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La recuperación de la normalidad tras años de pandemia ha traído consigo también el regreso de las imágenes de calles llenas de basura tras las ... celebraciones de Nochevieja (también ocurrió en Nochebuena). Algo que, por habitual, no deja de ser menos llamativo y bochornoso para los cántabros. El por qué sucede llama la atención de psicólogos y sociólogos. Los expertos consultados por este periódico no dudan: «La responsabilidad individual se diluye cuando uno se encuentra dentro de un grupo numeroso».
Las plazas de Pombo y Cañadío de Santander fueron dos de los lugares donde más gente se congregó para dar la bienvenida a 2023. El aspecto tras el festejo fue el de un auténtico vertedero descontrolado. Un estercolero en plena vía pública. «Básicamente, se puede hablar del concepto de la disolución de la responsabilidad cuando estamos insertados en el seno de un colectivo», subraya Marcos Pérez, psicólogo del Centro Rodero, para introducir el tema. «Es algo que se asemeja al de los grandes acontecimientos deportivos. Cuando estamos camuflados bajo el grupo, tenemos comportamientos que no tendríamos si estuviésemos solos», recalca.
Bajo esta premisa apuntalan su argumentario. «Es como si el individuo perdiera una parte de su identidad, mucho más si se tiene en cuenta que puede estar bajo el efecto de sustancias tóxicas», recuerda Mónica Ruiz García-Diego, psicóloga y psicoterapeuta. Esta conducta desinhibida e incívica aumenta exponencialmente cuanta más gente haya congregada. «Es que las masas transforman por completo al individuo», explica Juan Carlos Zubieta, sociólogo del Taller de Sociología de la Universidad de Cantabria (UC). «El anonimato provoca la desinhibición y la ruptura de las normas, también influye en la imitación y el contagio: si los otros no son cuidadosos es probable que nosotros tampoco lo seamos. En fin, la limpieza conduce a la limpieza, pero ocurre exactamente lo mismo con la suciedad», apostilla.
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Al hilo de lo anterior, Pérez añade otro componente. «Es también una cuestión cultural. En el pasado Mundial de Fútbol de Qatar, por ejemplo, los aficionados de Japón llevaban una bolsa de basura azul a los partidos. Durante los noventa minutos, animaban con ella como si fuese una bufanda. Luego la utilizaban para recoger sus desperdicios», relata. «Si cada uno de los jóvenes y no tan jóvenes que se juntaron en Santander durante la Nochevieja hubiesen hecho lo mismo, la plaza de Cañadío no habría presentado ese aspecto tan lamentable», concluye.
Pero los expertos no sólo se refieren a la suciedad que quedó en el suelo tras las celebraciones. «La basura en la calle y en la plaza después de la fiesta junto con el ruido, las voces, los gritos y la contaminación acústica deterioran la convivencia, rompen la armonía social y provocan malestar. En definitiva, es un tipo de conflicto social», considera Zubieta. En su opinión, «esas muestras de insolidaridad y de egoísmo deben criticarse; es preciso actuar para conseguir unas relaciones sociales cotidianas respetuosas con el prójimo».
Precisamente ahí es donde ponen el acento los vecinos afectados, que fin de semana tras fin de semana sufren las consecuencias de lo que para otros significa divertirse: ruido, vasos rotos y aceras repletas de orín. Como la Asociación de Vecinos de Pombo, Cañadío y Ensanche, que se han referido a lo sucedido durante esta Nochevieja como «una cerdada». Además, trasladan la responsabilidad al Ayuntamiento de Santander.
Al respecto, los expertos señalan como antídoto la «educación» y también la obligación de los poderes públicos «para intervenir con normativas y haciéndolas cumplir». Al respecto se pronunció ayer la alcaldesa de Santander tras ser preguntada por los periodistas. «Son días especiales. y debemos trabajar entre todos. No es justo que por divertirnos un día en la calle nuestros servicios de limpieza tengan que trabajar el cuádruple o el quíntuple», afirmó Gema Igual en un primer momento. Así que no le quedó más remedio que pedir «más civismo» a la ciudadanía de cara a la próxima Nochevieja. «No es entendible cómo quedan las calles. Nosotros tenemos que limpiar, y limpiamos, pero la ciudadanía para el año que viene tiene que tener un comportamiento mucho más cívico».
Además, informó de que antes de la recogida y limpieza los operarios municipales tomaron fotografías con la intención de analizarlas y así planificar un mejor servicio futuro. Eso sí, también defendió a los locales de ocio nocturno, a los que eximió de cualquier responsabilidad. «Tampoco hay que apuntar a los negocios de hostelería, que tienen sus aforos y horarios y no se han registrado incumplimientos significativos», informó la regidora santanderina.
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