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César Pascual
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César Pascual
La palabra cambio domina la hoja de ruta del consejero de Salud para esta legislatura. César Pascual toma las riendas de la sanidad cántabra con ... objetivos «ambiciosos», convencido de que podrá desatascar el «inmenso» volumen que acumulan las listas de espera tras años de «ausencia de gestión»; de que el hospital de Laredo «tendrá futuro» tras el «abordaje integral» que necesita para atraer profesionales que quieran trabajar allí; de que Valdecilla afrontará el reto «preocupante» de la protonterapia, con una obra «muy delicada» por delante y serias dudas sobre cómo rentabilizar la millonaria inversión; y de que en la Atención Primaria habrá que salvar el agujero de la falta de relevo médico, pero se buscará la fórmula «sin cerrar consultorios rurales».
–¿Cuál va a ser la receta de César Pascual para mejorar la sanidad de Cantabria?
–Trabajo, trabajo y trabajo.
–¿Y por dónde va a empezar?
–Lo primero es analizar bien la situación para tener todos los datos a la hora de tomar decisiones y que sean lo más acertadas posibles. Tenemos claro qué queremos hacer, la clave está en el cómo. Y para eso necesito la información de todas las áreas: la prevención, la asistencia, la gestión, el presupuesto… En esta fase, aún estoy nombrando equipo, que también es importante porque vendrán momentos duros, seguro, y el equipo es la verdadera defensa frente a eso.
–¿Qué es lo que más le ha sorprendido al llegar a la Consejería?
–La ausencia de gestión, este era un barco sin gobierno. Me ha llamado poderosamente la atención que no hubiera contratos programa y que los gerentes de los hospitales y de Atención Primaria no tuvieran unos objetivos que cumplir con una asignación presupuestaria. El ejemplo más claro son las listas de espera, a cargo de la Gerencia del Servicio Cántabro de Salud, cosa absolutamente increíble. Deben ser los centros y sus servicios los responsables de gestionarlas, como ocurre en otras comunidades. Aquí no, aquí la lista era del SCS, es decir, de nadie, porque el SCS no opera, no pasa consulta…
–Usted defendía que las listas de espera eran más abultadas de lo que se decía oficialmente, siendo ya las peores de la historia. ¿Cuál es la situación real?
–Siempre se ha hablado de la lista de espera estructural (la que se declara al Ministerio), pero no la completa. Estaríamos hablando de más de 21.000 personas en lista de espera quirúrgica y más de 70.000 en consulta. Hay que ajustar esto, porque la fiabilidad de los datos no es total, pero seguro que las cifras van a ser más altas.
–¿Cómo prevé desatascarlas?
–Lo primero es pactar con los profesionales para recuperar la actividad extraordinaria (operar por las tardes). Si los profesionales no participan es absolutamente imposible. De todas formas, el volumen es tan grande que necesitaremos todos los recursos disponibles. Y una de las cosas que es muy preocupante es que el contrato del acuerdo marco-quirúrgico (para derivar a la sanidad privada) está sin tramitar. Estamos a todo correr para sacarlo y empezar a contar con todos los recursos, porque el tamaño de las listas de espera es tan inmenso que sólo con los nuestros no damos abasto.
–¿Esa colaboración con la sanidad privada es imprescindible?
–Absolutamente imprescindible, no es una cuestión de voluntad ni ideológica ni nada. Si no contamos con ellos, estas listas de espera no se pueden corregir. Una vez logremos estabilizarnos y tener unos números aceptables, la solución no es incrementar la oferta, porque implicaría inexorablemente aumentar la demanda, sino trabajar la demanda. Hay un porcentaje de pacientes que soluciona su problema sin operarse, porque hay alternativas. Y luego hay que gestionar los tiempos de espera. Por ejemplo, no puede ser que una persona con una radiografía mala de cadera entre en lista de espera cuando no tiene dolor, no cojea, ni toma antiinflamatorios… probablemente con el tiempo necesite operarse pero no ahora.
–¿Habla de filtrar la demanda?
–Exactamente, ver la demanda real y ajustarla a las necesidades y a tratamientos innovadores, que no solo retrasan las intervenciones sino que a veces las evitan. Tenemos que jugar con todas las armas al alcance de la mano, pero eso es posterior. Lo primero es un plan de choque para aminorar este número tan brutal que tenemos.
–¿Ya se ha hablado con los médicos para operar por las tardes?
–Ha habido un primer contacto con el Sindicato Médico y estamos de acuerdo en renegociar. En septiembre empezaremos a ver de qué manera se ajusta y se retoma la actividad extraordinaria.
