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Llevan días anunciando que hoy cientos de mujeres secundarán una jornada de huelga coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. Habrá que esperar al final de la jornada para conocer su incidencia, pero miedo me da que hagan bueno su lema: ‘Si las mujeres ... paramos, se para el mundo’. Leído textualmente acongoja bastante. Sinceramente, creo que la igualdad se basa en el respeto mutuo. Es un buen principio para alcanzar objetivos comunes.
Algunos colectivos feministas utilizan la historia y el tiempo a su antojo haciendo un flaco favor a la causa. Plagar de vídeos el WhatsApp preguntando por qué no hay más mujeres en las pinacotecas es un absurdo como otros tantos ejemplos. Conviene encontrar cierta racionalidad si verdaderamente queremos conseguir esta meta. Violencia de género, acoso sexual, brecha salarial… son tantos los motivos de su/nuestra lucha que hay que progresar con paso firme, como creo que se está haciendo. Desde nuestros hogares, aulas y puestos de trabajo hay que mantener una máxima, que no es otra que el respeto y la educación. Me da igual que suene anticuado pero sin estos dos conceptos nunca llegaremos a nada.
En el plano laboral hay verdadera obsesión por cambiar el mundo a base de cuotas. Todo llega. Cerca de cumplir 40 años en la profesión, veo a compañeras acceder a puestos de responsabilidad. Conozco a directoras que han llegado a su cargo gracias a su trabajo constante; y a compañeras que ahora ocupan puestos relevantes, en otras direcciones y redacciones, partiendo como el resto desde cero, sin cuotas. Lo han ganado porque valen. No está de más que demos por bueno que no todos valemos por igual al desempeñar cargos y profesiones; así seremos más equitativos. Mis colegas tuvieron igualdad de oportunidades. Pero que nadie se engañe, hablo de 2018. He trabajado en grandes medios de comunicación y jamás hubo diferencia en los sueldos. Los/as que querían trabajar teníamos todas las oportunidades. La igualdad no se logra con 400 caracteres, pero tampoco cambiando nuestra lengua por el capricho de unas pocas que lo quieren poner todo patas arriba. Otra distracción más que separa lo verdaderamente importante entre mujeres-hombres y viceversa: educación y respeto.
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