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José Manuel Torre (Santander, 1974) fue elegido nuevo presidente de FAPA-Cantabria el pasado 18 de diciembre. Ese mismo día, poco después de las votaciones, se sumó a la concentración en repulsa al asesinato machista de Liaño. «Es una cuestión que nos preocupa mucho y ... sobre todo que política y socialmente se justifiquen o nieguen esas cosas. Se habla de un problema con buena parte de solución en lo educativo, pero ¿qué pasa si se lanzan mensaje de que eso no existe o no pasa nada?», se pregunta el nuevo responsable de la Federación autonómica de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos.
Educación en igualdad, comenzar a abrir caminos escolares y seguros... Esas son alguna de las metas de Torre, productor musical, padre y desde hace un par de semanas máximo portavoz de las familias de la pública. Torre sucede en el cargo a Leticia Cardenal, que deja la Presidencia después de tres mandatos, pero que, sin embargo, no se va muy lejos: será vicepresidenta de la Federación. Torre encabeza por tanto una candidatura de continuidad, horizontal. «Desde luego, no somos una organización muy presidencialista. Y queremos que vaya habiendo relevo».
–¿Qué significa su candidatura de continuidad?
–Que las necesidades y cuestiones que están sobre la mesa se mantienen: la defensa de la educación pública, de nuestros hijos e hijas, que pasa por exigir más inversión y más atención a ciertos problemas. Y proponer soluciones. Esto no es un partido político que cambie mucho de unos a otros. Tenemos unos estatutos que marcan que estamos para defender la educación pública.
–¿Qué metas se marca, cuál es irrenunciable?
–Irrenunciables son todas. Otra cosa es a qué distancia esté cada meta. Las que vemos más lejana son a nivel estatal: que el Estado apueste por la educación pública, que la concertada vaya desapareciendo. Y que la Religión salga también de las aulas y quede, como debería quedar, en el ámbito privado.
Esas son cuestiones que vemos más a largo plazo. Y luego hay cosas del día a día: reforzar los bancos de recursos, que conseguimos que se implantaran hace unos años, pero que no han evolucionado, siguen estancados; los caminos escolares, o que se asienten los comedores escolares en septiembre y en junio.
–¿El calendario escolar será una de esas cuestiones? ¿Pelearán por equiparar los calendarios laboral y escolar?
–Creemos que el calendario escolar se lleva más protagonismo del que debería. Genera conflicto, mediáticamente vende, y al final se lleva una repercusión mayor de la que debería
Aquí se partió de un error: se cambió un modelo de calendario sin buscar un acuerdo. A día de hoy no tenemos claro que realmente se hiciese para el bienestar del alumnado. Seguimos esperando que la administración nos aporte informes que justifiquen ese cambio; que argumenten que ha sido bueno. Y no hemos tenido ninguno.
Y, por desgracia, a lo que ha llevado ese cambio es a que la gente no analice si es bueno malo para la educación, sino para su funcionamiento familiar. Eso es lo triste. Se ha acabando en eso porque nadie nos ha convencido de que es lo mejor para el alumnado.
–¿Cómo valora el curso, el tercero que vivimos en pandemia?
–Hay algunos problemas que son exactamente iguales que al principio. Hay muchas familias que tienen problemas cuando confinan a sus hijos. Y la respuesta de la administración es la mima: tenemos un problema sanitario, mandamos a los niños a casa, y cuando están en casa el problema es ya de las familias. Se tienen que buscar la vida.
A nivel educativo, supone hacer deberes, corregirlos online, poco más. Entendemos que son confinamientos de una semana, que no es mucho, pero hay alumnado con dos y tres en lo que va de curso, y eso a la larga se nota. El ritmo de aprendizaje no es normal y ese ritmo no es posible para muchas familias, que no tienen recursos tecnológicos o espacios adecuados en casa.
–Ahora hay más de cien aulas en cuarentena, sobre todo, en colegios. ¿Les preocupa?
–Las cifras son altas, pero hay que ponerlo en contexto. Hablamos de una incidencia normal teniendo en cuenta que es un sector de población que no está vacunado. Nosotros hemos dicho ya que el protocolo que se aplica es muy duro en Infantil y Primaria, es confinar a todo el aula, cuando en Secundaria no es así. Siempre lo hemos dicho, se lo comunicamos a Sanidad.
–Cantabria está en pleno desarrollo de la Lomloe. ¿Qué les parece la ley? ¿Cuál aprobarían las familias?
–Es la que puede gustar a las familias dentro de las que ha habido. Desde luego, viniendo de la ley de la que veníamos, que la rechazaba todo el mundo, no la apoyaban ni quienes la aprobaron, cualquier modificación es buena. Es una medida amplia.
Vemos muy difícil que a largo plazo haya una ley educativa de consenso por la cuestión de la concertada, con ese falso discurso del derecho a elegir, que es una traducción bastante maniquea de la Constitución, y por la cuestión de la religión en las aulas. Este país, en esos aspectos, no ha evolucionado en treinta o cuarenta años. Serán los grandes escollos para que haya una ley que perdure.
–Con la Lomloe ya no hay un límite de suspensos para promocionar o titular y se suprimen las recuperaciones en la ESO. Esto ha generado oposición en diferentes sectores educativos y políticos.
–Son discursos efímeros. Le dan mucho bombo sin analizar mínimamente las cuestiones. Cuando se cambió el calendario, los exámenes extraordinarios se pasaron de septiembre a junio, pero ahí vimos otra realidad: que en Secundaria el curso se recortó prácticamente tres semanas para meter esos exámenes. ¿Para qué? ¿Para hacer unas recuperaciones preparadas en dos o tres semanas? Yo cuando oigo que se vinculan esos exámenes a la excelencia, no lo creo. ¿De verdad esas dos o tres semanas marcan el esfuerzo, la excelencia? Y con la cultura del esfuerzo me viene a la mente esa frase de 'la letra con sangre entra'. Parece que no hemos evolucionado en el discurso. ¿La cultura del esfuerzo es aprobar un examen? ¿Y para quién: para mis hijos que no tienen ningún problema económico y cuentan con apoyo familiar o para otros compañeros en una situación precaria? ¿Quién hace el esfuerzo? ¿El aprobado es el que mide el esfuerzo cuando el examen en igual en los dos casos? Son debates absurdos.
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