero lo que ocurra a partir de esta semana «hay que verlo sobre la marcha». Y Lara Vázquez, del Suite Home Pinares, en la zona de El Sardinero, explica que las reservas que se hayan hecho con más de una semana de antelación son la excepción, cuando antes era la regla. «Y cancelaciones hay bastantes de las reservas que se han hecho a largo plazo, pero es cierto que se suple con las que entran de última hora», apunta Vázquez. Ella entiende que los altos índices de ocupación sólo se explican porque el cliente entiende que la situación epidémica del norte es mucho mejor que la de otras comunidades autónomas: «No nos suelen preguntar por cómo está el covid en Santander, pero porque ya vienen muy informados».
Javier Delgado - Hotel Picos de Europa
El 90% de media, porque sí se aprecian algunas diferencias en función del tamaño del establecimiento. Los más grandes de la zona de El Sardinero o del centro de la ciudad han estado coincidiendo con la festividad de Santiago algunos puntos porcentuales por debajo, mientras que muchos medianos y pequeños han tenido que rechazar clientes porque ya no tenían camas disponibles. Un relato, el que cuentan los propietarios, que encaja con el aspecto que ha presentado Santander este fin de semana: playas a reventar en las que siguiendo las medidas de seguridad era necesario hacer cola porque los aforos estaban llenos, conductores desesperados porque era tarea casi imposible encontrar un aparcamiento por el centro y zonas de ocio como Cañadío en las que los jóvenes se retaban con la mirada para coger una mesa.
«Sobre todo lo que más se mueve es la gente joven. La gente mayor está con un poco más de miedo y se nota. Teníamos a clientes de ese perfil que venían todos los veranos de Madrid y este año han cancelado y ya verán en septiembre cómo está la cosa. A los jóvenes les pasa al revés, tienen miedo de que vuelvan a cerrar la movilidad y quieren aprovechar ahora», observa Álvaro González, del Hostal San Fernando. Allí, las sensaciones son las mismas: tenían «mucha incertidumbre» y las cosas están yendo bien, pero todo pende de un hilo. Saben que en el momento que el coronavirus se vuelva a percibir como un riesgo, adiós al verano.
Lara Vázquez- Suite Home Pinares
Victoria Srumusache precisa que los visitantes extranjeros son la minoría y que siguen primando los vascos, madrileños y castellanos. En eso no hay cambios, pero sí en algunos hábitos de viaje. Por ejemplo, se aprecian estancias más cortas, centradas sobre todo en el fin de semana. De lunes a jueves los índices de ocupación sí sufren algo más. Esto, junto al corto espacio de tiempo que va desde la reserva hasta que el cliente pisa la recepción, genera una gran incertidumbre. «Es muy difícil saber qué va a pasar. En marzo teníamos muy buenas perspectivas y pasó lo que pasó. No queremos hacer previsiones», cuentan en el Suite Art Santander, donde todavía no ha vuelto del ERTE toda la plantilla. El grueso está en sus puestos, pero faltan algunos integrantes del grupo de apoyo, que entrarán o no en función de cómo avance la temporada.
En el Picos de Europa, situado junto a la plaza de toros, esta semana una parte muy importante de sus huéspedes tenían que ser aficionados a las corridas. En condiciones normales... Este año, sin actividad taurina, este público ha fallado. Su hueco lo cubren «principalmente jóvenes» con unos hábitos de consumo distintos y que buscan, sobre todo, playa. No les importa tanto que la Semana Grande no tenga programa festivo. Por eso aunque el hotel está al completo, en el restaurante no se ven los grandes grupos de otros años. La actividad es sensiblemente mayor y faltan por reincorporarse del ERTE entre cocina y camareros algunos trabajadores. En cualquier caso, de 30 personas más o menos estables, han vuelto a la actividad 28.
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Ana del Castillo
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