![«Llega gente con nómina que no puede ir a la compra por la subida de la hipoteca»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/08/19/Imagen%20115011542-kQkG-U2001038994512KoH-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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En 2012 se creó en España el conocido como 'banco malo' para absorber los activos inmobiliarios dudosos de las entidades financieras y evitar así su quiebra. En contraposición, si alguien hablara en la región de un 'banco bueno', se tendría que estar refiriendo necesariamente al ... Banco de Alimentos de Cantabria, encargado de recoger y gestionar productos básicos y distribuirlos entre las entidades que prestan servicio a personas con carencias severas. Su presidenta, Gema Díaz Domínguez, presume de la solidaridad de los cántabros y del trabajo de los voluntarios en un momento especialmente delicado por las consecuencias de la inflación.
–Coincidiendo con la última 'Gran Recogida' decía que los almacenes estaban vacíos y que, literalmente, hacía falta «de todo». ¿Ha mejorado algo la situación desde entonces?
–Eso ocurrió en noviembre, cuando tuvimos un momento con la nave completamente vacía. Fue horroroso. No había visto eso nunca. Ahora llevamos todo el año con escasez y tenemos carencia de productos, pero concretos.
–¿Cuáles son esos productos que han dejado de aparecer en las donaciones?
–Lo último que hemos tenido que comprar ha sido leche, cereales, conservas de todo tipo, café y alimentos infantiles. Procuramos tener siempre un stock mínimo para dos meses y con lo que había no durábamos.
–Cada año aumenta la comida que se recibe en estas grandes campañas y da la sensación de que a pesar de ello los estantes se vacían cada vez antes.
–Cada vez dura menos. Lo que recogimos en noviembre de 2020 nos llegó hasta el mes de mayo. Lo de la 'Gran Recogida' de 2021 nos llegó solo hasta febrero y, a partir de ese momento, tuvimos que empezar a comprar. Este año hemos tenido que hacerlo incluso antes de febrero. Todos los productos que recibimos nos vienen bien, pero es verdad que es más difícil gestionarlos porque en un mismo tiempo nos encontramos con muchísima cantidad del mismo tipo de alimento. Sobre todo pasta, arroz… El problema ahí es las fechas de caducidad de los productos en los que hay mucho stock y, a la vez, hay carencias de otros. En 2020, con el covid, se cambió el formato y por las medidas sanitarias la 'Gran Recogida' se hizo solo con aportación económica. Desde entonces ya ha sido mixta (dinero y alimentos). Esto es un cambio importante y la gente tiene que saber que no nos dan un dinero sin control. En realidad, se crea una línea de crédito en el supermercado en el que se dona para cuando haga falta gastarlo en productos. Es mucho más cómodo.
–El problema es que, con la inflación, ese mismo dinero sirve ahora para comprar menos.
–Ese es el problema. Además, sobre todo se ha incrementado el precio de los productos más básicos, que son los que nosotros gestionamos. Hasta el año de la pandemia trabajábamos casi sin dinero porque se cubría la demanda con las donaciones de alimentos. El año 2020 ya no llegamos con esas aportaciones y tuvimos que comprar nosotros directamente. Tuvimos que gastar 68.000 euros. El año pasado fueron 141.000 euros y este año, a falta de cuatro meses para acabar el ejercicio, llevamos ya 147.000 euros gastados. Ahora hay un problema adicional porque el fondo de la UE no ha distribuido ni leche ni aceite, así que lo hemos tenido que comprar.
–Se habla de que el litro de aceite puede alcanzar los 10 euros…
–Está disparado, pero es que la leche también. Hemos comprado un camión entero, que nos dura un mes y medio, y ha costado 17.000 euros.
–Hay bancos de alimentos que ya ni siquiera reparten aceite de oliva.
–Nosotros por ahora seguimos. Estamos intentando repartir ambos aceites (oliva y girasol). Hemos reducido algo la cantidad para ajustar, pero queremos mantener la misma cesta. Por lo menos mientras podamos.
–¿Qué influye más en los problemas de stock, las dificultades para adquirir productos o el aumento de la demanda?
–Básicamente la inflación. Y hay otra cosa importante. En la situación que estamos viviendo muchos supermercados han recuperado una acción que durante mucho tiempo habían desechado: poner a precio de saldo los productos que están a punto de caducar para darles salida. Antes, ese tipo de productos nos los donaban directamente. ¿Sobre los beneficiarios? Respecto el año pasado el número es estable: una media de 9.800 personas al mes. Las subvenciones que recibimos son las mismas y las donaciones particulares han bajado algo aunque tampoco hay una caída dramática, pero con igual dinero compramos ahora menos por esa inflación.
–Entonces, ¿el que donaba antes sigue donando aunque los alimentos sean más caros?
–Básicamente, sí. Cantabria es muy solidaria. Lo hemos visto siempre, y sobre todo cuando lo hemos pedido con más interés por las dificultades como el año del covid. La gente particular y las empresas también.
–Los datos del INE dicen que la pobreza se reduce, pero la demanda, aunque no aumenta, tampoco baja.
–No sé los motivos, pero lo seguro es que esa estabilidad en el número de usuarios es una realidad. En términos estadísticos sí hay disminución y estamos mucho mejor respecto a los años del covid, cuando nuestros usuarios se multiplicaron por tres. Pero en cualquier caso seguimos con cifras igual a las de antes de la pandemia. Sí es verdad que los compañeros del Banco de Alimentos de otras comunidades sí dicen que los usuarios están yendo a más. Aquí no.
–¿Sería más eficaz que la solidaridad de la población fuera constante a lo largo del año y no concentrar el esfuerzo humano y logístico en una 'Gran Recogida' puntual un fin de semana?
–El que quiere donar a lo largo de todo el año puede hacerlo a través de nuestra web. Y nos llegan todas las semanas. Gente que deja una cesta de alimentos o hace una donación de 5 o 50 euros. Pero estas campañas puntuales sí tienen un sentido: si machacamos a la gente todo el año con lo mismo lo acaba asimilando y deja de apreciar el problema. El pico fuerte es la 'Gran Recogida' y Navidad. Después, el goteo de donaciones es constante. El 54% procede de empresas y particulares y el resto de fondos públicos y subvenciones.
–Lleva tres años al frente del Banco. Empezó en pandemia y le ha tocado vivir la crisis de inflación. ¿Ha ido cambiando el perfil de los usuarios?
–Es similar, pero con matices. En septiembre del año pasado notamos un incremento brutal de niños y también de familias que utilizaban por primera vez este servicio. Personas que con un trabajo vivían justas, pero vivían, y que habían perdido ese sueldo o ya no les llegaba. Eso ya está estabilizado y ahora lo que nos llega es gente con nómina que, por la subida de la hipoteca, es incapaz de cubrir sus necesidades. Incluso nóminas relativamente altas a las que una vez que las descuentas la hipoteca se quedan en nada.
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