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Cantabria es el campamento base de Rulo. Ese lugar al que, esté donde esté, vuelve para recargar pilas y reencontrarse con esos lugares que le dan paz y le inspiran para componer su música. ¿Qué tendrá Cantabria que siempre le hace regresar? El músico de Reinosa comparte con El Diario Montañés y sus lectores los planes que no pueden faltar en sus veranos.
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Ese verde que inunda Cantabria es algo que no puede faltar en los veranos de Rulo. Cuando todo el mundo se pelea por un sitio en primera línea de playa, él prefiere comer de cuchara en Picu Casares, hacerse una ruta a caballo por Abiada o caminar por las sierras del Cordel o del Hijar. El contacto con la naturaleza es algo principal en los veranos del músico. Las entrañas de la tierruca y su gastronomía es una parada obligatoria. «Me gusta parar en Casa Vejo y degustar sus maravillosos hojaldres, que me pierden», dice. También hay un hueco para sus amigos de siempre de Reinosa, que, con todo el trajín de las giras, no tiene oportunidad de verlos tan a menudo como le gustaría.
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Aunque el interior de la región esté muy presente en los veranos del músico, no puede resistirse a los encantos de la bahía de Santander. «Salgo a remar todas las mañanas por la bahía», confiesa. ¿Su parte favorita? Llegar hasta la Isla de Mouro, subir para ver la ciudad desde arriba o darse un chapuzón en la playa de Los Molinucos -su favorita-. «Es una maravilla», afirma. Rulo también tiene tiempo para echar la vista atrás y volver a esos años en los que se subía a las Reginas y cruzaba hasta El Puntal. Asegura que es otro de sus imprescindibles del verano. «La Bahía de Santander me tiene permanentemente hipnotizado», confiesa el músico.
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¿Y cuándo llueve? Cantabria tiene planes para todo el año y Rulo lo sabe. «No hay verano en el que no visite el parque», asegura. Muchas veces la lluvia no te deja ir a la playa o hacer una ruta a caballo. Es aquí donde entra el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. «A mis tres hijos les encanta. Es un lujo que tenemos». Pero no es un plan exclusivo de familia, también lleva a sus amigos que vienen de fuera de Cantabria: «Se quedan asombrados».
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A Rulo le gusta el deporte. Y también la costa cántabra. De estas dos aficiones nace la tercera. El surf. Rulo no se queda en la orilla de la playa. Todo lo contrario. Se enfunda el traje y sale a pillar la mejor ola o, por lo menos, a intentarlo. «Intento seguir aprendiendo pero se me resiste. Aun así, disfruto mucho peleando con las olas», dice.
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Cantabria Infinita. Cantabria mar y montaña. Cantabria sabe de gastronomía y Rulo también. Cuando llega a la región tiene restaurantes para hacer las cinco comidas del día e, incluso, repetir. Avrile en Mogro; La Primera Vaca, en Suesa; La Solana en la Bien Aparecida o el Street Food del BNS y su hamburguesa de Tudanca a pie de playa. Rulo no se queda nunca con hambre. Como no podía ser de otra manera, para acabar, un mediano en el café Siboney mientras ve salir los barcos.
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Aunque el verano sea un momento de desconexión, Rulo no puede aparcar la música. «Me encanta asistir a conciertos. Cada vez hay una oferta más amplia y variopinta». Para Rulo es indispensable aprovechar tanto los festivales grandes como los conciertos en salas, para aprender y disfrutar durante estos meses.
El cantante disfruta de la región un año más. De su mar, de su montaña, de su gastronomía, de su música. Y, así, un verano más Rulo le canta 'Me quedo contigo' a su tierra.
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