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Procura eludir los fangos políticos para ceñirse a los asuntos meramente técnicos. Incluso ahí es cauto:«Yo no he venido aquí a dar las claves de lo que se debe hacer en esta gran obra que es crucial para la ciudad de Santander», matizó ayer ... a este periódico minutos antes de intervenir en el primer foro Enlaza Cantabria. Un simposio organizado por el Colegio de Ingenieros de Caminos y Puertos de Cantabria en el teatro Casyc para reunir a más de un centenar de expertos hasta el día 25 en torno a la integración ferroviaria. Y que encuentra en Santander el proyecto estrella con el que el exalcalde y exministro Íñigo de la Serna pretendía transformar la ciudad. «Es lógico que exista tanta expectación en torno a esta obra porque claramente puede reinventar totalmente la urbe, pero absolutamente. Eso sí, solo si se hace bien».
–¿Alguna clave para este proyecto?
–No, no. Yo no he venido a dar recetas de lo que se debe hacer o no aquí. Me limito a hablar de lo que he visto en otras ciudades donde se ha hecho bien para ver cómo ha beneficiado a todo el concepto urbanístico.
–Pues entonces puede empezar por ahí.
–Lo que he visto en tres ciudades donde he estudiado en profundidad el asunto, como es Valladolid, Madrid y San Francisco, es que más que pensar en las comunicaciones o en la movilidad, lo que representan las nuevas estaciones es una gigantesca oportunidad para replantear el modo en que funciona la ciudad y cómo se relaciona con las poblaciones del entorno.
–En ese sentido también tiene mucho que ver la alta velocidad, que en numerosas ocasiones ha sido demandada desde Cantabria.
–Hay una cierta tendencia en ver en la alta velocidad un vehículo del futuro que nos llevará muy lejos y muy rápido. Es cierto. Pensar que por ejemplo pudiésemos conectar Santander con Bilbao en 20 minutos es, directamente, otro mundo. Y tener un sitio en el centro de la ciudad en el que subirte y estar en Valladolid en poco más de una hora lo cambiaría todo. Pero de verdad, la estación no es eso. Lo mismo da el tipo de tren, sea FEVE, Renfe, AVE... Lo que hay que pensar es el modo en que ese espacio, que en un inicio es un desecho, que está desaprovechado, puede convertirse en una oportunidad.
–¿Cómo?
–No se trata de replantear solo ese espacio, sino de repensar toda la ciudad. Es errónea la idea de repasar qué le falta a la ciudad para ponerlo en esos metros cuadrados que ahora están perdidos. No funciona así.
–¿A qué se refiere?
–Pues a que ahora hay un espacio mal utilizado, desaprovechado, obsoleto, pero que está a 50 metros del ayuntamiento, a 50 metros de correos, a 50 metros del puerto y encima abre una brecha insalvable para buena parte de la población que ha de dar un rodeo inmenso para ir de un lado a otro de la ciudad. Es ridículo, porque solo están separados por unos pocos metros. Lo que hay que hablar, más allá de toda cuestión, es que si se conecta todo bien, con espacios que revitalicen la vida urbana, lo que ahora es un desecho puede llegar a convertirse en el centro.
–Hay casos pendientes también en otras poblaciones cántabras:en Torrelavega, en Camargo... Pero en Santander se habla de la liberación de 85.000 metros cuadrados. El problema viene ahora, con el cambio en el Gobierno central. El consistorio santanderino protesta porque intuye que el proyecto se va a paralizar.
–No es un caso concreto de Santander. Ocurre y seguirá ocurriendo en todas partes. Repito que esta es una oportunidad fundamental para transformar todo, reinventará la capital. Por eso todo el mundo pone el foco en ello. En otras ciudades he contemplado cómo el debate se abría en múltiples vertientes.
–Cuénteme...
–Hay una animadversión que no entiendo a la construcción inmobiliaria en el entorno de las nuevas estaciones. Pero es que en muchos casos son estas nuevas construcciones las que ayudan a financiar la infraestructura, o las que llenan de vida el nuevo espacio. Hay ejemplos de grandes torres de negocios que se han construido junto a las grandes estaciones, por ejemplo en San Francisco y Londres, y que han sido cruciales para costear la obra y para convertirlas en centros neurálgicos de la vida en la ciudad.
–¿El problema es la posible especulación urbanística?
–Pero es que ese argumento no puede vetar una posibilidad que a veces es fundamental para que se acometa la obra. Mire usted, igual los ciudadanos de Cádiz no tienen por qué pagar un dinero para que Santander tenga una estación. Igual puede esperar. Pero si se encuentran los modos de ceder y de encontrar el acuerdo para sacar las cosas adelante barajando todas las posibilidades, pues bienvenido sea siempre que no se ejecute ninguna barbaridad. Pienso que es cuestión de un 'toma y daca' en que hay que aprender a entenderse.
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