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Recorrer 3.200 kilómetros en 26 días para llegar a la frontera entre Mauritania y Malí, en África, con el único impulso de tu cuerpo, sólo está al alcance de las aves. Y no de todas. Dos ejemplares adultos de milano negro de los cuatro ... marcados por SEO BirdLife la pasada primavera ya se encuentran en el continente vecino tras abandonar la región en el mes de agosto. Poco queda para que regresen a su tierra -entre las últimas semanas de febrero y las primeras de marzo- y así completar el ciclo, y de paso el estudio llevado a cabo por el proyecto Migra, que dirige el colectivo conservacionista, que ha utilizado 1.233 ejemplares de 34 especies diferentes a lo largo de once años.
Los avances tecnológicos han permitido el diseño de dispositivos GPS mucho más pequeños. SEO BirdLIfe instaló en 2021 este sistema de localización en veinte milanos negros de todo el país, cuatro de ellos en Cantabria. Uno murió al cruzar el estrecho de Gibraltar y de otro no se conoce el paradero desde el 14 de octubre. Puede ser que se encuentre invernando en una zona sin cobertura -la transmisión de los datos necesita de antenas de telefonía móvil- o puede que haya corrido la misma suerte que el primero.
Los otros dos están perfectamente localizados. El primer milano negro fue marcado en la montaña oriental de Liendo el 23 de junio. Voló hacia África el 5 de agosto y sólo tres días después ya estaba cruzando el Estrecho. Atravesó el desierto del Sahara entre el 12 y el 18 del mismo mes antes de llegar a Malí, su primera zona de invernada, el día 31. Ahí continuó hasta el 20 de noviembre. Los últimos datos lo sitúan en Ghana, sólo un día después. En total, 3.800 kilómetros.
El segundo cántabro ha recorrido 600 kilómetros menos, pero es que se ha quedado en Mauritania. Partió de Villaescusa el 19 de julio, pasó el Estrecho nueve días después y estuvo en el Sahara entre el 1 y el 9 de agosto antes de terminar en la zona limítrofe entre Mauritania y Malí el día 18, prácticamente un mes después.
Dos viajes extenuantes que están permitiendo desvelar los comportamientos de estas espectaculares y vistosas aves que durante cinco meses del año, de marzo a finales de julio, viven en Cantabria, donde nacieron y se han reproducido. «Estamos muy pendientes de cuando regresen, a ver cómo usan el territorio de aquí. Se alimentan de forma variada. Desde ratones en los campos hasta insectos, incluso les hemos visto pescar en las marismas de Santoña. También deambulan por el vertedero de Meruelo. Son oportunistas con los residuos», explica Felipe González, delegado en Cantabria de SEO Birdlife.
«También nos permite conocer, cada vez que sucede en estos estudios, los motivos de su muerte. Cuando el GPS avisa de que están parados durante un largo tiempo podemos comprobar si se han estrellado en algún punto negro (tendidos eléctricos o aerogeneradores) o si han ingerido veneno, como hemos comprobado en ocasiones», añade.
El milano negro -no confundir con el milano real, que llega aquí en octubre procedente, principalmente, de Centroeuropa y se marcha en marzo- es muy numeroso en España, donde hay censadas entre 11.000 y 13.000 parejas, 280 de ellas en Cantabria. «La migración es un fenómeno de estas aves con la que tratan de aprovechar los recursos en su mejor momento, en territorios diferentes. Tanto en África como en Cantabria encuentran las dos cosas que necesitan para vivir: lugares donde nidificar y comida abundante para subsistir», subraya.
En apenas dos meses, regresarán de nuevo para demostrar que para ellos, por suerte, no existen más fronteras que las del aire.
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