El juez absuelve a Fernando Francés al no probarse la acusación de malos tratos

Los hechos ocurrieron el 15 de julio de 2018 durante la celebración de la segunda jornada de Artesantander 2018 en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander. Según recoge la sentencia, a las 20.15 horas de la tarde de ese día Fernando Francés se acercó a Marina Vargas «para afearle la conducta que había tenido en días precedentes», conversación que tuvo lugar en el exterior del stand y a la vista de terceras personas. El extremo que «no queda acreditado» y del que se acusaba a Francés es que, en el desarrollo de ese diálogo le «golpeara en la cara» a Marina Vargas mientras le decía «la has cagado, la has cagado». En su declaración la denunciante señaló que por este golpe «le quedó una rojez en la cara», pero este hecho «no se pudo objetivar con la expedición de un parte de urgencias».

Para determinar el fallo, el documento se basa, además, en las declaraciones que hicieron dos testigos durante el juicio que se celebró el 23 de octubre en Santander. Concretamente Michael Leo, trabajador de la galería 'Javier López y Fer Francés', espacio que representaba a Vargas en Artesantander y el galerista Javier Marín, asistente a la Feria. Según recoge la sentencia, Leo estuvo presente durante toda la conversación que mantuvieron las partes en el evento y manifestó que «no existió contacto físico por lo que difícilmente pudo existir un bofetón». Por su parte Marín -testigo propuesto por la defensa y que también pudo seguir toda la conversación- declaró que «no apreció ni discusión ni grito alguno y, mucho menos, un bofetón». El juez no pone en duda «la fiabilidad de la declaración de la denunciante», pero entiende que existe una «insuficiencia probatoria» porque solo su testimonio «no puede servir para desvirtuar la presunción de inocencia» del acusado.

El fallo de la sentencia también desestima la petición que hizo la defensa de Fernando Francés de acusar a Marina Vargas de un delito de denuncia falsa. El juez habla de dos puntos. Por un lado el hecho de que fuera la propia Marina Vargas quien señala «desde la interposición de la denuncia que existen cámaras de seguridad que pudieran haber grabado los hechos». Algo que «no es congruente con la presentación de una denuncia falsa» porque no es lo habitual señalar que existe un «elemento tecnológico» que puede echar por tierra los hechos que ha declarado. No obstante, no fue posible acceder al vídeo porque el contenido de las mismas se borra a los diez días y «ningún responsable del Palacio bloqueó el contenido de con carácter preventivo» para evitar que fuera eliminado.

Y, por otro lado, el hecho de que la versión que describe la artista es «prolija en detalles que alguien que miente no suele manifestar» y que, por tanto, el motivo por el que se absuelve al acusado es una «insuficiencia probatoria». Ahora, una vez notificada a ambas partes la sentencia, se abre un plazo de cinco días para interponer un recurso.