Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando Miguel Ángel Revilla, durante las primeras semanas de la pandemia, salía en los medios de comunicación para explicar a la población cómo iba a ser la evolución del virus, lo hacía después de hablar previamente con Ángel de Francisco, catedrático en Medicina y exdirector ... de Nefrología de Valdecilla. El presidente regional no sólo se fía de su amigo 'Gele' por la relación personal y profesional cosechada durante años, también porque, pese a ser una autoridad en una especialidad distinta, ha coordinado a nivel mundial grupos de trabajo sobre la inmunización de los enfermos de riñón. De ahí su vínculo con Anthony Fauci, epidemiólogo principal de la Casa Blanca –algo así como el Fernando Simón de Estados Unidos– y otros expertos internacionales con los que sigue trabajando ya desde el ámbito de la investigación y la divulgación.
–¿Si le llegan a decir hace un mes que España entraría en una quinta ola este verano, se lo hubiera creído?
–Para nada. Sí se podía esperar que hubiera algunas variantes que aparecieran y que siguiera habiendo virus con una incidencia de alrededor de 100 casos por cada 100.000 habitantes. No bajar de 50, pero lo que está ocurriendo con la variante Delta está siendo tremendo. Yo esperaba un verano bastante más tranquilo.
–La liberación de la mascarilla en exteriores se ha llevado a cabo en muchos países y ninguno tiene los datos de España o Portugal, que encabezan el ránking. ¿A qué se debe?
–A nivel europeo, España es ahora el segundo país en incidencia después de Reino Unido. Los europeos lo han hecho un poco mejor que nosotros. ¿Las causas de este repunte? Lo primero, la variante Delta, que influye igual en todo el mundo con una capacidad de infectar un 50% superior a las anteriores. Y en España, todas las medidas se han levantado de una forma apoteósica y triunfalista, como si ya hubiéramos ganado al virus. Las cosas tienen que hacerse más despacio. Además de esa relajación brusca de las restricciones, está la sociología de la vida nocturna de España. Las concentraciones nocturnas y los eventos que hay aquí no los hay en otros sitios. Forma parte del espíritu español y las autoridades no han podido controlar todo eso. Ni tenían medios ni capacidad legal para eso. Ha habido pocos controles a los viajeros y luego ese 10% de personas que se han vacunado pero que se reinfectan. Aunque las vacunas se han demostrado un éxito hasta con la variante Delta.
–Ya advirtió que la retirada de la mascarilla era una buena noticia, pero también que quizás se tendría que hacer por grupos de edad, pensando en la población más joven.
–Tendemos a unificarlo todo. Pasa con los grupos de edad y con la hostelería. Hay lugares de restauración que tienen condiciones para que nunca se hubieran cerrado. Y con las mascarillas pasó lo mismo. Las personas vacunas con doble dosis podrían estar perfectamente entre ellas sin usar. ¿Pero cómo se pueden quitar para las no vacunadas si se ha demostrado que se reduce la transmisión un 90%? Fue un error.
–Le parece ajustado ese apelativo de 'ola joven' o se estigmatiza a un colectivo que hasta ahora había tenido un comportamiento muy positivo.
–No es que les estigmatice, es así porque no están vacunados. Y quizás no han recibido la gravedad de la enfermedad. No son conscientes. Ellos, en su mayoría, se pueden infectar sin ingresar en el hospital. Pero ya hay jóvenes en el hospital y jóvenes que van a morir. Y que provocarán muertes.
–Entiende esa pulsión de la juventud por salir a la calle tras muchos meses de restricciones.
–Por su estilo de vida, tienen un control más difícil. Afortunadamente, porque si fueran como los mayores esta sería una sociedad muy aburrida. Es muy difícil hacer una rastreo a los jóvenes porque no dicen siempre la verdad para no involucrar a los amigos.
–Parece que hay unanimidad en que lo que sí ha sido un éxito, contra lo que podría pronosticarse en un inicio, ha sido la gestión del covid en las aulas.
–Efectivamente. Eso ha sido algo que en España se ha hecho muy bien. Ha sido ejemplar. Los profesores y los alumnos han mantenido todas las medidas, con la ventilación y la cápsula de convivencia. En ese ámbito se han detectado y aislado muy bien los casos y ha sido ejemplar. Han dado una lección: que hay futuro y me quedo con el mensaje de que podemos estar organizados si queremos. Los chavales lo hicieron muy bien todo el curso y muy mal cuando acabaron la EBAU y se lanzaron a la calle.
–¿Qué toca hacer? ¿Va Cantabria bien encaminada al recuperar el toque de queda y la reducción de los grupos en reuniones?
–Como el contagio es extremo, tenemos que ver dónde se produce el núcleo más importante. Y está clarísimo que es en el ámbito nocturno. El toque de queda me parece muy importante, porque retiras entre el 50% y el 70% de los contagios. Se reunirán en otros sitios, pero ya está más controlado. Y en este momento, la restauración bien estructurada, cumpliendo las normas, hay que preservarla al máximo. Ni tocarla. Se ha visto en Madrid. Es verdad que hay que tener cuidado en interiores, pero se puede hacer. Si hacen en esa industria las cosas bien, es bastante segura.
