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Oruña, en una de sus numerosas visitas a Cantabria. Luis Palomeque
Los imprescindibles de María Oruña en sus veranos cántabros

Los imprescindibles de María Oruña en sus veranos cántabros

La exitosa escritora, reciente pregonera del Día de Cantabria, se ha pateado la región a fondo y tiene recomendaciones muy personales para dar y tomar

Violeta Santiago

Santander

Domingo, 18 de agosto 2024

María Oruña es de esas personas apuntada al ahora «porque solo tenemos una vida». Y como se ha pateado Cantabria de arriba a abajo, lanza una catarata de recomendaciones cuando se le pregunta por sus imprescindibles del verano. ¡Hasta da consejo para el 1 de enero porque en alguna ocasión ha empezado el año esquiando en Alto Campoo! La novelista, última pregonera del Día de Cantabria, detalla sus lugares favoritos desde Vigo, la ciudad en la que arma sus exitosos libros. En ellos es habitual encontrar escenarios y paisajes (Suances, Santillana del Mar, Santander...) de su segunda tierra, a la que solo le pone una pega: que aquí no encuentra el pan de Galicia.

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    Un sendero junto a la ría que no tiene precio

    Campiña inglesa de Suances a Torrelavega

La vía que une Suances con Torrelavega «es ideal para un día nublado o para recorrerla con niños». Luis Palomeque

«Tengo que empezar por Suances, porque me rechifla. Hay un pueblo mucho más allá del acantilado de Los Locos -aunque sea precioso- o la bodega de Isidro, muy marinera. Yo siempre recomiendo dar un paseo que empieza en el muelle actual y va hacia el viejo por la ría. Hay que arrancar en la playa de perros y, si quieres, llegas hasta Torrelavega. No sé si tiene nombre, pero es un camino muy bonito, muy relajante: vas atravesando un paisaje que es como de campiña inglesa, te da la impresión de que estás en Inglaterra. Te encuentras hasta unas ruinas de un antiguo monasterio y, por todo el trayecto, hay un montón de bancos. Es ideal para ir con niños y para la típica mañana que amanece nublada». Sin salir de Suances, y también en Oyambre, la narradora anima a todo el mundo a que pruebe a subirse en una tabla de surf. «Estos dos sitios son de ola larga y puedes enrolarte en una clase de surf de dos horas: no se puede ir a los sitios solo para dar un paseo y comer», defiende.

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    En Santander hay buenos momentos de relax

    Café con vistas desde el Hotel Real

La terraza del Hotel Real. Oruña la recomienda por sus espectaculares vistas sobre la bahía. Javier Cotera

Oruña también disfruta de tomarse un café en el Hotel Real, por las vistas de las que se goza desde su terraza. «Muchos lo sabrán, pero otra mucha gente igual no lo sabe -o no se le ocurre ir allí porque no sabe que se puede ir a tomar algo sin estar hospedado-. Merece mucho la pena. Las vistas sobre la bahía de Santander son espectaculares, maravillosas». En la capital, la autora descubrió hace poco el paseo de Mataleñas, «con el faro y Cabo Mayor al fondo» y alucinó. Sin salir de Santander, le gusta tapear por la zona centro y, sobre todo, acercarse a la Librería Gil y llenar la bolsa.

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    El turismo gastronómico interesa ¡mucho!

    Que no falte una quesada recién hecha en Vega de Pas

La escritora avisa: ella huye de las quesadas envueltas en plástico. DM

María dice hacer mucho turismo histórico por su trabajo, pero también le tira «mucho» el gastronómico, confiesa entre risas. «En Cantabria valoro muchísimo un buen cocido montañés, los sobaos... Le digo a la gente que debe probar un trozo de quesada recién hecha en la Vega de Pas. Si te lo tomas calentito, es otro mundo. Lo recomiendo encarecidamente: es otra cosa, un producto distinto cuando se acaba de hacer, nada que ver con la quesada que va envuelta en un plástico». Aclara que no tiene ningún lugar favorito para comerla: «Me vale cualquiera de ellas porque son todas impresionantes» de ricas.

