Un Día de las Instituciones «descafeinado» y marcado por la amenaza del coronavirus

Lo dijo Miguel Ángel Revilla al comienzo de su discurso: este año el Día de las Instituciones de Cantabria está «muy descafeinado». En efecto, comparado con cualquiera de las celebraciones anteriores, el de ayer resultó tristón y puramente institucional, sin apenas presencia de público, y todo por culpa del coronavirus.

Para empezar, el acto se trasladó desde el Parque de la Robleda, donde tradicionalmente se ha venido desarrollando, a la vecina Casa de Cultura, que bastó para acoger a los invitados enmascarados: una treintena de sillas (incluyendo las de Revilla, Quiñones, Gómez y Diestro), colocadas a la debida distancia en el salón de actos y reservadas para los miembros del Gobierno regional, representantes de los partidos políticos en el Parlamento de Cantabria, alcaldes de los municipios de los 'nueve valles' y miembros de la Junta de Gobierno de la Federación de Municipios y Provincias. El resto, más trabajadores y periodistas que público, lo siguió de pie, detrás. Para los demás, el Gobierno lo ofreció en streaming por internet.

El tiempo tampoco ayudó: la lluvia y el bochorno se combinaron con el agobio de la mascarilla obligatoria para tener a todo el mundo medio sofocado. A la puerta de la sala repartían el modelo institucional, un embozo encargado por Turismo con dibujos esquemáticos de estelas, vacas, montes, barcos, bolos y todo lo que comúnmente se asocia al nombre de Cantabria. Según se opinaba en un corrillo de consejeros están bastante bien y son cómodas.

En cualquier otra edición el Día de las Instituciones resultaba más vistoso: mientras las autoridades se dirigían a la audiencia se procedía al solemne izado de la bandera, que esta vez ya esperaba arriba a que terminasen los discursos y saliesen. También se prescindió del 'Merino Mayor', ese título honorífico con que se distinguía en esta jornada a personas o colectivos que se hayan distinguido en cualquier ámbito en la promoción de las virtudes de la región.

Otro tanto ocurrió con la representación de aquella histórica reunión celebrada hace más de dos siglos en la que se empezó a gestar lo que hoy es Cantabria: fue el 28 de julio de 1778, cuando se constituyó en Puente San Miguel la Provincia de Cantabria por 27 jurisdicciones de las antiguas Asturias de Santillana y Provincia de Liébana, invitando a unirse a las restantes. También esto se suprimió.

Sí que estuvieron los miembros de la Coordinadora de Cantabria por Pensiones Públicas y Dignas, medio centenar de personas que no dejaron de reclamar a voces y con pancartas mejoras en el Estado de Bienestar.

En esta versión resumida de la fiesta sólo se mantuvo la ofrenda vegetal, más que floral, ante el monolito que recuerda a los 'padres' de la autonomía: fueron unas quimas de tejo y cagiga, unas especies que pretenden simbolizar la Cantabria antigua y la moderna, que el propio presidente se encargó de depositar allí mientras un solitario gaitero interpretaba una tonada popular.

Dijo Revilla que, pese a tantos inconvenientes, había que celebrar este Día «por encima de todo», que han sido unos meses duros y difíciles durante los que se ha trabajado tanto para la ciudadanía que se ha conseguido generar la «sensación de que nadie en esta tierra se quedaba desprotegido». «Qué mejor día para poner en valor a las instituciones después de lo que hemos vivido».