–¿Eso implica más dinero?
–No, necesariamente. Este año no, porque no se ha gastado lo previsto. Su reivindicación no era más dinero sino reajuste de los procesos. Por ejemplo, lo que decían era, con toda la razón del mundo, que se paga mucho por una obesidad mórbida cuando en realidad se hacen muy pocas intervenciones de este tipo. Ellos pedían reordenar los procesos y eso lo vemos razonable. Se quejaban de que se les dio la propuesta y se pasó por Consejo de Gobierno sin negociar. Modificaremos aquel acuerdo conforme a que pactemos con ellos.
–¿Con idea de empezar cuándo?
–Lo antes posible, si puede ser a partir del 15 de septiembre, mejor. Porque tenemos urgencia en poner en marcha el plan de choque.
–¿Sigue pensando que es viable que en un año se hayan reducido los tiempos de espera a 30 días para una prueba diagnóstica, a 60 para una consulta con el especialista y a 180 para ser operado?
–Sigo apostando por esos objetivos. Difíciles, pero alcanzables. El reto es importante y ambicioso, pero creo que se puede conseguir; en Madrid lo hicimos. Lo cómodo hubiera sido marcarlos para hacerlo en cuatro años.
–¿Se derivarán también más cirugías a la sanidad privada?
–Lo primero es establecer vías de colaboración con nuestros profesionales, porque el gran volumen se va a sacar dentro del SCS, no con la colaboración público-privada.
–¿Ha calculado ya cuánto va a costar ese plan de choque?
–Hasta que no tenga las cifras reales no me atrevo a decir, pero no será una cifra excesiva sobre lo previsto. Tenemos 3 millones disponibles, que no se han utilizado, pero el año que viene esa cantidad se subirá, porque habrá que intentar mantener la actividad extraordinaria todo el año. Nadie ha dicho que no se pueda hacer en verano o en Semana Santa. También hay que reordenar la actividad: hay cosas que se hacen como extraordinaria que en realidad es actividad programada encubierta. Y se puede sacar más rendimiento a los quirófanos. Hay programas informáticos que te permiten hacer la programación más eficiente, ajustando los tiempos para evitar parones.
–¿Qué planes tiene para Laredo, el hospital al que más le cuesta encontrar profesionales?
–Laredo necesita un abordaje integral, un cambio en profundidad. Hay un gran desánimo en los profesionales y una sensación de falta de futuro profesional, y así es imposible pretender optimizar nada. Cuando los profesionales están desilusionados y no ven futuro, se van. Hay que hacerlo atractivo, revisar la cartera de servicios y ver de qué manera aquello que no pueden hacer en Laredo lo puedan hacer en otro sitio. Si son plazas de difícil cobertura, habrá que dar incentivos para atraer profesionales y que se queden.
–¿Qué le diría a quienes ven el hospital abocado a desaparecer?
–Todo lo contrario, es un hospital comarcal que tiene futuro, porque tiene una población importante, que va a tener como complemento el centro de alta resolución de Castro, que va a ser muy tecnológico. La apuesta es que sirva de alivio y apoyo a Laredo, no un lastre. Ynos tenemos que plantear cómo abrimos vías de colaboración con Valdecilla, que es donde se atiende la complejidad. Entiendo que un residente que acabe en Valdecilla le puede resultar poco atractivo Laredo, pero a lo mejor si puede seguir vinculado a Valdecilla y compartir cosas la situación cambia. Pero vamos a lograr que Laredo sea un proyecto bonito. Y lo primero es terminar las obras, porque es desalentador.
–¿Se plantea la posibilidad de crear una gerencia única, con los hospitales comarcales dependientes de Valdecilla?
–Eso… es un proyecto de futuro, no un pensamiento a corto plazo. Sí que nos planteamos establecer un área única; son cosas distintas.
–¿En qué se diferencian?
–El área única significa que puede haber movilidad voluntaria de los profesionales que quieran trabajar en diferentes centros, nunca movilidad forzosa. Ahora no pueden hacerlo. Esto nos permitiría que un médico de Laredo pueda trabajar también en Valdecilla y viceversa. Ese ejercicio de libre elección será para profesionales y también para pacientes. Pero eso no es una gerencia única, una posibilidad que no niego, pero que será hacia la cual tendremos que evolucionar. Si las cosas van bien, es el camino natural, el punto final de un modelo de gestión.
–¿Cómo describiría la situación actual del Hospital Valdecilla?
