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D e la noche a la mañana, Juan José Sota se ha convertido en un ‘killer’ de la política. El consejero socialista de Economía ha ... exhibido siempre un talante cordial y más bien discreto, pero su biografía demuestra que es ante todo el militante disciplinado que asume cualquier cargo o misión que le encargue la dirección de su partido. Ahora lo mismo concibe argumentos creativos para disculpar las cifras del paro que no acaban de ser buenas, que se pone al frente de la estrategia sobre la financiación autonómica, que saca el hacha para hacer limpieza de los elementos desafectos a la causa. Las elecciones están cada vez más cerca.
En pocos días, Sota ha ejecutado los ceses del interventor general, Gabriel Pérez, nombrado por el Gobierno del PP que presidía Ignacio Diego, y del subdirector general de Control Financiero, Rafael Gutiérrez, consejero de Economía con José Joaquín Martínez Sieso, y miembro de la actual ejecutiva del partido que comanda María José Sáenz de Buruaga.
Lo raro, en realidad, es que ambos no fueran relevados en el inicio de la legislatura como suele suceder cuando cambia el color político del Gobierno; también en Cantabria, en la primera etapa de la coalición PRC/PSOE. Sin embargo, el Ejecutivo resolvió mantener a los dos altos cargos en 2015, y hasta presumió de la generosidad y la transparencia que implicaba el gesto. Ha decidido hacer los cambios ahora, a 14 meses de las elecciones y en medio de las especulaciones sobre posibles filtraciones de información sensible y auditorías que comprometen la gestión gubernamental.
Los ceses tienen mucho que ver con el conflictivo cambio en la dirección del PSOE de Cantabria. Con esa idea de la ejecutiva que comanda Pablo Zuloaga de que los altos cargos de la parcela socialista del Gobierno deben ser ocupados por personas vinculadas al partido. La ex secretaria general y todavía vicepresidenta del Ejecutivo, Eva Díaz Tezanos, no era ni es, ya se sabe, nada receptiva a las instrucciones de Zuloaga en ningún ámbito, así que Sota ha pasado a ser el diligente brazo armado de la ejecutiva del PSOE contra los enemigos externos y también frente a la autoridad tambaleante de Díaz Tezanos en el Consejo de Gobierno.
Los recién llegados a la Administración, el nuevo interventor general, Pedro Pérez Eslava, y su sucesor en la Agencia Tributaria, Manuel Díaz Mendoza, no son militantes pero sí proclives a la ideología progresista. Lo bastante para participar como expertos económicos en la preparación de la Conferencia Política que los socialistas cántabros celebrarán esta primavera.
Los aliados del PRC hacen como que no les concierne gran cosa la ‘limpieza política’ a la que se aplica con fervor Sota, quien por cierto nunca ha sido su consejero socialista preferido. «Bueno, ya era hora», dicen con sorna los regionalistas.
Al PRC le interesa más el marcaje sobre el presidente de la CEOE-Cantabria, Lorenzo Vidal de la Peña, a quien el hiperactivo consejero Sota ha sustituido como ponente en la llamada Mesa del Nuevo Patrón de Crecimiento cuando el líder de la patronal renunció cinco minutos antes de que lo cesaran.
Nunca hubo ‘feeling’ entre el Gobierno y Vidal de la Peña, probablemente porque el discurso político del líder empresarial ha sido desde el primer momento mucho más agresivo que el de sus antecesores: Miguel Mirones, en el primer ciclo PRC/PSOE, y Gema Díaz Real, con el PP en el poder. Los desencuentros iniciales fueron a más cuando Vidal de la Peña vio frustrada su intención de comparecer ante el Pleno del Parlamento para abordar los problemas de la economía de Cantabria y sus posibles soluciones.
Al Gobierno –y tampoco a la oposición– no les hacia mucha gracia que el presidente de la patronal les riñera a todos desde tan solemne altavoz. Si acaso, una discreta comisión parlamentaria menos visible y trascendente, pero eso era poco. «Si Vidal de la Peña quiere hacer política, que se presente a las elecciones», desafían regionalistas y socialistas. Unos y otros le adjudican un exceso de protagonismo y, con malicia, también una oculta vocación política. Así que los lunes, miércoles y viernes sitúan al dirigente empresarial en la lista electoral del PP, y los martes, jueves y sábados le colocan al frente de la candidatura de Ciudadanos.
Pero lo que más mortifica al Gobierno bipartito es que la campaña de Vidal de la Peña que persigue desarrollar un ambicioso plan estratégico para la economía regional haya obtenido la calurosa acogida del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que es su principal objeto de preocupación electoral, sea o no finalmente el candidato autonómico del PP.
El Ejecutivo aguarda con escepticismo a ver cuándo llega el plan del presidente de la CEOE y quién paga la factura de 145.000 euros que costará su redacción. En el PP prefieren interpretar que la colaboración abierta entre el empresariado y el ministro De la Serna es la evidencia más clara de que el Gobierno no es capaz de liderar la recuperación económica de Cantabria.
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