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Inmunizados contra el covid

Inmunizados contra el covid

Cantabria ·

Vacuna. Personal sanitario de hospitales, trabajadores de centros de mayores y residentes cuentan a El Diario Montañés las «ganas» que tenían de que llegara la vacuna contra el covid y cuáles son sus sensaciones después de haber recibido las dos dosis de Pfizer que han sido un «chute de energía» que les da «tranquilidad»

Laura Fonquernie

Santander

Domingo, 31 de enero 2021, 07:26

Cristina Alonso | Responsable de Enfermería de la Residencia San Cándido

«Nos da seguridad a la hora de cuidar aunque mantengamos las medidas»

Cristina Alonso, en San Cándido. María Gil

Entre la primera y la segunda dosis pasaron los días con más cuidado si cabe para «no tener problemas» y poder recibir el segundo pinchazo. A la residencia San Cándido, en Santander, los primeros viales de la vacuna contra el covid de Pfizer llegaron el 8 de enero. Aquel fue un día de «alegría», cuenta Cristina Alonso, responsable de Enfermería del centro. Fue tan emocionante que «todo el mundo se sacó una foto». Luego, recibir la segunda dosis y saber que ya estaban inmunizados contra el bicho se vivió como «un logro». Y también como un momento de «alivio» por poner una barrera contra ese bicho que les ha obligado a abrir la planta covid dos veces. «Fue muy doloroso», reconoce. Durante las jornadas de vacunación hubo mucha «expectación y revuelo», pero sobre todo «júbilo» porque ayuda a «ver algo de luz al final del túnel». Sobre todo para los residentes del centro que aplaudieron cuando los viales cruzaron la puerta de la instalación. Tras ver el anuncio de la vacuna contaron los días hasta su turno. «¿Cuándo me vacunan contra el bicho?», preguntaban a menudo. Al final, «quienes más han sufrido han sido ellos», reflexiona la enfermera. Se refiere a las personas mayores del centro que llevan casi confinadas desde marzo. Y estos pinchazos son el primer paso para recortar esa distancia social que ha marcado las visitas de sus familiares. «Tienen ganas de volver a abrazar». Ypara los trabajadores es una forma de ganar tranquilidad. «Nos da seguridad a la hora de cuidar», explica Alonso. Además, al cuidarse ellos «la calidad del cuidado será mejor». No obstante, las medidas de prevención no han cambiadoTampoco las unidades ni los grupos burbuja. Es momento de «seguir siendo cautos», subraya.

Montse Bustamante | Enfermera en Sierrallana

«Estamos llegando al límite. Esto es un punto de inflexión y hace ilusión»

Montse Bustamante, en Sierrallana. Luis Palomeque

Incertidumbre, fragilidad, miedo, estrés...». Montse Bustamante, enfermera en el Hospital Sierrallana, se queda sin adjetivos para enumerar cómo se ha sentido a lo largo de estos meses. Por eso tenía unas «ganas tremendas» de que llegara la vacuna contra el covid. Tantas que se ha encargado de hacer «campaña» y animar a sus compañeros a que se pincharan porque «tenemos que confiar», dice. Tras recibir la segunda dosis de Pfizer el jueves, se ha quedado «como tranquila, con la sensación de que se ve la luz al final del túnel», resume. Y se nota en el ambiente, algo ha cambiado ya. Quizá sea justo eso: «Creo que estamos más tranquilos». Porque después de estar diez meses en primera línea en la lucha contra el virus ya estaba «agotada mentalmente» y las dosis han sido algo así como «un chute de energía, una ilusión», define la enfermera. Durante la primera jornada de la campaña no faltó la foto. «Nos hicimos una el grupo que estaba vacunándose» porque sabían que aquel era un día que «iba a marcar nuestras vidas», cuenta con tono optimista. El servicio estaba llegando al límite de «estrés y tristeza» y ese pinchazo ha supuesto un «punto de inflexión». Montse es consciente de que aún quedan meses para que la población general esté también inmunizada, por eso mira al futuro con cierta«incertidumbre», pero prefiere quedarse con la «esperanza» que les ha dado saber que la solución al bicho ya está aquí. Llegar hasta enero ha sido un camino «duro», pero Montse vuelve a estar «al 100%». Como si, además de inocularle la vacuna, le hubieran inyectado «energía» para seguir al pie del cañón. ¿Efectos del pinchazo?Nada. Sólo «dolor local» en el brazo, como con cualquier otra vacuna.

