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Lo más probable es que, en pocos días, en la sección de internacional de este periódico, vuelva a publicarse algún reportaje o crónica de Mikel Ayestaran. Últimamente sigue de cerca el asesinato del periodista saudí Jamal Kassoghi. Ayestaran, corresponsal de Vocento y colaborador de EiTB, ... escribe libros donde profundiza más sobre sus coberturas en Oriente Medio. El último es 'Las cenizas del califato. De las garras de Estado Islámico a la supervivencia' (Península, 2018). Desde 2003 retrata realidades en Líbano, Siria, Afganistán, Pakistán o Irán.
-Sí, esta era una zona absolutamente prohibida para nosotros como periodistas, sin acceso como informadores. La única forma que he encontrado ha sido cuando el grupo había sido derrotado militarmente, tanto en Siria como en Irak. He querido jugar con el concepto de la ceniza: por un lado, militarmente, se les ha derrotado, pero, por otro, aún quedan esas brasas ahí debajo. No me parece que estemos hablando de una historia terminada como, por desgracia, estamos viendo en los últimos meses.
-Es un recorrido por lo que considero 'ciudades mártires'. Las principales víctimas de la plaga del Estado Islámico han sido los iraquíes y los sirios. Ese recorrido me ha acompañado durante tres años. Los considero lugares mártires porque han sufrido, han sufrido muchísimo.
-Nos podíamos remontar a muchas partes, a la historia, para explicar la evolución del movimiento radical en el islam. Pero, desde luego, si tuviera que limitarme a un acontecimiento histórico, y, sobre todo, por cercanía, para explicar el nacimiento del grupo yihadista Estado Islámico, sin duda alguna, es la invasión de Irak, que abrió una caja de Pandora que no se ha cerrado todavía, ni mucho menos. Una bestia como este grupo ha sido engendrada por esa decisión nefasta de Bush, Aznar y Tony Blair. El grupo nace en un Irak destrozado, en 2003, y a partir de ahí ha ido evolucionando hasta convertirse en lo que es.
-Si te pones a mirar en la hemeroteca, las veces que hemos escrito sobre Palmira es sobre el museo, sobre cómo está el tetrápilo. No hablábamos de que, al lado de Palmira, había una ciudad en la que vivían entre cincuenta y sesenta mil personas, una ciudad fantasma. Ibas a Palmira para ver la gran columna romana, los templos, el anfiteatro. Tenías al lado la ciudad moderna, y no nos acercábamos. La gente te echaba eso en cara: venís periodistas de todo el mundo, acreditados, os dais un paseo por las piedras de Palmira, cuatro fotos, y os vais.
-Para mí ha sido especial por varios motivos. Una de ellas es porque estaba en Bagdad cuando estos tipos proclaman el califato, y nos quedamos todos muy sorprendidos. Les vi nacer, hubo una historia desde el principio. He podido seguirla poco a poco, hasta ver su caída definitiva, con derrotas como la de Mosul. Por otro lado, también es especial porque desde 2015 vivo en la región, en Oriente Medio, con mi familia. Todo ha sido más cercano, estás en medio.
-Estos grupos cambian de nombre. Puedes acabar con sus líderes, pero no desaparecen. Lo que más miedo me da es lo que va a venir ahora. Esta gente ha demostrado que es capaz de superarse, y ahora han vuelto a la insurgencia pura y dura, que, además, es la arena que mejor controlan. Lo que me da qué pensar es cómo va a evolucionar esto, qué nuevas formas de terror pueden usar. Ahora parece que ha pasado hace mucho tiempo, pero fue ayer.
-Nadie nos obliga a hacer esto, lo hago porque quiero. Y es un género dentro del periodismo que quizá también está muy mitificado. Al final, alguien tiene que ir. Si no cuentas estas cosas, muchas veces no existen. Estoy leyendo el libro de George Steer sobre el bombardeo de Guernica ('La tragedia de Guernica'). Si este tipo no llega la noche del bombardeo..., la máquina de propaganda franquista ya decía que lo habían quemado los rojos. Ahora es más complicado que pase, pero también más fácil con toda la confusión, las redes, hay mucho ruido, hay mucha propaganda. Por eso sigo pensado que es muy importante ir a los sitios, tener gente de la que te fíes. En este curro es difícil ganarte una credibilidad, y eso se hace yendo a los sitios y volviendo.
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