Secciones
Servicios
Destacamos
A Raquel Allende, usuaria habitual de la red de Cercanías de Cantabria, le entró la risa cuando leyó en El Diario Montañés la noticia sobre el retraso en la llegada de los 21 nuevos trenes a Cantabria por un error en las dimensiones. No ... daba crédito. Y utiliza la misma expresión que el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, para referirse a esta demora: «Menuda chapuza». De hecho, esa fue la palabra más repetida ayer por la mañana en la estación de Santander. Algunos pasajeros llegaban a la ciudad y otros se marchaban. Pero todos coincidían en el «miedo» que les daba perder el tren. Un temor lógico dados los habituales problemas del servicio que, se supone, se iban a solucionar con la entrega este año de las máquinas de nueva construcción.
Allende, que vive en Bezana, viaja en tren a Santander todos los días. Esto significa que hace cuatro viajes por jornada. «Por suerte no tengo un horario concreto que cumplir, porque no llegaría a la hora exacta nunca», comenta. «Ahora tengo que ir al dentista y el tren llega cinco minutos tarde. Y no me quejo. Teniendo en cuenta lo de otros días, es poquísimo», lamentaba la pasajera, que reconoce seguir atónita ante el anuncio por el que ayer pidió disculpas el Ministerio de Transportes. «No me lo puedo creer. Esto va a suponer que tendremos que seguir padeciendo los problemas de siempre otros tres años mínimo», expone Allende. «Se supone que hay gente que trabaja exclusivamente para que las cosas se hagan de forma correcta. No entiendo qué ha podido pasar».
Noticia Relacionada
Aunque la jornada de ayer en la red de Cercanías cántabra fue tranquila en comparación con el habitual caos -especialmente en los días de lluvia-, la comidilla entre los pasajeros fue el fallo en las medidas de los trenes. «Es que lo sufrimos en nuestras propias carnes. No tiene explicación alguna», se quejaba Vanesa Martínez. Ella vive en El Astillero y viaja todos los días a Santander en tren para acudir a su puesto de trabajo. Es decir, cuatro viajes diarios. «Muchos días he llegado a la estación y no había tren», lo que supone ir «a todo correr» al autobús para intentar llegar a tiempo.
Continúa narrando su experiencia: «Otros días me las he tenido que ingeniar para volver a casa porque no tenía cómo hacerlo». Un «auténtico lío» que condiciona su rutina. «Claro que me preocupa que no lleguen trenes nuevos. Mucho además». Y es que conoce a la perfección el estado «de los actuales». Una flota compuesta por 28 trenes con una edad media que se sitúa en torno a los 30 años. Incluso, algunas máquinas rozan los 40. «Los pasajeros habituales sabemos lo que hemos sufrido el año pasado en invierno. Ha sido un caos. Con espacios dentro del tren precintados por las humedades. Todos como sardinas en lata. Horroroso», relata Martínez. Sobre el fallo cometido, se pregunta: «¿Qué ha pasado? Alguien ha hecho mal las cosas. Y cada uno, en su puesto de trabajo, tiene que ser responsable. Sobre todo teniendo en cuenta que esto afecta a tantas personas», zanja.
Adrián Ardura vive en Santander y viaja en tren todos los días hasta la estación de Heras porque estudia un Grado Superior de Paisajismo en el IES La Granja. «Muchos días llego tarde al instituto por los retrasos del Cercanías y es agotador. Tuve que hablar con mis profesores», recuerda. Le ocurrió la última, hace justo una semana: «Salió a las 07.53 horas y hubo retrasos de más de media hora». No es el único alumno de este centro educativo que viaja en esta línea. Por eso los profesores son comprensivos con el tema. Son comprensivos, pero los retrasos no son inocuos: «Nos fastidia porque a veces nos podríamos perder prácticas o excursiones. Es una faena».
La misma faena le supone a Tomás Cano, que aunque entiende que todo el mundo comete errores, lamenta que sean los usuarios los que acarrean con las consecuencias. «Siempre pagamos el pato los mismos. Por eso, está renovación era muy necesaria», razona. Normalmente hace la ruta El Astillero-Santander. Pero también hay días en los que acude con su mujer a Limpias. Ha estado esperando más de 45 minutos varias veces. Además «hay que tener en cuenta que allí no hay nadie para informar, ni un triste tablón». En resumen: «Una auténtica chapuza -la palabra de la jornada- que espero que se solucione cuanto antes porque la red seguirá sin ser fiable».
Las Mesas de Movilidad de Cantabria y los sindicatos ferroviarios reclamaron ayer a la Consejería de Industria que convoque de forma «urgente»una reunión de la Mesa del Ferrocarrill tras la noticia del retraso de los 21 convoyes por un error en las dimensiones. Manuel Cortines, portavoz del comité de empresa de Renfe, considera imprescindible que el Ministerio aclare cuándo van a llegar a Cantabria los nuevos trenes que se están fabricando para renovar la flota de la red de Cercanías de la región. «Esto afecta, como siempre, a los usuarios de la red de Cercanías y a los trabajadores de Renfe», lamenta.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.