María Cabos | Usuaria residencia Orpea

«Tenemos que luchar todos contra el virus y la vacuna es importante»

María Cabos, residente de Orpea. Roberto Ruiz

Es un bien para todos, ¿no le parece?», pregunta María Cabos, de la residencia Orpea, en Santander, desde el otro lado del teléfono. Habla de vacunarse contra el covid. A sus 92 años no se lo pensó dos veces cuando le preguntaron si quería pincharse porque es una «cosa muy buena», insiste. Es más, le hace «mucha ilusión» poder presumir de haber recibido ya las dosis de Pfizer necesarias para inmunizar contra el bicho porque «nos da seguridad y mucha tranquilidad», explica. Con todo claro, ya «tenía ganas» de que llegara el momento de recibir esa primera dosis, aunque tomó la jornada con naturalidad. «Como un día normal». Para ella fue un día de vacunación cualquiera, como puede ser el de la gripe. ¿Y qué tal fue el pinchazo? «Muy bien, no sentí nada». Quizás al principio un «leve dolor en el brazo, pero sin ninguna importancia», asegura. Estar en la residencia es «una cosa muy grande». Y María disfruta de su estancia en el centro mientras escucha por la televisión lo que ocurre al otro lado de la puerta: «Estoy muy bien aquí». Aunque no puede evitar compartir el deseo de otra tanta gente, «recuperar la normalidad», reconoce. Esa que cambió hace casi un año. Por eso insiste en que «es importante vacunarse». Sus hijos lo están «deseando», dice, y están «muy contentos» de que a ella ya le hayan administrado los dos pinchazos. «A ver si entre todos acabamos con el virus». Y el camino para conseguirlo es, como hasta ahora, «luchar contra él», pero hace falta una cosa fundamental: «Que lo hagamos todos juntos», comenta. Lo «malo» es que no siempre es así, añade con cierta tristeza.

Nuria Marina | Enfermera UCI covid en Valdecilla

«Me ha dado energía, quiero pensar que este año despediremos al virus»

Nuria Marina, en la UCI Covid de Valdecilla. Roberto Ruiz

El día que Nuria Marina, enfermera de la UCI covid de Valdecilla, recibió la segunda dosis de la vacuna de Pfizer, llamó a su padre que se había pasado todo el día «acordándose» de ella. Y «la alegría que tenía» se notaba al otro lado del teléfono. El primer pinchazo llegó casi por «sorpresa» porque Nuria lo recibió el 5 de enero, el día que arrancó la campaña en el hospital. Como ya tenía pensado que quería vacunarse, no lo dudó. Ya tenía «muchas ganas» sobre todo porque es el camino para que «esto se acabe». Y esa fue la «sensación». El pensar que el pinchazo es «la única manera de que esto termine», cuenta la enfermera. Llevan muchos meses en primera línea, el cansancio se acumula y empezaba a vencer el «desánimo», que ahora ha quedado aparcado por el «optimismo» que ha traído la vacuna. «A mi me da energía para el día a día, que es duro», reconoce. De esa jornada de vacunación guarda «una foto» porque fue «histórico». Un momento clave del que «quiero que quede constancia». Para Nuria esa imagen cumple también la función de «dar ejemplo» y animar a familiares y compañeros a dar ese paso. De hecho algunos amigos «disiparon sus dudas» al ver que la sanitaria se pinchaba. Aunque sabe que «la luz» la verán cuando empiece a bajar la incidencia y para eso la enfermera tiene un mensaje claro: «Si no ponemos todos de nuestra parte, esto no se acaba». La vacuna ayuda, pero quedan meses para que llegue más allá del personal sanitario. La situación «pesa» y «todos tenemos ganas de volver a la normalidad», pero aún es momento de ser «responsables», explica.

