Un joven se queda sin sus prácticas de bombero por salvar a una niña en la playa de Mioño

Se trata de Jon Ander Gallardo López y a estas alturas, una semana después, medio Castro ha oído su historia. Para unos es un héroe y, para otros, «un absoluto inconsciente». Él lo tiene claro: «Prefiero estar hoy así, con la pierna como la tengo, que vivir siempre con el recuerdo de esa niña ahogándose».

El incidente, que revolucionó a toda la playa de Mioño, ocurrió sobre las cinco y media de la tarde. Jon estaba junto a su hermana Naroa, cuatro años menor que él, en el espigón desde donde se han tirado cientos de veces en verano con colegas. Habían pasado el día en familia, celebrando su futuro ingreso en la universidad después de haber aprobado la Ebau, y en ese momento charlaba distendidamente con su hermana. «Oímos gritos de auxilio y vimos a una niña, de unos siete años, sola en una zona donde se suelen formar embudos cuando hay pleamar. Estaba intentando hacer pie, pero la corriente se lo impedía», narra Jon con algo de dificultad. Le operaron el lunes y no está acostumbrado a tomar un medicamento tan fuerte para pasar los dolores.

En la terraza del Chiringuito de Chami, el establecimiento ubicado en la ladera y con unas vistas privilegiadas a la playa de Mioño, estaba Eduardo Menéndez, el encargado del restaurante. «Empecé a oír gritos, no sabía lo que pasaba, y entonces vi cómo un chico iba corriendo por el espigón y saltó al vacío con la marea baja. Llegó donde la niña, la cogió y se la entregó a un hombre que igualmente saltó al agua, pero desde una altura más baja. También él se lesionó un tobillo», relata Menéndez, que asegura que la niña no paraba de llorar y estaba muy asustada.

El hombre que también sufrió una lesión al tirarse a la mar, dejó a la niña cerca de la orilla y regresó a por Jon, que aunque en un principio y ayudado por la adrenalina dice que no sintió dolor, comenzaba a ser consciente de la avería que tenía en su pierna derecha.

Nada más salir del agua, el joven de 18 años y el otro hombre fueron atendidos por los socorristas de la DYA, a los que no dio tiempo a intervenir por la rapidez con la que sucedieron los hechos.

La madre de Jon, que estaba en la playa y que se llevó un susto que tardará tiempo en olvidar, se enfadó mucho con su hijo. Solo acertaba a preguntar «¿pero por qué tú?», señala. «Reaccioné muy mal, me puse muy nerviosa y me enfadé. Y él solo me decía que le salió de dentro, que no pudo hacer otra cosa, que era consciente de la altura del espigón, pero que debía tirarse», explica la progenitora, que añade que su hijo siempre ha querido ser bombero. De hecho, Jon tenía unas prácticas cerradas como voluntario de los Bomberos de Santander este verano. No podrá ser. Pero este joven estudiará la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFYD) y se presentará a las oposiciones para ser bombero, «a poder ser en mi tierra, en Castro».