–Se desaprovechó una oportunidad histórica porque se trasladó un hospital viejo a un edificio nuevo, pero no se cambió nada. Hay que introducir formas de trabajo distintas. Siguen trabajando en un modelo hospitalario jerarquizado por áreas de conocimiento, cuando la progresión de la medicina va por otros derroteros. Valdecilla tiene que ponerse a la vanguardia, de lo contrario corremos riesgo de tener en vez de un gran hospital, un hospital grande.
–¿Qué cambios cree que deberían haberse hecho entonces?
–Empezar a trabajar por áreas, por ejemplo musculoesquelético, juntando traumatólogos, con reumatólogos, con fisioterapeutas… trabajar de otra manera, en lugar de por parcelas. Hay que incorporar de nuevo Geriatría, otra cosa que no se entiende porque se quitó, siendo una comunidad tan envejecida. Se necesita aumentar la plantilla de trabajadores sociales. Y otra cosa fundamental es potenciar la investigación pura.
–¿Y la protonterapia qué papel juega en todo esto?
–Juega un papel preocupante. No hay adjudicado nada, no hay financiación, y son 50 millones de euros que nos vamos a tragar, con 23 adjudicados a una empresa (Varian) que ha abandonado el sector, así que tenemos el riesgo de que no tenga desarrollo. Y después está la obra, que tiene unas dificultades técnicas muy grandes. Hay que hacerla sin parar los Dan Vinci, que operan al lado. Aparte de la complejidad que tiene trabajar ahí, se va a alargar en el tiempo. Y luego que una cosa pensada como única, compite ahora con otras diez máquinas, algunas cerca. El modelo de negocio hay que revisarlo.
–Ha introducido en su Consejería la coordinación sociosanitaria, ¿busca resolver una asignatura pendiente con las residencias?
–Es un problema muy complicado de resolver, porque no se limita a la disponibilidad de camas, sino a cómo se atienden determinadas necesidades sanitarias que tienen las residencias y cómo se atienden necesidades que detectan servicios sociales en pacientes mayores... Habrá que rediseñar los recursos para tener una estancia temporal hasta que esos pacientes puedan volver a su casa.
–¿Una alternativa sería Liencres?
–Esa es la idea. No puedo avanzar más, pero sí que tenemos previsto utilizar el Hospital de Liencres, que está desaprovechado.
–¿Del uno al diez en qué punto sitúa el volumen de problemas que acumula la Atención Primaria?
–Un cinco o un seis.
–Bueno, no lo ve ni tan mal…
–Es que yo creo que hay más descontento que problemas. Porque cuando uno analiza la red que tenemos en condiciones normales (es verdad que ahora en verano siempre hay más incidencias), una vez que pongamos en marcha el concurso de traslados abierto y revisable y se normalice la situación tenemos una cobertura del 100% de plazas con la estabilización. El problema de la Atención Primaria es que tenía contratos indecentes, de un día en Potes y otro en Valderredible. Eso no es forma digna de tener a un profesional que ha estado once años estudiando y trabajando. Una vez que se supere eso con la estabilización bajará ese descontento e iniciaremos el proceso de la reforma en Cantabria, sin salirnos del marco general del Ministerio, pero adaptado a las circunstancias de la región, con el problema del envejecimiento de los profesionales y de que no hay relevo.
–¿Esa reestructuración supondrá cerrar consultorios o SUAP?
–No, los consultorios no son sólo un tema sanitario sino de lucha contra la despoblación. Otra cosa es qué actividad queremos desarrollar, cómo incorporamos la telemedicina y las tecnologías, pero no se van a cerrar recursos.
–¿Cambiará las agendas qué tanto indignaron a los médicos?
–Ya está abierta la vía de negociación, tuvimos una reunión con el Colegio de Médicos para poner una serie de huecos (4 o 5) a disposición de médicos y enfermeras. Es un problema en vías de solución ya. No vamos a deshacer las agendas implantadas, porque ellos mismos reconocen que ha mejorado la situación pero lo que pedían era tener margen de poder citar ellos a sus pacientes para siguientes consultas y en eso se trabajará. Y si esos huecos no se utilizan, se abrirán a la población para que pueda pedir cita en ellos.
–¿Cuándo dispondrá de los resultados de la auditoría del SCS?
–Me gustaría tenerla lista a final de septiembre pero no es fácil, porque es una auditoría asistencial, operativa y financiera. Ver cómo están los servicios, su organización, puntos débiles… lo que tiene mucho que ver con la falta de gestión.
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