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Al menos tres días por semana, los inspectores educativos visitan los centros que tienen asignados por Cantabria, y esas rondas por los colegios e institutos les sirven para dar cobertura a los equipos directivos, resolver dudas, comprobar in situ todo tipo de asuntos de ... interés... Aquí se rompe el primer tópico que arrastran estos profesionales, por lo general anclados al despacho y al ordenador en el imaginario colectivo. «Quizá no es lo más conocido de nuestro trabajo, del que se tiene una visión más burocrática, pero las actuaciones en los centros educativos, con el tema que toque, son parte de nuestras labores», explica Azucena Gozalo, jefa del Servicio de Inspección de la Consejería de Educación, FP y Universidades, quien, si bien se estrena este año en este cargo de responsabilidad, acumula más de dos décadas de experiencia en esta área de gestión.
Últimamente, buena parte de los interrogantes que plantean los docentes tienen que ver con la Lomloe o con la nueva ley de FP. Los inspectores supervisan todas las adaptaciones a la normativa, pero también asesoran y orientan a los centros en este proceso. «Les acompañamos en todo ese tránsito», certifica Gozalo, y aquí se rompería el segundo cliché asociado a los inspectores: su labor no está relacionada únicamente con la supervisión y la evaluación, que también, sino con el asesoramiento y la orientación. «Nuestras labores abarcan un abanico muy amplio. Y además de esa evaluación, de esa orientación, del asesoramiento y la supervisión, también colaboramos en los procesos de mediación. Porque cada vez se le da más importancia a esta intervención bisagra», añade. Los inspectores, de hecho, están al tanto de la apertura y cierre de los protocolos contra el acoso escolar y son figura de referencia en la mejora de la convivencia en los centros educativos.
Con unas competencias así de variadas -y al alza-, el servicio necesitaba adaptarse a las circunstancias. Y la Consejería acaba de publicar la orden que establece la nueva regulación de la Inspección Educativa en Cantabria. Por un lado, se ha «reforzado» su estructura, que pasa a tener una jefatura de Servicio y dos adjuntas; por otro, se ha fijado una planificación plurianual. Además, con la incorporación de tres nuevos efectivos, suma 27 profesionales.
«Tienes una visión global del sistema. Es un reto, una etapa ilusionante. Y la relación con los centros es muy gratificante»
«Estamos satisfechos de que se haya recuperado la plantilla que se perdió en su momento. Podemos asumir el trabajo con organización»
«Estamos satisfechos de que se haya recuperado la plantilla que se perdió en su momento. Sentimos que podemos asumir el trabajo con organización», celebra Gozalo, inspectora gracias a su «curiosidad» y a esa «necesidad de asumir nuevos retos». Oposición superada mediante, ha ejercido como docente en Madrid y en la Escuela Oficial de Idiomas de Santander. Y aunque el aula nunca ha dejado de gustarle, se decidió a asumir desafíos en otros dominios educativos, siempre «en busca de una mejora personal y profesional permanente». Así llegó a la Inspección.
Pilar Lobeto ha aterrizado en el servicio por los mismos motivos. Tras una larga trayectoria en el sistema educativo, con paradas en la dirección del IES María Telo y en la Unidad Técnica de Atención a la Diversidad, se ha iniciado como inspectora accidental para «tener una visión más global del sistema educativo. Es un reto, una etapa ilusionante, y la relación con los centros es muy gratificante. He aprendido muchas cosas en solo dos meses».
Plantilla El servicio, que suma tres nuevos efectivos, pasa de 24 a 27 profesionales.
Centros A su cargo tienen 188 centros públicos –137 de Infantil, Primaria y Educación Especial, y 51 de Secundaria y FP–; y, a su vez, atienden 128 centros concertados y privados de todas las etapas.
Requisitos Además de ser funcionario de carrera, es imprescindible cumplir un periodo de ocho años de servicio público. Una «experiencia amplia» es indispensable.
Lobeto coincide en que la Lomloe es fuente de buena parte de las dudas que les transmite el profesorado. En situaciones como esta, despliegan los inspectores sus dotes de orientación y asesoramiento. Al conocimiento normativo, suman su experiencia. «Lo importante es que los centros nos vean como un apoyo».
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