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Casi treinta años después el suceso de las dos niñas de Aguilar desaparecidas en Reinosa vuelve a activarse judicialmente. Si primero han sido pistas sin concretarse o restos óseos que finalmente no correspondían, ahora es el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 ... de Cervera de Pisuerga (Palencia) el que reactiva la investigación de este suceso, que conmocionó a la comarca de Campoo y que parecía estancado. Virginia Guerrero Espejo y Manuela Torres Bouggefa desaparecieron el 23 de abril de 1992 cuando volvían de fiesta de Reinosa. En la carretera, un coche blanco se paró delante de las chicas cuando hacían autostop y las recogió. Desde entonces, nadie las volvió a ver ni a saber nada de su paradero.
Ahora la juez de Cervera ha dictado un auto con fecha 21 de junio para reabrir el caso, según confirmaron a Europa Press fuentes del Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
La reapertura del caso se ha decidido por una nueva línea de investigación surgida a raíz de la difusión, el pasado mes de febrero, de una información en un programa de televisión recordando esta desaparición y solicitando también la colaboración ciudadana. Según ha explicado el criminólogo Ramón Chipirrás, del Despacho Balfagón & Chipirrás, despacho criminológico jurídico que representa a la familia de las niñas, a partir de esa noticia se produjo una llamada de una mujer a la que, un año antes de la desaparición de Virginia y Manuela, había sucedido algo parecido, también cuando hacía auto stop en compañía de una amiga con la que regresaba de unas fiestas.
Sin embargo, en aquella ocasión ambas lograron escapar del vehículo -de las mismas características en el que al parecer se subieron Virginia y Manuela cuando fueron vistas por última vez-, aunque no denunciaron nada porque al igual que las menores de Aguilar habían salido de casa sin el permiso de sus padres.
Ahora, casi tres décadas después de lo ocurrido y tras ver el citado programa de televisión, esa mujer ha decidido denunciar los hechos ante la Guardia Civil y se ha acordado así la reapertura de las actuaciones judiciales.
El auto por el que se han retomado las pesquisas se ha acompañado de otras diligencias, como un mandamiento para verificar la versión de esa testigo y para la identificación de posibles sospechosos que tuvieran relación con lo ocurrido, todo ello en el marco de la investigación reabierta y que continúa su curso.
Así, el 29 de julio pasado la juez ha emitido una providencia en la que remite a la Guardia Civil todos los datos recabados e insta a esta institución a seguir investigando.
El destino de Virginia Guerrero y Manuela Torres es otro de los casos más misteriosos de desapariciones que se han producido en las últimas décadas. El anuncio de la desaparición de las dos niñas provocó en los noventa innumerables llamadas de personas que aseguraban haberlas visto en una y otra parte del país, incluso en Francia, donde la Interpol abrió algunas líneas de investigación sin resultado.
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En 2018, el hallazgo de una mandíbula humana en el embalse del Ebro llevó a pensar que pudiera pertenecer a una de las dos jóvenes, si bien el cotejo del ADN con la base del programa 'Fénix' de personas desaparecidas no ofreció ningún resultado. La localización de dicha pieza ósea se produjo el 12 de octubre de 2018 en la orilla del embalse del Ebro, término municipal de Campoo de Yuso. Se hicieron cargo de la investigación especialistas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Cantabria.
La desaparición ha supuesto un calvario para las familias de las dos jóvenes que en estos años han recorrido las comisarías de todo el país en busca de ayuda y de algún indicio sobre su paradero. El caso seguía en los archivos del Juzgado de Cervera de Pisuerga, pero sin ningún nuevo dato que permitiese reabrirlo o sumar nuevas pruebas a la investigación. Después de casi 30 años, ya no se recibía llamadas ni aparecían nuevos indicios salvo esos restos óseos que resultaron una falsa alarma. En la memoria de todos los vecinos de Aguilar de Campoo sigue vivo el recuerdo de Virginia Guerrero Espejo y Manuela Torres Bouggefa, que hoy tendrían cerca de 45 años.
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