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Desde que hace casi un mes la Justicia echara por tierra el semáforo covid que venía regulando las restricciones para hacer frente a la pandemia en Cantabria, la Consejería de Sanidad ha estado buscando la fórmula para su restauración. Todas las opciones pasaban por ... cumplir de una u otra forma con el requisito que pusieron los jueces en su auto: que los cálculos para recuperar este sistema de niveles en función del riesgo de contagio de cada municipio –de bajo a muy alto– se hicieran teniendo como referencia no el censo de cada localidad, sino la población real. Lo que denominaban como «población flotante», que incluye no sólo a los vecinos, también a los turistas desplazados durante el verano.
Y eso es lo que ha hecho el Gobierno autonómico en la última actualización del semáforo covid, publicado este mismo martes. El problema radica en la fiabilidad de los datos que maneja. El propio Instituto Cántabro de Estadística (Icane), el organismo público encargado de proporcionárselos a Sanidad, ya advertía al departamento que dirige Miguel Rodríguez de que el grado de exactitud era muy relativo. De hecho, en su comparecencia del martes, el propio consejero hizo referencia en varias ocasiones a lo «complejo» que ha resultado obtener esta estimación de población flotante para poder adecuar los resultados de la incidencia por municipios a 7 días.
«No es un dato que manejemos habitualmente», dijo Rodríguez, que calificó el criterio utilizado como «extemporáneo». Él mismo ponía en duda la rigurosidad de la estadística en comparación con la precisión con la que trabajan habitualmente los técnicos de Salud Pública, pero el informe remitido por el Icane era el único clavo al que agarrarse para cumplir la resolución judicial. Según Sanidad, que también pidió información sin éxito a las direcciones generales de Turismo y Administración Local, no existen cálculos alternativos. O eso, o nada. La desviación es importante, ya que puede hacer que un municipio esté en un nivel de riesgo superior y por tanto tenga unas restricciones frente al coronavirus más duras, como apuntan algunos alcaldes. Por el contrario, Sanidad cree que los nuevos resultados apenas ofrecen variaciones.
Sin herramientas técnicas ni medios materiales para hacer un estudio preciso que sí hubiera sido posible con más tiempo y recursos, lo que ha hecho el Icane es remitir las tablas sobre el tránsito de la población elaboradas por el INE a través del movimiento de sus teléfonos móviles. Los repetidores de telefonía hacen de medidores y proporcionan la información que se ha llevado al semáforo covid. Para determinar el lugar de residencia utiliza el lugar en el que, de media, el aparato se encuentra entre las 01.00 y las 06.00 horas de los últimos tres meses. Eso, lo compara con la ubicación más frecuente entre las 22.00 y las 06.00 horas del día analizado y se obtienen los flujos de personas.
¿Y por qué esto no es fiable o por lo menos no tanto como le gustaría al Icane? Hay distintas razones. En primer lugar, porque el dato no es el de la media de un periodo, sino que corresponde a un día concreto:el 15 de agosto de 2020, posiblemente uno de los días del año con más actividad festiva, que además cayó en sábado. Esto provoca que si un vecino de Santa Cruz de Bezana se desplazó esa noche a Santander para cenar y tomarse una copa, el sistema le considera como población flotante de la capital, desvirtuando todos los resultados.
Además, el propio INE remarca que su estudio es «experimental», porque se empezó a realizar en 2019 y es consciente de sus limitaciones metodológicas. Por ejemplo, tiene un margen de error de un kilómetro, un rango muy alto en casos como el de Colindres. Por su pequeño tamaño y la cercanía a otros núcleos importantes, un vecino de Colindres que esa noche estuviera durmiendo plácidamente en su cama puede figurar como desplazado en Laredo o Bárcena de Cicero. Y viceversa. Por otra parte, al utilizar el movimiento de personas con móvil, no tiene en cuenta a la población que no tiene teléfono, especialmente los rangos de menor edad. Por último, el estudio no siempre analiza municipios de forma individualizada. En el caso de los más pequeños, los agrupa en varios. Así, 21 áreas analizadas agrupan varios municipios, otras veinte están compuestas por un único ayuntamiento y 12 corresponden a subdivisiones de una misma ciudad (8 discretos censales de Santander y 4 de Torrelavega).
En cualquier caso, dando validez a este método, lo que se aprecia es que –como era previsible– la mayoría de municipios ganarían población durante el verano. Entre los que más destacan está Noja y su entorno, que pasaría de 6.482 a 35.492 personas, con un incremento del 547%. Porcentualmente es la mayor variación. También se duplican lugares como Marina de Cudeyo (+211%), Alfoz de Lloredo-Comillas (+266%), Santillana del Mar (+238%), Ribamontán al Mar y su comarca (+266%), Laredo (+242%) o Valderredible (+276%).
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Según este estudio, el 15 de agosto, en el municipio de Cartes pernoctaba una población no residente de 1.924 personas, algo difícil de imagina y que da idea de los posibles errores.
En cuanto a las dos principales ciudades de Cantabria, su comportamiento es en sentido contrario. La población flotante es menor que la habitual, ya que los residentes que estaban en ese momento fuera son más que los visitantes que llegaron del exterior. Santander pasa de 173.375 censados a 171.972 pernoctaciones ese día, y Torrelavega de 57.597 a 44.751, una mayor proporción pese a que la jornada analizada coincidió con la celebración de las fiestas de La Patrona.
Desde el PP acusaron ayer al Gobierno regional de «no tener soluciones» para frenar la quinta ola de coronavirus. La formación considera «inútil» la vuelta del semáforo covid después de tres semanas. En este sentido, el diputado y portavoz de Sanidad, César Pascual, criticó que el consejero Rodríguez haya anunciado la recuperación del sistema con datos de los teléfonos móviles de 2020, para estimar la población flotante, «y con las viejas medidas de siempre». «¿Y para este viaje hacían falta alforjas?» se preguntó Pascual, para quien nuevamente el consejero «llega tarde y mal», porque desde que la Justicia anuló el uso del semáforo «no han sabido qué hacer».
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