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El jurado popular ha declarado culpable, por unanimidad, a Rafael Larios del asesinato, con alevosía y ensañamiento, de su madre Pilar Moreu, una enfermera jubilada, de 79 años, que estaba entregada a diversas causas solidarias, y con la que residía (además de con su hermano), en el número 6 de la calle Calvo Sotelo de Santander. Por estos hechos será condenado a una pena de entre 22 años y medio y 25 de cárcel, según adelantó el presidente del tribunal, Ernesto Sagüillo, encargado ahora de redactar la sentencia.
Los nueves jueces legos no han tenido dudas sobre la culpabilidad del acusado y de que era «consciente» de lo que hizo. Por eso entienden que no procede la aplicación de ninguna eximente y fueron unánimes en las diez cuestiones que les planteó el presidente del tribunal. En su veredicto recogen como hechos probados que sobre las 21.30 horas del 6 de octubre de 2021, Rafael Larios llegó al domicilio familiar, donde residía con la víctima y su hermano, que no se hallaba allí en ese momento.
A continuación, el acusado entró en el dormitorio de su madre, que estaba dispuesta a acostarse. Se inició una discusión entre ambos, el procesado lanzó al suelo a su progenitora, se colocó sobre la espalda de ella, sabedor de que padecía una osteoporosis severa, y le produjo la fractura de todas las costillas, lo que causó la muerte de la mujer por asfixia, al no poder respirar.
Cuando Rafael lanzó al suelo a su madre, ella estaba tumbada en la cama de espaldas a él. Pilar se puso las manos para tratar de frenar la caída y se fracturó ambos brazos. Estando tumbada en el suelo, boca abajo, sin posibilidad de defensa, el acusado se colocó sobre la espalda de su madre. «Estando aun viva y sabiendo que con ello aumentaba su dolor, la golpeó de manera reiterada. Así, le cogió la cabeza, golpeándola contra el suelo, cogió la televisión y un router del teléfono y le golpeó con ellos, de forma reiterada en la cabeza y en ambas manos, lo que le produjo múltiples fracturas en esternón, clavícula y maxilar». A renglón seguido, «le propinó un mordisco en la oreja derecha, lo que provocó el desgarro y arrancamiento de parte de la sustancia del pabellón auricular, y le levantó la parte superior del pijama y le propinó siete mordiscos en diferentes partes de la espalda».
Los miembros del jurado llegan a estas conclusiones teniendo en cuenta tanto las declaraciones del propio Rafael, como de las policías y los informes que han realizado las diferentes psiquiatras y forenses.
Tras descartar que el acusado tuviera anulada o afectada grave o ligeramente su voluntad y/o conciencia por el padecimiento de una enfermedad mental, los jurados han considerado que no deben concederse beneficios de suspensión de la pena que se le imponga ni proponerse al Gobierno el indulto total o parcial.
Emitido el veredicto, la fiscal Carolina Santos ha mantenido su petición de 23 años de prisión, prohibición de comunicar y acercarse a su hermano (que vivía en el domicilio familiar) y de su hermana (que reside fuera de Cantabria) durante un periodo de 25 años, e indemnización de 170.000 euros para sus dos hermanos. En la misma línea, la acusación particular, que ejerce el hermano del procesado, mantiene su petición de condena a 25 años de prisión y pide que se le prohíba residir en la vivienda donde reside su representado durante 27 años.
El juicio ha quedado visto para sentencia y el presidente del tribunal condenará al acusado por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento y con la agravante de parentesco.
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