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A mediodía, el concurso autonómico de torneros entra en su recta final. Los diez participantes se esmeran con el calibre y el micrómetro, y echan el resto puliendo o limpiando la pieza cilíndrica de acero con distintas «tolerancias» que han compuesto para la ocasión. Los ... sonidos metálicos reverberan en la gran sala de prácticas del Centro Integrado de Formación Profesional (CIFP) Nº1 de Santander donde se celebra el certamen por segundo año consecutivo. «¡Quedan ocho minutos!», informa a los alumnos uno de los profesores al cargo, y salvo un par de chicos que han logrado concluir la pieza, el resto apura con el torno.
Aunque el espíritu de la cita organizada ayer por el CIFP Nº1 era esencialmente «disfrutar» de la experiencia, también había ganas de competir y alzarse con el triunfo. No en vano, el ganador de la fase autonómica representa hoy a Cantabria en el I Certamen Nacional de Torneros que ha ideado el instituto santanderino, y competirá con compañeros de Castilla y León, Galicia y País Vasco. Al final, la gloria tornera fue ayer para Ciprian Paul, alumno del IES Nuestra Señora de Los Remedios de Guarnizo, que armó la pieza con precisión, la más ajustada a las medidas requeridas en la prueba, en una competición reñida que le costó un buen rato de deliberación al jurado. Paul tiene experiencia como carpintero y ebanista, y una bandana con un vistoso estampado que le cubre la cabeza. A sus 46 años, cursa el grado medio de Mecanizado ofertado en Guarnizo y, una vez lo concluya, no descarta animarse con el grado superior. «Es un tipo de trabajo satisfactorio en el que ves resultados. Además, sin mecanizado no hay industria», dice tras casi cuatro horas de competición. ¿Y qué expectativas tiene para hoy? «Soy competitivo y lo intentaré hacer mejor», resuelve.
También se reconoció al segundo y tercer clasificados: Jesús Vallejo, del IES José del Campo (Ampuero), y Bryan Casierra, del IES Montesclaros (Reinosa). Además, participaron estudiantes del IES Miguel Herrero y del propio CIFP.
La idea de Paul –«sin mecanizado no hay industria»– la comparten quienes saben de FP. «En ninguna empresa pueden estar sin un tornero en mantenimiento», constata Pablo del Río Zabala, vicedirector del CIFP Nº1 mientras señala una de las máquinas de tecnología avanzada que usa el centro y que también podría utilizar cualquier empresa de fabricación mecánica que se precie; una máquina capaz de producir piezas de todas las formas imaginables.
Más allá de esa parte automatizada y de los conocimientos tecnológicos y de control numérico que tanto demandan las empresas en la actualidad –y que el alumnado absorbe en los grados–, el tornero convencional es crucial para realizar esas piezas, casquillos o tornillos que requieren pericia y, sobre todo, rapidez. Es un oficio importante, «metódico y meticuloso», con recorrido en sectores como el del metal o la automoción, y el concurso es una forma de visibilizarlo ante las empresas, apuntan Del Río y María Eugenia Antón, directora de un centro que logró el pasado noviembre el sello de excelencia nacional. Ambos ya tienen en mente la ampliación del certamen el año que viene.
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