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    Sí, Torrelavega también es un gustazo

    Para el sobao, y las compras, Torrelavega

«Odio los centros comerciales». Por eso, comprar en el centro de Torrelavega, «con todo a mano», le parece un lujo. Luis Palomeque

Lo que sí reconoce es un sobao preferido. «Hay muchos buenos, aunque si tengo que elegir, voy a Carral, en la Avenida de España de Torrelavega. Invito a todo el mundo a pasar por delante de ese obrador y les reto a que no entren después de haber olido el olor delicioso que sale. Hacen toda la repostería, pero yo voy allí por los sobaos: son el sabor de mi infancia, me encantan». Torrelavega también le gusta para ir de compras, porque odia los centros comerciales. «Salir de compras en una ciudad pequeña es súper cómodo. Está todo cerca solo dando una vuelta. Encontrarlo todo tan a mano me parece un planazo». Otro plan diferente sin salir de la capital del Besaya: el llamado paseo del colesterol. «Voy con familia y es súper bonito porque vas viendo todas las huertas...».

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    Huyendo de los tópicos típicos del lugar

    Una puerta que rezuma encanto en Comillas

La puerta diseñada por Gaudí: hay que buscarla, no está en las rutas habituales de Comillas. Javier Rosendo

«Además de lo típico tópico como el Palacio de Sobrellano, el Monte Corona y los pueblos de alrededor, en Comillas animo a buscar la casa en la parte alta del pueblo con la famosa puerta de los pájaros de Gaudí. La casa es como muy de novela, de cuento de hadas. Hace poco llevé allí a una gente de Cantabria que no lo conocía y les encantó». Advierte, eso sí, que la vivienda que está detrás de la puerta artística es privada «y aunque cuenta con una capilla antigua muy bonita y hasta torreón, solo se puede curiosear desde fuera». A distancia se puede ver que la casona tiene decorados los ventanales con figuritas pequeñas, como mariposas y cervatillos... «Es un sitio muy especial. En la puerta diseñada por Gaudí hay un cartelito, aunque ahora están dejando que lo tape la hiedra».

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    Una experiencia interactiva y LA CALMA

    En Santillana, plan de palacio y cala

El Palacio Velarde. Deslumbra por fuera y está lleno de experiencias por centro. DM

Santillana del Mar es otra parada obligada para Oruña aunque se lo conozca «de memoria... Es que siempre aprovecho para comer allí el cocido montañés, donde me cuadre». Ahora le ve a la villa el plus del 'nuevo' Palacio de Velarde, convertido en un espacio interactivo en el que se recrea por medios digitales la historia del lugar, planta por planta. Conoce a las personas que lo han puesto en marcha y «me parece genial que no lo hayan convertido en otro hotel o restaurante y hayan apostado por una experiencia totalmente diferente. Es muy original lo que han hecho». Sin salir de Santillana, señala un sitio más: Onzapera, «una pequeña cala que abrió el mar. Es como una bahía de juguete. Los lugareños han esculpido unas escaleras y es un sitio muy escondido, antes de llegar a Puerto Calderón. Está sin señalizar, no hay parking habilitado para mucha gente y no está nada saturada. Es un lugar al que acudo en busca de calma, para tener un rato sin pensar en nada...»

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    Vía verde, balneario, cuevas, río y terrazas

    Puente Viesgo lo tiene todo, todo, todo

La autora ambientó en el balneario de Puente Viesgo su última obra. Daniel Pedriza

El último indispensable de la escritora (aunque tiene carrete para otros muchos más) es Puente Viesgo, al extremo de que ambientó su última obra, 'Los inocentes', en el balneario local. De este pueblo histórico le gusta todo, todo, todo: la vía verde «muy fácil y muy llana» que discurre sobre las antiguas vías del tren. «Se alquilan bicicletas allí mismo y, en algunos tramos del recorrido, el paisaje es ideal, como irse a las montañas de Heidi». «Luego puedes tomar algo o comer en cualquier terraza o irte al spa, que es independiente del hotel y no tienes que estar alojado para disfrutarlo, y ya rematas el día». También le parece un imperdible la senda de pescadores junto al río Pas, muy cerca del balneario. «Son solo 800 metros y es una pequeña ruta preciosa». La visita a las cuevas las da por supuesto. Es más, le llama la atención que todo el mundo quiera irse «de cabeza a Altamira... ¡pero si la cueva de allí es de cartón piedra y es raro que te toque entrar en la real! Yo prefiero mil veces las cuevas de Puente Viesgo (Las Monedas, El Castillo) y, por supuesto, en Ramales de la Victoria, Cullalvera... Cualquiera de las cuevas son un plan perfecto para un día de lluvia. Son un súper lujo de Cantabria por un precio módico y con guía incluido».

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