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Bien vestido, con un discurso perfectamente estudiado y todo el respaldo documental para apoyar sus explicaciones, José lleva años visitando comercios de toda Cantabria. No busca ningún producto concreto. Tampoco es un ladrón, por lo menos en el sentido estricto de la palabra. Él está más cómodo en el terreno de las estafas. O mejor dicho, de las microestafas, porque cada vez que consigue engañar al propietario de un bar o de un pequeño establecimiento le arranca cantidades que nunca superan los 100 euros.
Tiene 64 años, mucha experiencia en lo suyo y su forma de 'trabajar' es siempre la misma, así que domina el método a la perfección. Llega al lugar, se presenta como miembro de una entidad vecinal, cultural o deportiva y ofrece a sus presas la posibilidad de insertar un anuncio en los carteles de un evento festivo. Desde un torneo de fútbol para niños hasta la celebración de las fiestas patronales. Va variando en función del lugar en el que se encuentra. La sorpresa de los estafados llega cuando se percatan de que han pagado por un servicio que no es tal.
Lo comprobó en mayo Sylvia Fernández, que tiene una peluquería en la calle Isaac Peral: «Aquí dijo que venía en nombre de la asociación de vecinos de la calle Alta y que era para el cartel de las fiestas de San Pedro y comprar unos balones. Tenía toda la documentación, se sabía todo...Y como ya he colaborado otros años con 30 euros me resultó normal». Hasta le dio un recibo firmado y sellado. Una semana después llegaron los verdaderos representantes de la asociación con una proposición que, esta vez, no tenía trampa.
Fue toda una casualidad que permitió pillar a José 'in fraganti', ya que seguía llamando a la puerta de otros comercios de la zona. David Vega, miembro tanto de la asociación de vecinos como del club deportivo de la calle Alta y otro compañero, le abordaron por la calle y le pidieron explicaciones. Hasta entonces nunca habían visto su cara.
«En un principio lo negó, pero después ya vimos incluso que tenía los recibos que utilizaba y lo confirmó. Llamamos a la Policía Nacional y le identificaron», relata. Pero ahí se quedó el asunto. Hasta el momento, las autoridades no han comunicado ninguna novedad al respecto.
Ahora saben que en el pasado también había actuado en Santoña, Noja, El Astillero... Fuentes policiales confirman que el historial es aún más amplio y que constan antecedentes en otras provincias como Huelva y Zaragoza. Incluso tiene distintas condenas judiciales por episodios parecidos que casi siempre se han saldado con el pago de una multa.
Según han podido comprobar, al menos un bar, una clínica veterinaria y una tienda de motos cayeron en las redes del microestafador en esa misma fecha, pero sólo ha denunciado la peluquera. «No por los 30 euros, sino para que no siga con lo mismo», dice Fernández. Para Vega «es normal que la mayoría no denuncie, es poca cantidad de dinero y posiblemente en perder un día de trabajo para ir al juicio van a gastar más de lo que van a recuperar».
También cayeron en la trampa, más recientemente, en el laberinto de Villapresente. Sin dar rodeos ni perderse por el camino, el pasado 7 de julio José fue directo hasta la taquilla y de allí se llevó por la cara 70 euros. «Como hemos hecho esto mismo en otras ocasiones y nunca habíamos tenido problemas nos confiamos», explica su responsable, Mónica Pérez, quien recuerda que las mentiras comenzaron ya en la presentación, cuando le dijo que iba de parte de un amigo de la familia. En esa ocasión, en teoría, la cantidad iba destinada a un torneo deportivo en Meruelo. En la práctica, acabó a buen recaudo en su bolsillo.
Pérez define a su estafador como un hombre más bien bajo y canoso. Cree que ese mismo día aprovechó su visita a la zona para timar a unos cuantos negocios más «porque eché un ojo al cuaderno que llevaba y estaba apuntado el nombre de un par de bares y restaurantes de Puente San Miguel». Los responsables del laberinto también optaron por poner la denuncia y cuando fueron a la Guardia Civil los agentes ya tenían constancia de sus fechorías. Los tres comparten la misma idea: «Está claro que rico no se va a hacer, pero es muy posible que viva de esto».
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