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Desde Castro Urdiales a Val de San Vicente, los más de 200 kilómetros de costa propician condiciones idóneas para practicar surf. Y desde que el ... pionero Jesús Fiochi cabalgara por primera vez una ola en El Sardinero, en 1963, la pasión por el deporte de la tabla se ha convertido en una parte esencial para comprender la industria turística de la región. Ahí están los datos: Cantabria facturó 13,8 millones de euros en 2018 gracias al reclamo del surf, 1,4 más que en 2015 (12,4 mill), cinco millones y medio más que en 2009 (8,2 millones de euros). Eso significa que, en nueve años, los beneficios reportados gracias a este fenómeno han crecido un 40%. Las cifras recabadas por la Universidad de Cantabria (UC), el Instituto Nacional de Estadística (INE) y las empresas Cegos y Exceltur hablan por sí solas. La región ha encontrado un filón en el deporte acuático, un tesoro turístico cuyas cifras, hoy por hoy, no conocen la cresta todavía.
Y los números vuelven a ponerlo de manifiesto. Por ejemplo, si hace una década había 35 escuelas de surf a cuatro pasos de los arenales cántabros, el año pasado ya eran sesenta. De ahí otro de los repuntes clave y más permeables entre los habitantes: el empleo. En 2009 trabajaban 238 personas en Cantabria en oficios directamente relacionados con este deporte y el año pasado ya eran casi el doble, 426.
17.000 turistas ha ganado Cantabria gracias al surf desde 2009 hasta el año pasado, de 29.000 a 46.000.
4,3 millones de los 13,8 millones facturados con este deporte corresponden a Ribamontán al Mar.
2011 La Universidad de Cantabria introdujo el surf en sus cursos de verano.
Habida cuenta de su aparición y los síntomas de una coyuntura valiosa para el modelo turístico, el Gobierno central, regional y el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar, municipio insignia en Cantabria con este deporte, unieron fuerzas para dedicar más recursos a esta oportunidad, articulando en 2010 el Plan de Competitividad Turística, un proyecto pionero en su especie al tratarse del primer plan de dinamización turística en España enfocado al surf. Sus objetivos fundamentales: especializar y promocionar el municipio como destino turístico de surf, desestacionalizar la llegada de visitantes, aprovechando que se practica todo el año y abrirse a nuevos mercados. Por entonces Cantabria invertía 2,7 millones para coger la ola lo mejor posible.
Los contribuyentes pueden ver los frutos de este proyecto a diario, desde la ya célebre señalización que distingue a Ribamontán al Mar, los centros de surf y zonas donde practicar 'skate' hasta eventos de promoción y apoyo a empresas del sector. Ya cuando estos primeros pasos se convertían en algo tangible, en 2011 y por primera vez, la UC puso sobre la mesa esta oportunidad en sus cursos de verano con el asunto 'El surf: nueva industria turística emergente'.
Convertido en algo más que entretenimiento para los amantes de las olas, el deporte y el respeto hacia el mar se extendieron más allá de las playas. Resultado: un aumento de 17.000 turistas directos gracias al surf desde 2009 hasta el año pasado, de 29.000 a 46.000. Cantabria no ha cogido esta ola de casualidad. La buena coordinación de los agentes implicados -desde escuelas, la propia universidad hasta la Administración- ha conseguido trazar una red de éxito que se supera en estadísticas todos los años.
Este rendimiento al alza tiene a Ribamontán al Mar como uno de sus impulsores más destacados. En sus calles, la apuesta se ha traducido en otra escalada de establecimientos y riqueza en el municipio al que, como paradigma y motor del engranaje surfista en la región, corresponden nada menos que 4,3 de los 13,8 millones facturados por la industria, veinte de sus escuelas -más nueve 'surf houses', ocho tiendas relacionadas y dos talleres de tablas- además de 161 de sus empleos directos.
Para mayor muestra ahí están sus escuelas que, con la Escuela Cántabra de Surf a la cabeza -fundada en Somo en 1991 por el campeón de surf David 'Capi' García, la primera de toda España- crecen a un ritmo anual del 5% y sólo el año pasado recibieron a 9.000 alumnos. Para hacerse a la idea del peso de la industria surfera en las arcas ribamontanas, el 24% de los turistas que visitan el municipio lo hacen atraídos por el surf. ¿Y cuántos fueron el año pasado? Nada menos que 16.000 personas o, dicho de otra forma, casi diez mil más que en 2009 (6.500).
