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La primera opción profesional de Azucena Vidal no fue la docencia de Latín y Griego, pero, como ocurre tantas veces, uno de sus profesores le hizo desviarse ligeramente del camino trazado. Ahora, con 36 años de docencia a sus espaldas en ambas especialidades, Vidal también ... se reconoce como una de esas profesoras que se cruza en el camino de una alumna y lo desvía. Sentada a su lado en un aula silenciosa del IES Santa Clara, en Santander, Abigail Torre evoca cómo hace algo más de 15 años, en la etapa de Bachillerato, las clases de Latín de Vidal –y también las de Griego con otra profesora– le llevaron a decantarse por la Filología clásica. «Era la combinación perfecta y ellas eran excelentes profesoras que supieron transmitirme esa pasión por el mundo clásico», señala Torre, que logró sacarse su plaza en Andalucía y que, tras lograr volver a Cantabria, ahora imparte clases de Griego en el IES José del Campo, en Ampuero.
Plazas jurídicas En el curso 2011-12 eran 52 y hoy en día, con la propuesta de Educación, se quedarían en 43. En Cultura Clásica pasan de una a tres.
Alumnado Unos 1.700 alumnos cántabros estudian Latín, Griego y Cultura Clásica. En Latín (optativa en 4º ESO y de modalidad en 1º y 2º de Bachillerato) son 1.303; en Griego (optativa en 1º y 2º de Bachillerato), 349; y en Cultura Clásica (optativas en 3º y 4º de ESO) son 75.
Condición Latín es la única especialidad que no tiene asignatura obligatoria en la ESO.
Hoy costaría bastante más mantener esa continuidad en la cadena docente. Latín y Griego han ido perdiendo importancia curricular con el paso de las leyes educativas –sobre todo, de la Logse en adelante–, se han convertido en materias optativas o de modalidad en toda la Secundaria y sus profesores temen que queden condenadas a la irrelevancia más absoluta. Sin tanta presencia en las aulas –en las de Cantabria y en las de casi toda España, porque es un problema «endémico»–, el interés por el Griego o el Latín decae irremediablemente, insisten los docentes, que hace unos días protestaron frente a la sede de la Consejería de Educación, FP y Universidades ante la posibilidad de que se amorticen cuatro plazas jurídicas de ambas especialidades el próximo curso –Educación, no obstante, se ha comprometido a estudiar la situación–.
«Cada vez llegamos a menos alumnos y las posibilidades de que la pasión por el mundo clásico continúe son menores», lamenta Vidal. Como muchos compañeros, esta profesora del IES Manuel Gutiérrez Aragón (Viérnoles) juzga que solo lo supuestamente «rentable» tiene cabida en los currículos, y que lo demás se desecha. Así, en «muchos institutos» cuesta crear grupos de Latín y Griego, sobre todo en las optativas de la segunda especialidad. La situación es crítica, dicen.
De las dos, Griego es la más perjudicada. Es evidente en virtud de los datos que maneja la Asociación de Profesores de Latín y Griego de Cantabria, que ha seguido de cerca la evolución de las plazas jurídicas –las que pueden ocupar los funcionarios de carrera– y que concluye que, si en el curso 2011-12 había 19 puestos de Griego, ahora corren el riesgo de quedarse en 12. En Latín se pasaría de 32 a 28, y en Cultura Clásica, tercera opción para estos especialistas, las plazas pasarían de una a tres en virtud de la propuesta de Educación.
Los docentes se declaran tocados, pero no hundidos. La Asociación, que reúne a 56 socios, organiza cada mes de abril un Festival de Teatro Grecolatino en el Palacio de Festivales que está «muy consolidado». También pone en marcha concursos de traducción y de relatos, y cursos de actualización para docentes. «Seguimos activos», subraya Agüera.
Lo contrario, la desaparición de estas enseñanzas, sería un «suicidio» social y cultural, advierte Daniel Río, al frente de la Sociedad Española Estudios Clásicos (SEEC) en Cantabria. Si se tiene en cuenta que el latín y el griego son «lenguas del conocimiento», que dan soporte a obras científicas, filosóficas y literarias, y que en el mundo clásico está el fundamento de la sociedad occidental, entonces, desconectarse de esas enseñanzas es desconectarse de nuestro origen, alertan Río y el resto de profesores. «Sin las enseñanzas del mundo clásico nos quedamos huérfanos, completamente desnortados», denuncia el también profesor universitario. Así que, como poco, «asistimos aun suicidio cultural e identitario como ciudadanos occidentales».
Con las leyes educativas, el peso curricular del Latín y el Griego se ha rebajado. «Es una dinámica constante», insiste Río. Con la llegada de la Lomloe, la SEEC y la Asociación trataron de que la Consejería maniobrase a favor de ambas materias –las comunidades tenían margen con ciertas asignaturas de interés–, pero fue en vano. «Poco a poco se van amortizando las plazas», lamenta el titular de la SEEC, que cree que hay una buena cantera docente, pero que no hay «voluntad política» para reimpulsar estas materias.
Esta situación tiene también reflejo en la universidad. En la de Cantabria, el Latín es una optativa en 4º curso del grado de Historia. Tras 40 años en la institución y después de trabajar hasta con dos compañeros más en su departamento, la catedrática Juana Torres Prieto es ahora la única profesora del área de Filología Latina. En el campus las enseñanzas del mundo clásico también sufren y eso, advierte Torres, hurta al alumnado la posibilidad de «dominar» su propia lengua o de conocer sus raíces. «Y no nos lo podemos permitir».
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