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DANIEL MARTÍNEZ | JAVIER GANGOITI
SANTANDER.
Martes, 5 de marzo 2019, 07:17
«Llevamos 28 horas sin dormir. Es que teníamos las llamas a apenas veinte metros de casa, casi arrasan con todo», comentaba ayer por la mañana un vecino de Aés (Puente Viesgo). Había estado desde la noche anterior pegado a su ventana y con ... el teléfono en la mano por si el incendio que, desde media tarde, se estaba acercando peligrosamente a esta localidad finalmente llegaba a las viviendas y tenía que salir corriendo. No hizo falta, pero por poco. Por muy poco. Como en el resto de Cantabria, los servicios de extinción lograron controlar tras mucho trabajo sobre el terreno la oleada de incendios -otra más este seco invierno- que en las últimas horas ha vuelto a calcinar los montes de la región. La aparición del viento sur animó a los que les gusta prender la mecha y ayudó a pintar de tonos amarillos y naranjas la noche del domingo al lunes.
Como allí, donde hasta que salió el sol se vivieron momentos críticos, las llamas se quedaron también a pocos metros de cabañas y algunas viviendas dispersas en varios pueblos de Toranzo, Rionansa, Los Tojos o el triángulo que forman Penagos, Liérganes y Riotuerto. En estos puntos estuvieron los fuegos que más se aproximaron a lugares habitados, pero un tercio de los municipios tuvieron incendios activos durante la madrugada, cuando los medios aéreos no pueden volar y más difícil resulta para las cuadrillas y agentes de Medio Natural atacar las llamas.
Desde las 19.00 horas de ayer se han provocado en Cantabria tres incendios forestales en Santiurde de Toranzo, Rionansa y Cabezón de Liébana. Este último permanece activo en estos momentos junto con el de Cosío (Rionansa), que se encuentra en avanzado estado de extinción.
A primera hora de hoy, martes, en el Centro de Coordinación Operativa (CECOP) se analizará la situación y las previsiones meteorológicas para la próxima madrugada y, en su caso, adoptar las medidas necesarias para hacer frente a la situación que podría ser complicada.
Se mantiene activo el nivel 1 de Infocant y, con ello, todo el operativo disponible para hacer frente a la situación.
Los casi doscientos operarios de la Consejería de Medio Rural que pasaron la noche en vela con las mangueras y batefuegos al cien por cien de su capacidad vieron cómo en un momento, antes de amanecer, convivían al mismo tiempo 50 incendios. Unos más violentos -el que arrasó un eucaliptal en Los Llanos (Penagos) fue uno de los de mayor tamaño- y otros menos, pero en cualquier caso 50 incendios. Casi el diez por ciento de los que habitualmente se registran en la comunidad autónoma en todo un año.
Para entonces el Gobierno de Cantabria ya había activado el nivel 1 del Plan Especial de Incendios Forestales (Infocant), un nivel menos que el que ya conlleva la llegada de ayuda del Estado para luchar contra las llamas. Aun así, el Ejecutivo central puso a disposición de la comunidad autónoma un helicóptero y un avión anfibio, que se sumaron a las labores de refresco que ya estaban realizando por aire el helicóptero del 112 y el de la BRIF -el grupo que destina el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente a Cantabria durante los meses de marzo y abril para este fin- con base en Ruente. Había problemas en Selaya, Santa María de Cayón, Valdáliga, Ruesga, Tudanca, Castañeda, Arredondo, San Pedro del Romeral...
De los 102 ayuntamientos de Cantabria, en 37 estaban atentos a la ventana, como el vecino de Aés. A las 14.00 horas sólo quedaban 19 activos y tan sólo dos estaban descontrolados. Y a las siete de la tarde la cifra se redujo hasta 16 gracias a la mejora de las condiciones meteorológicas. Desde las siete de la tarde hasta las seis de la mñana de hoy, martes, los incendiarios provocaron otros tres en Santiurde de Toranzo, Rionansa y Cabezón de Liébana. Quedan activos este último y sigue ardiendo desde ayer el de Cosío (Rionansa), aunque ya está cercano a su completa extinción. Se espera que hoy la situación volverá a empeorar con la llegada de fuertes rachas de viento.
«Si no es por la labor de los bomberos, el fuego habría arrasado con todo. Con nuestra casa, con los animales, el monte... Todo», resumía Vanesa García, otra vecina de Aés. Hablaba desde el barrio Virgen de Gracia, en primera línea de la catástrofe: «Ya el domingo por la tarde vimos una columna de humo aislada y, en cuanto llegamos a casa, llamé a emergencias directamente por lo que pudiera suceder. Y claro, ha pasado lo que ha pasado». Las lenguas de fuego se abrieron paso a lo largo del bosque y pusieron en jaque a los efectivos de bomberos del 112 presentes en la zona.
50 fuegos simultáneos hubo la pasada madrugada tras activarse el nivel 1 del Infocant.
58 nuevos incendios, en 37 municipios, se contabilizaron ayer en la región.
87 incendios se contabilizan en lo que va de marzo. En febrero fueron 332.
200 operarios de Montes trabajaron ayer. Hay que sumar los medios del Estado.
