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El ensayista José María Lassalle, a su llegada al Ateneo de Santander. Juanjo Santamaría
«Hay que abordar políticas que regulen la gestión de la IA»

«Hay que abordar políticas que regulen la gestión de la IA»

El ensayista cántabro José María Lassalle cree que el control de la inteligencia artificial pasa por efectuar «una apuesta educativa potente alrededor de las humanidades»

Viernes, 7 de junio 2024

En el convencimiento de que tenemos que trabajar «para que las máquinas nos necesiten más de lo que nosotros las necesitaremos a ellas», como afirmó hace poco en una entrevista, el cántabro José María Lassalle, ensayista, consultor, expolítico, doctor en Derecho y profesor, ha escrito un libro en el que ofrece una visión incisiva y esperanzadora sobre el impacto de la inteligencia artificial en la sociedad y analiza lo que supone filosóficamente para la humanidad «impulsar el desarrollo de algo que está siendo programado para ser alguien consciente». Se titula 'Civilización artificial' (Arpa), y este viernes lo posó en el Ateneo de Santander en un acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés.

Presentado a los asistentes como «un santanderino de pro, un cántabro universal y un intelectual de primerísimo nivel» por el exdirector del periódico Manuel Ángel Castañeda, y guiado a través de un interesante debate por el jefe de Cultura del medio, Guillermo Balbona, Lassalle, que se sintió como en su casa «porque me considero 'ateneísta'», aseguró, para empezar, que «no hay que tener miedo a la IA». A su juicio, «puede tener un horizonte distópico y convertirse en un problema para la humanidad, pero no tiene por qué si somos capaces de articular reflexiones que nos permitan abordar políticas públicas que regulen la gestión de la IA».

No dijo esto solamente una vez. En un tono relajado, tranquilizador, Lassalle pidió tratar a la IA «con una mirada crítica», apartar cualquier atisbo de miedo y, desde esa concienciación crítica, «exigir la regulación de su gestión» como medida esencial para curarse en salud.

Preguntado luego por el papel que desempeñan las humanidades en el ámbito de esta tecnología, el ensayista reconoció que «son cada vez más residuales», aunque, por otro lado, subrayó, «también son el gran activo para encontrar un valor de agregación que la máquina puede desarrollar guiada por la IA».

Animada ya la conversación, el ensayista santanderino recordó que desde hace setenta años «estamos desarrollando una tecnología que busca replicar la inteligencia humana sin su imperfecciones y que opera directamente sobre el trabajo intelectual, o sea, desplazando el protagonismo que el ser humano venía teniendo». Y «si no la abordamos con una mirada crítica –y eso nos lo proporciona una conciencia humanística, que reivindica el papel del ser humano en lo que acontece en el mundo– tendremos un problema porque entonces será cuando se nos puedan plantear situaciones muy complicadas».

Y esto, matizó el expolítico, «solo puede resolverse si hacemos una apuesta educativa potente alrededor de las humanidades, unas humanidades adaptadas a un entorno tecnológico que permitan al ser humano añadir valor a lo que van a aportar las maquinas. El ser humano necesita colocarse por encima de la IA y para eso tiene que trabajar todo lo que cualitativamente le diferencias de una IA, que es, básicamente, una inteligencia estadística», dijo.

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