Casas, negocios y campos de Piélagos y Ampuero vuelven a inundarse diez días después por el desbordamiento de los ríos Pas y Asón | Una lluvia sin fin y el desnieve por el aumento de la temperatura vuelven a saturar los cauces
Qué impotencia. Casas, garajes, negocios, campos que se inundaron hace tan solo diez días volvieron a sufrir ayer el azote de unos ríos desbocados, que meten miedo al ver la fuerza con la que bajan. Viviendas cuyos propietarios se afanaron en limpiar durante las ... dos últimas semanas muestran este viernes nuevos rastros de fango y requerirán mañanas de paciencia, de llamadas al seguro, de valoración de daños, de desesperación. Y de miradas al cielo. Esperando que esta lluvia sin fin se agote y puedan recuperar la normalidad en sus vidas. Porque a los vecinos de Piélagos y Ampuero apenas les ha dado tiempo a recuperarse de las riadas del día 29. Este jueves, de nuevo, vieron con desesperación cómo el Pas y el Asón amenazaban sus propiedades mientras miraban con tensión los datos sobre la cantidad de agua que estaba cayendo y cómo la pleamar de las nueve de la noche se acercaba irremediablemente. Una combinación fatal en el horizonte con el resultado esperado: el Pas y el Asón no aguantaron tanta agua en sus cauces y volvieron a desbordarse. Los daños no fueron como los del día 29, pero es que ya llueve sobre mojado. Perto ¿por qué ha vuelto a suceder? Porque Cantabria volvió a encabezar los ránkings de lluvia de todo el país: 61 litros en Ramales de la Victoria, 58 en Santander, 47 en Bárcena de Cicero, por citar los tres primeros. Agua que se suma a la de este jueves, a la del miércoles, a la del fin de semana, a la de los últimos 17 días... Tanto ha llovido en estas tres últimas semanas que la tierra está empapada y yo no puede más. «No absorbe», dicen los expertos. Y el desnieve puso la guinda a esta tormenta perfecta. La subida de la temperatura a lo largo del día (en Reinosa, por ejemplo, el termómetro pasó de los 1,3 grados de mínima a los 9,8 de máxima) y los constantes aguaceros fundieron la nieve que aún permanecía por debajo de los 1.200 metros y alimentó los ríos durante toda la jornada hasta que estos dijeron basta.
Piélagos y Ampuero fueron las localidades más afectadas, pero no las únicas. Hubo inundaciones en Camargo (Escobedo y Revilla), en Castro, en Laredo, en Santander, en Molleda, en Ojedo, en Potes, y un largo etcétera. Y eso que el Ebro y el Híjar aguantaron pese a las negras previsiones que hacían los vecinos de Reinosa.
Ante la situación que se venía, el Gobierno regional optó por reunir su puesto de coordinación en las instalaciones del 112 para seguir la situación en tiempo real y coordinar los medios y las intervenciones. Además, estableció tres puestos de mando avanzados en cada una de las cuencas problemáticas: en la Casa de Cultura de Unquera (para el seguimiento del Deva), en las instalaciones de la Policía Local de Piélagos (Pas), y en las Escuelas de Ampuero (Asón).
La peor parte se la llevó, como la otra vez, Piélagos. Dos carreteras sufrieron cortes totales por inundaciones: la CA-455, que une Meruelo y Villaverde de Pontones; y la CA-267, que va de Solórzano a Bádames. También quedaron inutilizadas por un argayo la CA-643 en San Roque de Riomiera y la CA-685, que comunica Gibaja y Hoz de Marrón, así como la CA-255, de Regules a Los Tornos.
El Pas superó su cauce en Salcedo y afectó a garajes y viviendas en Villaescusa, Santa María de Cayón, Oruña, Mies de Pomaluengo, y Penilla de Toranzo. Y la red ferroviaria permaneció cortada entre Ojedo y Hoz de Anero por acumulación de agua. Los vecinos, impotentes, revivieron el temor de hace unos días y se pertrecharon con sacos terreros para construir barreras que frenaran la entrada de agua; pero pese a estos esfuerzos, en el barrio Navalín de Villaescusa volvieron a estar asilados a causa del temporal.
Se activaron todos los servicios de vigilancia y prevención, sobre todo para avisar a los vecinos que pudieran tener sus vehículos estacionados en las zonas que son potencialmente inundables. Algo crucial, pues el pasado día 29 muchos de los afectados se quejaron precisamente del escaso margen de maniobra que tuvieron frente a la riada porque «nadie nos avisó». Suerte que a media tarde la situación se estabilizó.
El Asón
En Ampuero, el polígono de Marrón se desalojó sobre las 15.45 horas porque ya está lleno de agua, al igual que la zona de la plaza de toros de la Nogalera y la bolera. Zonas que a media tarde se habían convertido en una piscina. Se suspendieron las actividades extraescolares en los colegios de Limpias, Ramales, Rasines, Ruesga, Ampuero y Soba.
En las carreteras que unen Gibaja y Coterillo (en Udalla) se produjeron sendos argayos. Y en Ramales de la Victoria, las inundaciones afectaron a dos vías en los barrios de Helguero y Vegacorredor, puntos habituales que resultan afectados por el exceso de corriente de los ríos.
Como el campo de fútbol de Ampuero, que volvió quedar anegado. Precisamente para este domingo los integrantes del club tienen planeado manifestarse para exigir que la infraestructura deportiva se reubique en otro punto de la localidad.
La máxima preocupación al final de la jornada de este jueves se centró en el Deva, pues a su paso por Molleda coincidió con la pleamar. «Vamos a colocar barreras frente a las casas para frenar la posible entrada de agua», avanzó la consejera de Interior horas antes de que el río, desbordado, comenzara a entrar en algunos trasteros y garajes para indignación de los vecinos.
Hasta 115 efectivos de emergencias y protección civil se repartieron este jueves por toda la región para observar de cerca la crecida de los caudales y para colaborar con los vecinos en labores de prevención. «Y estaremos muy atentos a toda la madrugada porque está previsto que continúe lloviendo mucho por la noche», avanzaba este jueves por tarde la consejera Paula Fernández.
El centro de emergencias ayer era un hervidero de personas. Llamadas, avisos, decisiones... El cerebro del 112 no descansó para coordinar todas las acciones de una jornada en la que, pese a lo que podría pensarse, no fue necesario desalojar ninguna vivienda particular.
Y eso pese a que hubo puntos donde estuvo cerca. La imagen de los coches cubiertos prácticamente hasta la matrícula da una idea la cantidad de agua que se acumuló en los accesos del IES Ría del Carmen, en Revilla de Camargo. Subidos ya al autobús, los alumnos no daban crédito mientras grababan con su teléfono móvil.
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