Jorge, Ángela y Ana, en el podio de la EBAU

Esta mañana de feroz entretiempo, a Jorge lo acompañan en este reportaje otras dos bachilleres que, como él, se han quedado muy cerca del diez: Ángela Prada Cavia y Ana Mateo Ruiz, alumnas del Colegio Castroverde y del IES Santa Clara de la capital cántabra, respectivamente. Según las notas provisionales publicadas por la Universidad de Cantabria (UC), Prada ha logrado 9,960 puntos y Mateo 9,943 en la fase general, la que han compartido los más de 3.000 alumnos matriculados en la convocatoria ordinaria celebrada hace un par de semanas. Esa fase se compone de las pruebas de Lengua y Literatura, Historia de España o de la Filosofía, Lengua Extranjera y la materia específica de cada modalidad. Santiago, Prada y Mateo, por este orden, han brillado en esta fase, pero es que también lo han hecho en la voluntaria, donde los tres rozan los 14 puntos.

Esas son sus notas, pero ¿qué hay tras todos esos decimales? Para empezar, tres alumnos que se emplean a fondo estudiando, cada uno con su técnica –por ejemplo, Jorge se ha preparado la EBAU con un método que pasa por cerrar una materia antes de ponerse con la siguiente–; organizados, pero a la vez capaces de tomar distancia respecto a los estudios y a la misma EBAU –«un solo examen no te define como persona, ni lo que sabes o lo que dejas de saber», reivindica Ana–; y centrados en lo académico, pero con muchos más intereses: el fútbol en el caso de Jorge, que lleva 15 años en el equipo de su colegio, que es una piña; el baile para Ángela, una fantástica vía de escape durante los exigentes años del Bachillerato, o la lectura, la escritura y el cine, por los que Ana siente verdadero entusiasmo.

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Nacidos en 2006, y los tres con un buen expediente académico a sus espaldas, los tres agradecen la posibilidad de poder estudiar e imaginarse su propio futuro. «Esta nota refleja esfuerzo, sacrificio, pero también refleja la suerte de contar con personas que me han animado e impulsado, y me han servido como modelo. Me acuerdo de mis profesores, de mi familia, mis amigos. Hay voluntad individual, pero hay muchas personas que te van acompañando. Y hay que agradecerlo», resume Mateo.

A los tres les cuesta ahora un poco menos imaginarse ese futuro académico. Jorge Santiago, con 13,97 puntos gracias a su estupendo resultado en la fase II, apuesta por ese doble grado de Física y Matemáticas tan demandado en la actualidad, con notas de corte por las nubes. Seguro de sí mismo y con margen de maniobra gracias a sus calificaciones, se dispone ahora a barajar sus opciones con su familia. Le tientan la UC y la Complutense de Madrid.

Jorge se ha esmerado mucho en Bachillerato, pero ha tenido tiempo de hacer «de todo»: entrenar y jugar partidos, salir con sus amigos, hacer planes. «Son cursos que se pasan muy rápido», evoca cuando está a punto de cerrar esta etapa. La EBAU la llevaba «muy bien» preparada, le sobró incluso tiempo de estudio, y en los exámenes combatió los nervios con técnica: «Me tomaba cinco minutines para ver los ejercicios, y cuando veía que los sabía hacer se me quitaban».

Los nervios tampoco jugaron malas pasadas a Ángela, que, de hecho, se vio mucho más fuerte boli en mano de lo que pensaba. «Me sorprendió cómo me lo tomé. Esperaba estar más nerviosa, pero estuve confiada, iba más tranquila porque nunca me había sabido algo tan bien», admite esta entusiasta de los rotuladores flúor, las carpetas, los cronogramas... y la Medicina. Es lo que quiere estudiar –no sin cierta timidez, sueña ya con especialidades como Cardiología o Neurología– y confía en no tener problema alguno gracias a una nota contundente: 13,92 puntos. Parece que Prada no tendrá que usar ese plan b que había diseñado por si la EBAU se le atragantaba. «Mi objetivo era Medicina y hacerlo aquí. Quería sacar el diez, iba a por la máxima nota que pudiera sacar». Y se ha quedado apenas a centésimas de esa nota.

A diferencia de sus compañeros de podio, a Ana no le hacía falta una nota alta para entrar en Derecho, la carrera que también quiere cursar en la UC. Pero lo que más inquietud le restó quizá fue su forma de ver las pruebas: «Con la EBAU lo fundamental es no pensar que todo se acaba ahí. Hay más opciones», reflexiona esta mañana de claros y nubes. Y a pesar de no necesitarlo, ha logrado 13,94 puntos y en eso, dice, pesa mucho lo aprendido en Bachillerato y el papel que han jugado sus docentes. «He tenido la suerte de tener profesores que, pese a la EBAU y a que 2º es un año cargado de trabajo, se han preocupado por formarnos en lo personal».

Apasionada confesa de las humanidades –en la EBAU se ha examinado de Latín y Griego–, Ana imagina ahora un verano de playa y lecturas. Jorge y Ángela, por su parte, confían en coincidir en su viaje en tren por Europa antes de cruzar el umbral de sus respectivas aulas universitarias. Al número uno de la EBAU solo le queda un fleco con concretar. «Por alguna puerta entraré. Y seguro que estaré satisfecho con mi decisión».

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