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La primera, Sahira, llegó a su nuevo espacio el día de Jueves Santo, tras un viaje de 12 horas desde Bioparc, en Valencia.
Otras dos hembras, Lluna y May, con el mismo origen se han sumado a esa partida que ocupa ahora el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, que vuelve a tener esta icónica especie tras el incendio que sufrió el año pasado.Una llegó el 28 de abril y la otra el 6 de mayo. De momento se encuentran en un periodo de adaptación, según han explicado fuentes de la Cosnejería de Turismo. Unicamente salen al exterior en la zona más portegida y aún no se las ha visto por la explanada grande de las jirafa. Los nuevos ejemplares de jirafa se ubican en el nuevo edificio de guarda y manejo de jirafas construido tras el incendio, diseñado para alojar hasta cinco ejemplares.
Sahira, Lluna y May, nacidas en 2014, 2015 y 2017 respectivamente, y son hijas del Julius, el macho reproductor Bioparc y Zora.
Aun queda por llegar un macho, pero eso aún tendrá que esperar un poco, precisaron desde Turismo. De esta manera se podrá formar un grupo reproductor e incrementar la escasa población de esta especie en cautividad, que actualmente apenas supera los 300 individuos.
Mientras esperan la llegada, en las próximas semanas, del macho del grupo, May explora ya junto con sus hermanas, su nueva recinto, que comparte con avestruces y elands.
El transporte de estas tres jirafas es uno de los «mas complicados» dentro del programa europeo de conservación (EEP), que persigue generar una reserva genética que garantice la pervivencia de la especie, detalla el zoológico valenciano en un comunicado.
El peligro de extinción de la subespecie de la jirafa Rothschild (Giraffa camelopardalis rothschildi), también conocida como Baringo, propició la creación de este proyecto para garantizar la pervivencia de la especie con la suficiente variabilidad genética, por lo que es necesario evitar la consanguinidad.
Bioparc se sumó al programa desde el inicio, tras lo que varias de las jirafas nacidas en sus instalaciones han pasado a formar otros grupos en varios recintos de animales, entre ellos el parque cántabro.
La complejidad del transporte ha motivado que el movimiento de cada ejemplar se haya realizado de forma individual y gradual durante aproximadamente tres semanas, con el objetivo de garantizar su bienestar y que las jirafas estuvieran de nuevo juntas.
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