Juntos y revueltos

El presidente cántabro, el más madrugador del día, repasa las portadas de periódicos antiguos mientras la líder del PP y el de Ciudadanos conversan en un aparte. Las candidatas de Podemos y Vox, cada una por su lado, repasan detalles con sus acompañantes. A dos minutos para la hora fijada para la fotografía sólo falta el líder del PSOE. Pablo Zuloaga aparece media hora más tarde de lo previsto con paso ligero, una sonrisa en la cara y las miradas reprobatorias de los otros cinco candidatos que, como él, esperan sentarse en la mesa del Consejo de Gobierno la próxima legislatura.

Todos llegan en posiciones de salida muy distintas a esta fotografía. Revilla mira las urnas desde la altura que le dan su 14 (casi 15) diputados logrados en 2019. Aquello fue un hito histórico para el regionalismo. Más de 122.000 votos, el 37% del total, y su presidente como el candidato autonómico más votado en Santander, un ayuntamiento que todavía se le resiste. Pero la gestión del covid, sus pulsos y reencuentros con Pedro Sánchez, la polémica de los trenes y, sobre todo, el caso de corrupción en Obras Públicas han provocado turbulencias en una legislatura especialmente convulsa para el Gobierno. «Por mi parte no será una campaña sucia, pero supongo que a mí me darán caña, soy el enemigo a batir», declaró Revilla.

La otra mitad del bipartito, el PSOE, llega menos desgastada a esta campaña, protegida por ese papel secundario que ha interpretado durante la legislatura, con la excepción, claro, de sus competencias en Sanidad durante la pandemia. Pero incluso en ese momento, también Revilla aparecía como responsable de la gestión sanitaria, pese a que intentó delegar las malas noticias y las apariciones públicas en muchos momentos, sin poder evitar los conflictos con el sector hostelero.

Parapetado entre los proyectos culturales y deportivos, Pablo Zuloaga y su equipo ven con buenos ojos repetir aquellos siete diputados de 2019. Siempre y cuando el desgaste de Sánchez en Madrid y la posible entrada de Podemos al Parlamento cántabro no les reste votos. «Tenemos un gran trabajo hecho en la gestión del gobierno», defendió Zuloaga

Aunque la campaña apenas ha cumplido un par de días, María José Sáenz de Buruaga ya ha dejado claro cuáles son sus eslóganes favoritos: 'Cantabria, despierta' y 'Ganar para gobernar'. «Se respiran ansias de cambio. Haremos una campaña muy cercana a la gente», adelanta la líder del PP, que aspira a mejorar los nueve escaños logrados en 2019 y, quizás, gobernar en Cantabria con un socio interesado. Podría ser Vox, una fórmula que el PP ya ha experimentado en otras comunidades, o podría ser, por qué no, el propio PRC.

Los otros tres partidos afrontan el 28M con muchos escenarios posibles abiertos. Ciudadanos se ha desinflado al mismo ritmo que su estructura nacional. Ni las encuestas ni muchos en el propio partido ven posible conservar sus escaños en el Parlamento. A falta de dos semanas para el 28M, solo un milagro parece que pueda revertir esto.

Al contrario que la formación naranja, Vox y Podemos llegan a las urnas con cierta ilusión. Los primeros, por la posibilidad de crecer y consolidar su implantación territorial, no solo sumando más diputados a los dos que logró en 2019, sino con voz y voto en alguno de los 40 ayuntamientos a los que se presenta.

Mientras tanto, Podemos, aquel mirlo blanco de 2015 que se estrelló después en Cantabria por sus continuas batallas internas, pretende retornar al hemiciclo con su alianza con Izquierda Unida. Si lo logra, puede que sus escaños sean claves para que Revilla pueda gobernar. Aunque, eso sí, esta vez su apoyo no le saldrá tan barato al PRC. En Podemos quieren sentarse de una vez por todas en la mesa del Consejo de Gobierno. De momento, están en la foto.