Cristóbal Palacio
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Cristóbal Palacio
Tras más de un año de enfrentamientos con la portavoz parlamentaria de Vox, Leticia Díaz, Cristóbal Palacio ha solicitado su baja del partido y pasará a ser diputado no adscrito en la Cámara autonómica. El abogado, que en sus inicios militó en el PP, ... llegó a ser candidato a la Presidencia con la formación de Santiago Abascal en 2019. Pero ahora, sancionado también por la dirección nacional, ha decidido tomar una decisión drástica.
–Dice en su comunicado de despedida que sus ideas y las que ahora defiende Vox «no son coincidentes». ¿Qué ideas han cambiado en el partido?
–Cuando entré en 2018, Vox era un partido de regeneración política. Desde unas ideas de derechas, sí, pero basado en valores liberales y conservadores. Era una mezcla de ambas, pero con un conservadurismo muy moderno, no nostálgico. Y en aquel momento también optó por ser aconfesional. Toda la estructura mental de los valores de Vox era enormemente coherente. Se elaboró un manifiesto con ideas fundamentales con el que difícilmente no se podía estar de acuerdo. Pero Vox ha ido virando hacia un conservadurismo más clásico y con un confesionalismo católico claro. El partido inicial también era casi asambleario, y ha ido girando a un modelo mucho más jerarquizado y vertical. Y eso se nota en todo. Probablemente, en los primeros años se premiaba el talento y ahora se valora más la aceptación de esa jerarquía.
–¿Por qué se ha producido ese cambio? ¿Da más votos?
–Muchos nos preguntamos qué es lo que pasa. Aparentemente solo hay pequeños cambios poco a poco, con la llegada de otras personas como consecuencia del cambio de modelo. Pero no soy capaz de decir, ni conozco a nadie que lo sepa, cuál es el punto de inflexión, o quién es el responsable del viraje del partido. Vox nace de un grupo de personas jóvenes, brillantes y capaces que se plantea cosas. Y todos esos se van apartando en un proceso de concentración de poder. En Podemos pasó algo parecido. Y en el PRC probablemente también. Se van cayendo figuras fundadoras y, al final, solo queda uno.
–También asume en su comunicado que su forma de entender la política y la de Vox es «distinta». ¿Se refiere a que ahora es más populista?
–Nuestra política antes tenía más fondo, intentábamos darle profundidad a los temas. Por ejemplo, antes nuestro mensaje era: «Inmigración sí, pero siempre que esté regulada porque necesitamos a los inmigrantes». Ahora ese mensaje ha desaparecido. Ahora es: «Inmigrantes no». Esos lemas tan simplistas van orientados a un modelo de partido y de seguidores. Antes tenías mensajes con más capas que iban dirigidos a mucha más población. Nos criticaban, de forma injusta, porque decían que proponíamos soluciones simples a problemas complejos. Era la caricatura que hacían de nosotros. Pero ahora sí que se le da mucha importancia al titular y poca a la profundidad.
–«Vox debe alcanzar acuerdos que den estabilidad a los gobiernos, en vez de arrojarlos en brazos de los mismos a los que quisimos apartar», dice en su carta. ¿Tiene culpa Vox de que el PP pacte con el PRC?
–Sí. En la anterior legislatura hicimos un esfuerzo enorme frente al Gobierno PRC-PSOE. Estábamos convencidos de la necesidad de la alternancia política, y de que el bipartito había creado un modelo corrupto con mucha gente viviendo de la política de forma insana. Teníamos que provocar su derrota para generar un cambio y que se vieran obligados a renovarse. Todos los partidos son buenos y cumplen su papel a un lado u otro del espectro político, lo relevante es que lo hagan bien. La idea era que PP y Vox diesen el relevo, provocando una catarsis en el PRC. Pero lo evitó la habilidad de Miguel Ángel Revilla, probablemente el político más listo que hay en Cantabria, regalando su apoyo al PP, condicionado a que no hubiera sangre y a que a los alcaldes se les tratase bien. El PP no debería haberlo aceptado, es un error. Pero la misión de Vox era evitar que ocurriera negociando con el PP una alternativa.
–¿Y por qué no se hizo? ¿Fue una decisión del PP?
–No, no creo que fuera una cuestión del PP. Es un fallo de Vox. No entro en si tendría que haber accedido al Gobierno de Cantabria o no, pero el principal objetivo de Vox era facilitar un gobierno estable sin los partidos de izquierdas y sin el PRC.