Un panorama que, «visto desde abajo, daba mucho miedo», como contaba la mujer, pendiente de que el incendio se mantuviera lejos de su terreno. No fue fácil. «Teníamos el fuego delante de nuestras narices y veíamos cómo se nos echaba encima literalmente». La joven compartió la angustia con sus padres y no se acostó hasta más allá de las tres de la madrugada, cuando el trabajo de los profesionales logró asegurar los aledaños de la casa del peligro de las llamas. «Y aún así, quedan focos activos», lamentaba García señalando con el dedo. Con menos violencia, pero seguía dando guerra.
Estaban cerca, pero más allá se veían las huellas del fuego de Ocejo (Luena), donde incluso hubo riesgo para las personas. «Se nos echó el fuego encima y quedamos atrapados en el vehículo en la subida de Ocejo. Estábamos actuando al lado de la carretera, cambió el viento y las llamas nos rodearon. Tuvimos que correr con las mangueras todavía enganchadas en el remolque. Y suerte que íbamos bien equipados, que si no...», señalaba Diego González, coordinador de la agrupación de voluntarios de Protección Civil de Corvera de Toranzo, que calificaba lo vivido como «descomunal». La sensación era la misma entre los voluntarios de Arredondo, otro municipio en el que esa noche hubo más miedo e 'iluminación' de lo normal.
«A las dos de la noche allí seguían (los bomberos y los operarios de Montes). Nosotros tuvimos que retirarnos porque después de todo el día ya no podíamos más», apuntaba ayer por la mañana González, que como muchos de sus compañeros, después de 16 horas en los incendios, este lunes tuvieron que madrugar para incorporarse a sus trabajos. Lo otro, lo hacen de forma voluntaria y altruista.
Los medios aéreos del ministerio y del Gobierno de Cantabria estuvieron en Aés y también en Cosío (Rionansa). En este pueblo varios ganaderos tuvieron que soltar sus animales ante el peligro de que las llamas llegaran hasta las cabañas. Finalmente no ocurrió. «Ha sido gracias al camión que tiene el Ayuntamiento. Los del 112 estaban por aquí también, pero tenían tantos frentes abiertos que no podían llegar a todos», comentaba ayer por la mañana Ethel Acebal desde su casa.
El más importante justo delante del pueblo comenzó a eso de las nueve de la noche como colofón al fin de semana. Las imágenes nocturnas deslumbraban y daban miedo, «pero, aunque era muy grande, peligro no ha habido porque está delante el río y hace de barrera». Molesta con una situación muy desagradable para todos los vecinos -o casi todos- pero relativizando porque al final los daños habían sido limitados. Echó una carcajada cuando un familiar le gritó por la ventana: «Apaga bien el cigarro, no nos fastidies...».
La ermita del Carmen de Bárcena Mayor se salvó por los pelos. «Porque las llamas corrían mucho y eran bajas, porque la atravesó por detrás», detallaba Manuel González, un jubilado que veía el terreno calcinado desde el río con el ruido de las hélices del helicóptero del 112 de fondo. El fuego del que hablaba el hombre ya estaba sofocado, pero había surgido otro más arriba, en los puertos. «Le llamamos de muchas formas. Peña Alta, El Berrón... Pero bueno, no ha sido la cosa como en diciembre de 2015, que lo tuvimos al lado de casa», recordaba. Entonces incluso hubo que desalojar algunas viviendas, las más cercanas al entorno de la peña.
La impotencia era ayer el denominador común de los cántabros. Fue el caso de Penagos, otro de los municipios donde más se ensañaron las llamas, desde el domingo hasta la madrugada del lunes. Por suerte, y como ocurrió en otros puntos, gran parte de los incendios se extinguieron antes de la tarde. Los bomberos y los efectivos de Medio Natural acababan con el fuego en Los Llanos, que llegó a ocasionar momentos de preocupación por sus dimensiones, primero, y por su proximidad a algunas zonas de Liérganes, después.
Ana Ríos, concejala del equipo de Gobierno municipal, convivió con esta tensión desde las diez de la noche del domingo, cuando las llamas se abrieron paso en las localidades lierganesas de Tarribas y Casas del Monte. «Ya por la noche nos reunimos con los vecinos porque veíamos que las casas podían correr un peligro real. Una vez avisamos al 112 y empezaron a venir los efectivos de Medio Natural, nos quedamos más tranquilos», contaba la edil, que afirmaba haber presenciado «hasta cinco kilómetros de fuego».
El fuego de Cosío del que hablaba Ethel Acebal se extinguió, pero surgieron otros, como el que preocupaba a última hora de ayer en esta misma localidad. A última hora de ayer, cuando se retiraron los medios aéreos, había 16 incendios forestales sin controlar y preocupaban especialmente los de Corvera de Toranzo, Santiurde de Toranzo, Luena, el valle del Nansa, Tudanca, Rionansa, San Pedro del Romeral, Vega de Pas. También los de Sel de la Carrera y Entrambasmestas, en Luena, y el de Aés, en Puente Viesgo.
Continuaron durante la noche con los batefuegos las cuadrillas de Montes, a las que 15 personas y cinco vehículos de Cruz Roja dieron apoyo logístico, sobre todo proporcionando avituallamiento.
Bocadillos, refrescos o fruta suministrada de forma gratuita por Mercadona. Aquí también se implicaron los voluntarios de Protección Civil de las agrupaciones municipales de Cillorigo de Liébana, Los Corrales de Buelna y Valderredible.
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