–¿Le sorprendió la rapidez en crearse las primeras vacunas?
–Hasta ahora, están siendo efectivas con todas las variantes. La sociedad todavía no se ha dado cuenta del milagro que supone lo que estamos viviendo. Antiguamente, cuando había una pandemia (la peste con 200 millones de muertos, la viruela con 50 millones, la gripe del 18 con 40 millones de muertos), no había posibilidad de salir de ese proceso más que a través de una inmunización colectiva. A base de contagiarse todo el mundo y morir una parte importante de ellos. Ahora, en unos meses, se ha conseguido la vacuna. Ha sido porque ha habido 15 años previos de investigación en modelos teóricos. Y ha sido posible por el liberalismo económico y por el apoyo de los accionistas a la industria farmacéutica. Con ayudas del Estado en algunos casos, pero sin ese modelo no habría sido posible.
–¿Cree que será necesaria una tercera vacuna, como dicen algunas farmacéuticas?
–Es un tema discutido que ha sacado a la palestra Pfizer. Hay que esperar a los informes clínicos. Hasta ahora sabemos que no hay necesidad de una tercera dosis. Quizás en colectivos pequeños, esos que decíamos antes que pueden tener menos inmunidad. Pero hoy por hoy, la durabilidad de la inmunización es suficientemente buena para que no haga falta. Ahora bien, hay muchos estudios que se están centrando en eso y puede llegar un momento en que parte de la población que, pasado un tiempo, la haya perdido. Pero se valorará en ese momento.
–Las personas que rechazan en España el pinchazo, los negacionistas, han sido mínimas, en relación a otros países. ¿Nos fiamos más de la ciencia que nuestros vecinos?
–Habrá que ver al final del proceso los datos de inmunización en España, sobre todo de los grupos más jóvenes. Es verdad que en los mayores es cercano al 100%. En Estados Unidos, por ejemplo, sí que ha habido ese movimiento negacionista ligado a aspectos políticos.
–¿Y tendremos memoria para recordar dentro de unos meses el esfuerzo que han hecho los trabajadores sanitarios?
–Ninguna. España es un país que me encanta, pero hay muchas cosas importantes que pasan desapercibidas. Creo que como sociedad no tendremos la capacidad de memoria para reconocer ese esfuerzo. Lo dudo y ojalá me equivoque. ¿Acaso hay reconocimiento a las fuerzas de seguridad por su gran lucha contra ETA? Muy poco.
–¿Entiende que sea el órgano judicial quien tenga la última palabra y no las autoridades sanitarias, que tienen el conocimiento técnico?
–Es un absurdo total. Que lo tengan que resolver los jueces y que en un sitio digan que sí y en otro que no… Habría que tener una normativa, una ley de pandemias, basada en índices objetivos. No puede ser que sean las autonomías las que decidan en qué momento hacen una cosa u otra. El Estado tenía que haber marcado las normas, porque la pandemia es en todas las regiones igual. Y los jueces no deberían intervenir. Fíjate que papeleta para ellos, aunque tengan su asesoría científica. Aquí no estamos para interpretar, aquí habría que actuar o no con los indicadores objetivos.
–Lamasón es el primer municipio en alcanzar el 70% de inmunizados, lo que se considera la inmunidad de grupo. ¿Cabría aliviar medidas en las localidades que vayan entrando en esta situación?
–Realmente no se sabe con qué cifra se consigue. Ese 70% está basado en estudios anteriores, pero no se sabe exactamente dónde se sitúa la inmunidad de grupo. Por lo menos hasta el 80%... Porque habría que saber cuántos de los vacunados tienen el máximo de anticuerpos. Algunos grupos de población, sobre todo mayores, no se inmunizan fácilmente porque su organismo no responde igual que los más jóvenes a las vacunas. De ese 70% de Lamasón, igual sólo el 60% está inmunizado aunque tenga la pauta completa. Lo que habría que hacer es vacunar a todos.
–Algunas de las últimas víctimas tenían la pauta completa. ¿Entra dentro de lo previsible?
–Sí, totalmente. Por ejemplo, en el caso de los pacientes trasplantados o en diálisis. Su inmunización es menos potente, porque están tomando fármacos que disminuyen la respuesta de anticuerpos. Y como ellos hay otros grupos. Por eso hay un porcentaje pequeño de vacunados que puede morir. Yo creo que a final de año, aunque sigan llegando variantes, porque la epidemia global necesita una solución global, podemos tenerlo controlado.
–¿Y la entrada en la UCI de personas más jóvenes? ¿Quiere decir que las nuevas variantes son más fuertes o que al haber más jóvenes contagiados, hay más posibilidades de agravamiento?
–Fundamentalmente que hay más jóvenes contagiados. O que tiene alguna circunstancia que le hace más sensible al virus.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.