–¿Recuerda el momento exacto en el que se empezó a torcer todo en el grupo parlamentario? ¿Ocurrió algo en concreto con Leticia Díaz? ¿Fue por la elaboración de las listas electorales?
–No, las listas electorales las pacto yo en Madrid. Y acepto una candidatura en la que Leticia iba de número uno y yo de segundo dándole apoyo. Pero es verdad que, desde el primer momento, hay una voluntad de ella de romper con toda la trayectoria de Vox y desembarazarse de los que habíamos estado antes. Eso se plasma en cada paso que da y hace muy difícil la convivencia.
–Ha sido un enfrentamiento constante y público, ¿ha sido imposible atajarlo?
–Yo no me he enfrentado a Leticia Díaz agresivamente, pero existía una obsesión de ella y la diputada Natividad Pérez por ocupar todo el espacio político. Y entendían que eso significaba la expulsión de los dos diputados que estuvimos la pasada legislatura. Se produce un acoso permanente, no para confrontar ideas o posiciones, sino para expulsarnos de Vox.
–¿Era solo un asunto político o también personal? ¿No se han llegado a sentar juntos, tomando un café, para intentar arreglarlo?
–Sí, lo hicimos cuando empezó la campaña electoral, en mayo del año pasado. Armando Blanco y yo nos quedamos fuera de los mítines electorales y, entonces, preguntamos qué estaba pasando. Y no hubo respuesta porque no hay respuesta lógica a ese proceso. He intentado evitar la confrontación, pero no soy capaz de hacerlo completamente. Puedo autolimitarme, pero llevo muy mal que me limiten otros. Ese enfrentamiento es personal en un primer momento, pero luego deriva hacia un problema para determinar cuál es el papel que Vox debe jugar esta legislatura. En mi opinión, tiene que apoyar al PP para que haya un Gobierno de derechas en Cantabria, y aprovechar ese respaldo para marcar políticas interesantes para Vox. Pero Leticia Díaz cree que se debe castigar al PP por haberse negado a un gobierno compartido, cuando por el lado del PP sí creo que había voluntad de entendimiento.
–¿Cómo ha manejado la dirección nacional esta crisis? ¿Le ha defraudado el partido?
–Sí, creo que parte del problema está en que no se ha usado una estructura tan vertical para poner orden.
–¿La sanción de dos años de militancia ha sido definitiva para tomar la decisión de irse?
–Esperaba una rectificación inmediata del partido porque era clamoroso el error. No se ha producido y no se puede estar esperando indefinidamente. No puedo estar en un partido que considera que no soy una persona correcta. O rectificaban o no era compatible seguir.
–¿Cree que lo han hecho para forzar su salida y facilitarles la solución al conflicto?
–No creo que Leticia Díaz sea una solución para Vox esta legislatura a medio plazo. Puede serlo a corto, pero no medio. Leticia se enfrenta a muchos más problemas que a mi dimisión. Por ejemplo, tiene un expediente sancionador por acoso laboral a una trabajadora. Tendrá que enfrentarse a los comportamientos que ha tenido y deberá responder por lo que ha hecho. Pero eso ya no es asunto mío.
–Desde Vox Cantabria siempre han argumentado que los problemas en el grupo parlamentario eran ajenos al partido. ¿Lo comparte?
–No sería capaz de explicar si hay alguien que lidere el partido en Cantabria y en qué medida.
–Laura Velasco es presidenta.
–Eso es un cargo orgánico de funcionamiento, no implica el liderazgo político del partido.
–¿Está diciendo que Laura Velasco no tiene el liderazgo político en Vox Cantabria?
–Hace una función como presidenta, pero no es la líder política del partido. En Cantabria tendrán que buscar un liderazgo político razonable.
–¿Por qué no entrega el acta?
–Cuando ocurrió lo mismo con Marta García en Ciudadanos la pasada legislatura, ya defendí entonces que ella debía quedarse como diputada no adscrita porque era la voz de los ganaderos en el Parlamento. Hay políticos que son un engranaje más de los partidos y otros que le añaden un plus. Quiero pensar, quizás con poca humildad, que he aportado una forma de entender la política. Parte de los ciudadanos que votaron a Vox en Cantabria lo hicieron porque yo me presentaba. Legítimamente me he ganado el escaño que ocupo, aunque sé que no todos lo van a entender así.
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