La penetración del surf en su esfera turística tiene consecuencias menos obvias pero igual de reveladoras para entender su trascendencia en la actividad económica. Más allá de las escuelas, los negocios no relacionados con el surf ponen su granito de arena dando de comer a los visitantes, en el caso de los hosteleros; o trasladando a éstos desde el aeropuerto hasta el hotel; como es el caso de Santiago Esteban, propietario de un taxi pero también de un microbús que, desde hace 16 años, le ha servido para recoger a cada vez más amantes de las olas.
«Ahora hago entre ocho y diez viajes al día relacionados directamente con el surf, personas que llegan al aeropuerto o a la estación de tren y han venido a Cantabria a surfear en Somo», cuenta el conductor, uno de los testigos directos del «boom de la última década» y que, en su caso, «ha significado un aumento considerable del trabajo».
Esteban habrá dejado y recogido a más de uno en el Hotel Estrella del Alemar, en Loredo, uno de los lugares de paso, comunes ya para aquellos que llegan con la tabla bajo el brazo. En los últimos diez años, su propietario, Alejandro Ocejo, ya ha comprobado que alrededor de «un 40% de la actividad del negocio tiene que ver con el surf», nada menos. Y aunque el perfil del visitante es el de personas jóvenes, «cada vez más gente viene en familia, aunque el resto de miembros no lo practiquen». Mientras habla, terminan su desayuno las cerca de veinte personas que hay alojadas en su hotel, casi todos nacionales, salvo un italiano. «Todos los días es parecido: Madrugan, desayunan y se van a coger olas».
Aunque Ribamontán al Mar es el municipio 'surfero' por excelencia en Cantabria, la dimensión que ha adquirido el deporte es un hecho palmario en otros puntos de la geografía regional. Pueden hablar de este mismo crecimiento en San Vicente de la Barquera, por ejemplo. Aquí, desde 1999, los surfistas profesionales Arjuna Zapatero y Pablo de la Mora imparten clase a cientos de alumnos todos los años en la Escuela de Surf Buena Onda, la primera que se abrió en este municipio, frente a la playa de Merón.
Ese mismo año, otro referente del sector nacía en Suances, a orillas de la playa de Los Locos. Desde entonces, la escuela de Surf Los Locos es cuna de aprendizaje para una media de mil alumnos cada año. Su director y técnico instructor, Borja Ibarra, ha sido testigo del creciente reclamo del surf, un fenómeno «que ha aumentado mucho en los últimos años», como aseguró preguntado por la afluencia de tablas en los arenales cántabros.
En 1991, el campeón de España de surf David 'Capi' García fundó la primera escuela de surf de España, en Somo. Desde entonces, la Escuela Cántabra de Surf –la que tiene más empleados en nómina (46)– es un referente a todos los niveles. En relación al peso que ha ganado el deporte, Capi llama a convertir el surf en un sector «profesionalizado del todo, con escuelas de surfistas para surfistas y, sobre todo, con profesores que siempre han de estar preparados y ser profesionales». De ahí, el director del centro y fundador de la Asociación de Escuelas y Surfistas Profesionales (AESP) se pregunte:«¿Qué tipo de cliente buscamos, uno 'low-cost' o de calidad?».
Este centro puede presumir, además, de ser un ejemplo a seguir en su otra faceta: la competición. «Llevamos tres años ganando por equipos en la Liga Cántabra de Surf o los Juegos Escolares de Cantabria. Tenemos la suerte de ser un centro referente en ese aspecto. No sólo trabajamos lo turístico, sino también lo deportivo», acentuó.
No son los únicos. Más al este de la región, en Santoña, el surfista Rubén Abelenda -premiado con el sexto puesto en el Campeonato Nacional de Surf y en otros torneos internacionales- fundó en 1998 otra de las escuelas de más éxito en la costa regional, la Berria Surf School, que, como informan desde su sitio web, enseña a otro millar de alumnos cada temporada.
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