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Carmen Amaya, la gran bailaora, la primera que se puso pantalones, vuelve a la actualidad de Cantabria. Esta semana se ha dado su nombre a la gran terraza del Palacio de Festivales, en Santander. Pero la relación de esta gran artista gitana con Cantabria fue ... larga y fecunda. Casada con Juan Antonio Agüero en 1952, los restos de esta barcelonesa internacional reposan en el cementerio santanderino de Ciriego desde el año 1970. Se consideraba «montañesa de corazón».
Fallecida en 1963 en Bagur, su viudo trasladaría los restos mortales al panteón santanderino de la familia Agüero. No sabía vivir sin ella… El 2 de noviembre próximo se cumplirán 59 años de la muerte de la mujer que revolucionó el flamenco. Agüero, guitarrista, se incorporó al elenco de Carmen Amaya en Paris. A las pocas semanas, él se le declaró así: «¿A que no se casa usted conmigo?». Y ella respondió: «¿A que sí?» Se casaron al poco tiempo, en Barcelona, en 1952 en la iglesia de Santa Mónica, en las Ramblas de Barcelona.
Hace setenta años, Carmen Amaya era la gran artista flamenca y gitana que había recibido los grandes reconocimientos de todo el mundo, que había recorrido los principales países, aplaudida por sus dirigentes y de quienes había recibido regalos, abrazos y parabienes. En 1944 el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, la invitó a actuar en una fiesta en la Casa Blanca y le regaló una chaqueta bolera con incrustaciones de brillantes. En aquellos días, Carmen apareció en la portada de la revista 'Life'. Fue nombrada capitana honorífica de la Marina norteamericana y de la Policía de Nueva York. En Beberly Hills compró la mansión que había sido de Diana Durbin y Greta Garbo dijo de ella «es más que una bailarina. Es el arte». Estaba en la cumbre, de su arte y su fama. Cuando comenzó la Guerra Civil había abandonado España y viajó por todo el mundo paseando su arte: Lisboa, Londres, París, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, México, Uruguay, Venezuela, Nueva York…todos se rindieron ante su baile de forma que, cuando en 1947 decidió regresar a España, era ya una estrella internacional. Un estatus que conservó hasta su muerte en 1963.
Gracias a su esposo, el santanderino Juan Antonio Agüero, su compañero y guitarrista, Carmen había aprendido a amar a Cantabria y a cantar canciones montañesas como el ¿Qué bonito es Castro? Eran tiempos de felicidad en que Carmen y Juan Antonio visitaban Cantabria para descansar antes de emprender sus giras (agotadoras) internacionales...
El cántabro era veinte años más joven que la bailaora gitana y juntos dieron la vuelta al mundo. Carmen murió el 19 de noviembre de 1963 en su masía 'El manco', en Bagur (Gerona) y su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la localidad. En ese mismo año de 1963 murieron también otros dos mitos: la cantante Edith Piaf y el poeta, novelista, pintor, diseñador y cineasta Jean Cocteau.
El cadáver de la gran bailaora fue trasladado el 3 de noviembre de 1970 al cementerio de Ciriego (Santander), al panteón de la familia de su esposo, siguiendo los deseos de Carmen que, en más de una ocasión, había manifestado que se consideraba «montañesa de corazón, pejina». En la tumba en que está enterrada nada lo recuerda pero, en 2001, el Ayuntamiento de Santander acordó dar su nombre a una calle, en la zona de Peñacastillo, recordando que «Carmen Amaya, bailaora, es el máximo exponente de este arte en el siglo XX», según se dijo en la documentación tramitada para recordarla en la capital santanderina.
En Santander, en noviembre de 1998, se presentó la Asociación Cultural Carmen Amaya, que presidía el periodista José Luis Jiménez. La pintora Gloria Torner realizó un cartel de lo que se pretendía fuera un homenaje a la bailaora. El Ayuntamiento anunció que participaría en el homenaje y ofrenda en el cementerio de Ciriego, que pondría una placa en su tumba y que estudiaba erigir un monumento a su memoria. También se deseaba instituir la 'Noche de Carmen Amaya', en el Festival Internacional. Todo fueron palabras que quedaron en nada.
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