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S. Alonso
Viernes, 16 de agosto 2024, 07:44
Emilio Lamo de Espinosa, una de las voces más autorizadas del país a la hora de analizar la sociedad civil y política, lo tiene claro: «La política española ha fracasado», dice rotundo. Un fracaso cuyo origen sitúa en el año 2004, que ha derivado en la actual desconfianza de la sociedad civil en sus políticos, que ha llevado hoy en día a la polarización y radicalización, y que amenaza, finalmente, al actual sistema constitucional. Una situación que resume en una advertencia –«las democracias modernas mueren desde dentro, se suicidan»– y en dos respuestas a sendas cuestiones.
–Pregunta: ¿Está rota la Constitución?
–Respuesta: «Yo creo que no estamos ahí, todavía no, aunque sí podemos hablar de deterioro o, incluso, de fraude constitucional».
P– ¿Estamos ante el principio del fin del régimen del 78?
–R: «El concierto económico catalán es un paso en esa dirección, pero el definitivo sería una ley que autorizara un referéndum en Cataluña. Si el rey la refrenda, la monarquía se suicida; y si no la firma, tiene que dimitir y mueren tanto ella (la monarquía) como la Constitución. El paso siguiente sería una república ibérica confederal y de tinte bolivariana».
Lamo de Espinosa, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid, expresidente del Real Instituto Elcano y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, protagonizó el pasado martes el III Encuentro Foramontanos Siglo XXI con una conferencia titulada 'Sociedad y política: la desconexión'.
El experto inició su exposición con una análisis de la sociedad civil, a la que considera «bastante más fuerte de lo que parece, pero políticamente débil y mal representada»; y con un Estado que se encuentra «en deconstrucción más que en construcción». Una sociedad, argumentó, con «pasivos importantes», entre los que citó «un fuerte regionalismo, reforzado por la estructura de las comunidades autónomas»;la cada vez mayor población de origen extranjero (casi el 20%), «que se integra bien, pero que necesita tiempo para hacerlo»; y la fulgurante aparición de las redes sociales, «que fragmentan el espacio de la comunicación: un factor importante puesto que un país es sobre todo una gran conversación».
Pero frente a los pasivos, Lamo de Espinosa cree que los activos de la sociedad civil española «son más poderosos». Y quiso centrarse en dos:la familia, «sin duda la institución más sólida y asentada que hay en España»; y la ciudad, a la que define como «compacta, que genera relevantes solidaridades vecinales e, incluso, un orgullo de barrio».
«La sociedad española es magnífica –asevera–. Está formada por gente seria, trabajadora, generosa, risueña y alegre... No es agresiva sino tolerante y forma un país muy seguro. Aunque también –añade –es una sociedad a la que le cuesta organizarse para objetivos abstractos».
Cree Lamo de Espinosa que la sociedad civil española tiene dos grandes problemas:«La indiferencia del mundo empresarial y, sobre todo, la política». Y es aquí donde quiere incidir, «puesto que es la cuestión que más me preocupa. Hay –dice –un desacople creciente de la política con la sociedad, incluso, menosprecio de la política y los políticos por la sociedad». Y muestra un gráfico que recoge la caída de la confianza española en el sistema político. «Es el fracaso de la política española», reitera. Los datos demuestran que la confianza en la política era razonable (un 50%) hasta el año 2004, que comienza a «enturbiarse» por la guerra de Irak y los atentados de Atocha, y que cae en picado tras las elecciones de ese año (triunfo de José Luis Rodríguez Zapatero). Y, entonces, «¿cuál es el problema de la política española?», se pregunta. «Los políticos y los partidos», responde él mismo.
Porque al contrario que la política, ni la economía ni el desempleo ni la emigración ni la vivienda «son para los españoles problemas comparables. Tampoco la Monarquía». «Paradójico resultado pues quienes tienen que resolver los problemas de España resultan ser ellos mismos uno de los principales problemas», razona el catedrático.
Un malestar de los ciudadanos que, de nuevo con los datos del CIS en la mesa, «afecta tanto al líder del Gobierno como al de la oposición». Y de ahí, argumenta Lamo de Espinosa, la nostalgia de la Transición. «Nada menos que el 86% pide volver a ese espíritu».
Los siguientes pasos son los ya reseñados: polarización y radicalización y un sistema constitucional en riesgo. Él mismo aporta su solución: «Unas elecciones que den el poder a la oposición»; y finaliza con una frase erróneamente atribuida a Bismarck: 'España debe ser un país fuerte pues los españoles llevan siglos tratando de destruirla sin conseguirlo'.
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Ana del Castillo
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