Jorge Bedia, el número dos en las notas del MIR, quiere ser neurocirujano en Valdecilla

«Hasta que no lo ves confirmado, no te lo quieres creer del todo», cuenta un día después, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria, donde ha cursado la carrera. Varios compañeros le reconocen y le felicitan efusivamente: «¡Enhorabuena!». La noticia le pilló el martes en el dentista. En cuanto se liberó, hizo un montón de llamadas para compartirla con su familia, su novia y sus amigos.

Jorge ha obtenido 102,1014 puntos en la baremación total del MIR. Los decimales son decisivos. «Son fundamentales en un examen al que se presenta tanta gente. Las diferencias pueden ser mínimas entre unos y otros», explica. A este examen, además, se presenta gente ya muy capacitada, que previamente ha superado «pruebas muy exigentes» -el Bachillerato, la EBAU, la propia carrera- que requieren altas calificaciones. «La gente que se llega a presentar al MIR es gente toda muy preparada», incide Bedia.

Él se ha decantado por la Medicina influido por su madre, enfermera, y por la trascendencia que intuye en la profesión. «La Medicina siempre me ha llamado. Adquieres una cantidad enorme de conocimientos y tienes una dimensión muy práctica: todo lo que aprendes sirve para ayudar a personas que están en un momento delicado de su vida», indica, consciente de que la actualización de conocimientos será una constante en su vida: «Estás condenado a estar estudiando y aprendiendo durante toda tu carrera. Es bonito porque significa que la ciencia avanza».

Una vez conocida la nota, toca elegir la especialidad. El nuevo sistema para hacerlo -turno único y telemático- ha llevado a la calle a los MIR de toda España, que no lo ven justo sino arbitrario. Jorge no aprecia ningún beneficio en el sistema actual, que obliga a elaborar largas listas y no da tantas garantías. «No entiendo bien qué sentido tiene hacerlo así y no conozco a nadie que le guste», señala. Estudiará otras posibilidades, pero le atrae la idea de quedarse en Cantabria y optar a Neurocirugía de Valdecilla. «Es una especialidad exigente que requiere mucho trabajo y estudio, pero es un campo apasionante con mucho todavía por desarrollar. Me parece fascinante. Seguramente va a ser duro, pero uno ya tiene ganas de ponerse a aprender mucho, a trabajar mucho».

La pandemia estalló cuando Jorge y sus compañeros estaban a mitad de quinto curso. El covid ha atravesado el final de su carrera y toda la preparación del examen MIR. Ha sido complicado por momentos, pero Jorge indica que en este trance y en todos los demás ha contado con el apoyo de su familia, de su pareja y de sus amigos. «Es muy importante y me considero afortunado».

La crisis también trajo otra imagen: la de los profesionales sanitarios exhaustos y los aplausos en los balcones. ¿Alimentó aquello su vocación? «Sentía mucho orgullo por el personal sanitario, que lo estaba dando todo por los demás. Y ha sido uno de los grandes perjudicados de la pandemia porque, seguramente, no ha podido pelear en las condiciones que desearía», reflexiona el joven cántabro. Sintió orgullo, pero también «responsabilidad» al constatar el papel tan esencial que tienen los sanitarios en una crisis de estas dimensiones.