Sandra Campos | Médico Intensivista en Valdecilla

«Ayuda a ver un poco de luz y da motivación para seguir trabajando»

Sandra Campos, en Valdecilla. Roberto Ruiz

Hay tres letras que se han convertido en las protagonistas de la crisis sanitaria:UCI. Allí los sanitarios han vivido «situaciones muy complicadas», cuenta Sandra Campos, médico intensivista en la UCI de Valdecilla. Por eso, la llegada de la vacuna contra el covid es «esperanzadora». Como ver «un poco de luz» al final del túnel, añade la sanitaria que recibió la segunda dosis de Pfizer el viernes. Ser testigo de como, a pesar de las restricciones, las camas se llenan cada día y ver como una ola «nos vuelve a atrapar» aumenta el agotamiento físico y mental de los profesionales sanitarios, que es cada día mayor, pero empezar con la inmunización «da motivación para seguir trabajando». Además de tranquilidad, es un paso que sirve como «chute» de energía. Sobre todo porque, conforme llegue a la población general, da «esperanza de que, aunque no se controle del todo, sirva para evitar el colapso sanitario», explica. El mayor miedo de los hospitales. Y esas ganas de pincharse se han notado estas semanas en el ambiente del servicio. Era un tema recurrente. «Había mucho ánimo y la gente estaba ilusionada», explica Campos. De hecho, cuando llegó la primer dosis a principios de enero, más de un compañero «quiso sacarse la foto pinchándose», era un momento histórico. Esa imagen también sirvió para «enviar ánimo a los familiares». Para que vieran que la vacuna contra el bicho ya estaba «aquí». ¿Entonces, hay que vacunarse? «Por supuesto, sin ninguna duda», zanja Campos. Estas dosis son una de las «principales medidas para curar enfermedades» y a lo largo de los años «ya han salvado muchas vidas».

Fermín Gil | Residente CAD de Cueto

«En la residencia había mucha vida y con esto la gente está muy animada»

Fermín Gil, residente del CAD de Cueto. María Gil

Fermín Gil, residente en el CAD de Cueto, preparó una frase de Aristóteles para la entrevista: «La esperanza es el sueño del hombre despierto», leyó. Él la usó para referirse a la vacuna contra el covid. Unos días que vivió con «mucha ilusión» porque es el camino para «salir del túnel» y dejar atrás la crisis sanitaria que «tanto daño ha hecho». Cueto fue el primer centro de mayores en recibir los viales de Pfizer, un momento que fue «muy emocionante» porque tanto residentes como trabajadores «esperaban con ganas» la llegada de las dosis desde que les anunciaron el inicio de la campaña. Ahora, estar inmunizados les da «tranquilidad» y en el centro ya «se respira otro ambiente». Aunque todavía continúan con las mismas medidas de seguridad y prevención. Eso sí, tienen el deseo de que eso cambie pronto porque«esta era una residencia con mucha vida», explica Fermín. Había actividades durante todo el año, un trasiego que lleva parado desde marzo. La que le apetece retomar primero a este usuario que cumplirá 90 años en junio es la de internet porque «yo suelo hacer los vídeos de las actividades», cuenta orgulloso. Fermín defiende que la vacuna es la «única solución» para recuperar esa normalidad, un día a día que está casi olvidado. Y por eso anima a todo el mundo a pincharse, incluso convenció a su mujer que vive allí con él. «Al principio no estaba decidida, pero la animé», explica. Hay una cosa que le gustaría recuperar pronto: los abrazos porque «son lo que más echo de menos», reconoce. Después de tantos meses, la distancia social con amigos y familiares «se nota mucho», dice.

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