José Ramón Blanco, exlíder de Podemos, sale absuelto por segunda vez del juicio por acoso

Primero fue el magistrado José Hoya Coromina quien lo absolvió, pero su sentencia y el juicio previo fueron anulados por la Audiencia Provincial al considerar que Hoya Coromina «perdió su obligada neutralidad».

Así fue como la magistrada Adela Morales Galindo se ocupó del caso. La Fiscalía solicitaba diez meses de cárcel y una multa de 5.400 euros frente a Blanco, que no estuvo presente en la última sesión del juicio, celebrado durante los meses de noviembre y diciembre de 2023, al renunciar a su derecho a la última palabra tras considerar que las pruebas practicadas en este segundo juicio confirman sus tesis.

Pues bien, hace tan solo unos días, el pasado 23 de febrero, la jueza ha dictado sentencia por el Juzgado de lo Penal Nº5 de Santander y, al igual que su compañero, absuelve a Blanco de los delitos de los que se le acusa. En su escrito señala que «no ha quedado probado que a lo largo de 2015 el acusado empezara a tener con la querellante cierto trato despectivo y de desprestigio, tanto en público como en privado, tanto en presencia de la misma como no, ni que se manifestase diciendo 'es que te crees que lo sabes todo, te crees muy lista, espera yo lo explico mejor' incrementado progresivamente hasta el punto que de forma pública y a gritos le lanzaba expresiones como 'te crees que eres las más lista, te crees que todo Podemos trabaja para ti, porque sin esa ayuda no serías capaz de nada sola'».

La togada entiende que tampoco ha quedado probado que el acusado extendiera a terceros la consideración de que Verónica era «la peor persona del mundo, el mal personificado», y expresiones similares.

Para poner en contexto este pleito, hay que recordar que, en el momento de los hechos, José Ramón Blanco (diputado entre 2015 y 2019) era el secretario general de Podemos en Cantabria. Los problemas en el seno de la formación morada comenzaron cuando en el partido trascendió su supuesto mal trato hacia tres compañeras: Lucía Reguilón, Lidia Alegría y la propia Verónica Ordóñez. Solo esta última llegó ante el juez con sus acusaciones, culpando a Blanco de dirigirse a ella continuamente en tono despectivo, hablar mal de ella ante terceros e incluso amenazar a quienes mantenían algún tipo de relación con ella en el partido, una forma de proceder que comenzó ya en 2015.

«No queda probado que tras perder la condición de Secretario General siguiera incrementado ese trato tanto directa como indirectamente contra la querellante de modo que personas de su entorno tuvieran miedo de que el acusado les viera con Verónica ya que, si así era, les llamaba para pedirles explicaciones, y les decía que no tenían que hablar con ella, que hablaran directamente con él. No queda probado que ello aumentara el aislamiento de la querellante que vivía una situación como de control y hostigamiento insufrible pues incluso tuvo que quedar con amigos y terceros en muchas ocasiones en lugares donde no fueran vistos por el temor de esos amigos a que el acusado les viera con la querellante», prosigue Morales Galindo en su escrito.

Durante el juicio, Verónica Ordónez manifestó que Blanco «ejercía violencia sobre ella desde el primer día», que la perseguía por los pasillos, la gritaba y que en una ocasión tuvo que refugiarse en el bar del Parlamento. También señaló que el acusado le gritaba «ojalá te estampes», «ojalá te mueras«, »es una hija de puta« y que llegó a acosar a personas de su entorno. Todos estos hechos, según la magistrada, no quedan confirmados. Tampoco expresiones como «ojalá se quede tiesa con la anestesia esa hija de puta», en referencia a una intervención a la que Verónica se iba a sometiera. «No queda probado que dijera que iba a matar a Verónica y a L.R.F. contratando dos rumanos para que sufriera un accidente en el camino desde casa al Parlamento», explica la magistrada.

Ninguno de los testigos, ni tampoco la querellante, ha podido describir «con un mínimo de precisión» ni una sola de las situaciones en las que se producían esos insultos, esos menosprecios, esos actos de hostigamiento, actos hostiles, y en definitiva, ese trato degradante que durante años el acusado estuvo dispensando a la perjudicada.

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