Secciones
Servicios
Destacamos
El grupo de 30 jóvenes albaneses que se había quedado sin techo cuando se decretó el estado de alarma para hacer frente al Covid-19, empieza a llegar al monasterio de Soto Iruz, donde son acogidos y donde pondrán permanecer las próximas semanas, ... hasta que finalice el confinamiento y se restablezca la normalidad en el país.
Este recurso habitacional al que se ha llegado mediante una colaboración institucional a tres bandas -Gobierno regional, la ONG Nueva Vida y el Obispado de Santander-, se está desarrollando de manera escalonada, de tal forma que el lunes llegaron los tres primeros chicos, ayer se sumaron diez más y se espera completar la cifra de 30 entre hoy y mañana. Así, poco a poco, se desaloja el local de Nueva Montaña donde, a día de hoy, permanece parte del grupo, un lugar que no cuenta con las condiciones mínimas de habitabilidad, sin luz ni agua corriente.
Desde ese local partió a las tres de la tarde de ayer el autobús con rumbo al valle de Toranzo, al que subieron diez albaneses acompañados por agentes de Protección Civil y representantes de la ONG Nueva Vida, que respalda al grupo mediante su programa 'Refugiados' financiado con una partida económica del Instituto Cántabro de Servicios Sociales, Icass.
A su llegada al monasterio fueron recibidos por el párroco, Oscar Mario Vargas, y el diácono. También había personal de seguridad privada contratado por el Gobierno de Cantabria, que vigila el lugar las 24 horas del día.
«El monasterio abre sus puertas a disposición de los chicos para brindarles un lugar digno, gracias a la colaboración del Gobierno de Cantabria, Nueva Vida y el Obispado de Santander», destacó el párroco. «Estamos muy contentos de tenerles aquí, lo veo como una oportunidad para todos. Ellos son personas buenas y formadas, algunos hablan varios idiomas, y están muy agradecidos de haber llegado a este lugar tan bello y que tanto cuidamos. Aquí iremos habilitando las zonas del claustro que necesiten según vaya llegando más número, y se podrán mover libremente y de forma independiente». De otra parte, el párroco indicó que además de la seguridad privada, «la Guardia Civil nos ha informado de que tendrá mayor presencia».
Sin embargo, la llegada de los albaneses ha generado controversia entre los vecinos de Soto Iruz y del resto de municipio, Santiurde de Toranzo, donde han recogido firmas en contra de esta medida adoptada y expresaron «miedo a que sea un foco de propagación del virus», y ponen en duda que vayan a cumplir las normas de aislamiento.
Ante esta situación, el alcalde Víctor Manuel Concha emitió ayer un escrito dirigido a la Delegación de Gobierno informando de que esta medida «tan sensible» se ha tomado «a espaldas del Ayuntamiento», y expresa su disconformidad «por motivos de seguridad». En el escrito, el alcalde afirma entender «la necesidad de mejorar la situación de estas personas», pero también «exijo al Gobierno regional y a la Delegación del Gobierno un refuerzo de las medidas de seguridad, ya que no voy a consentir en ningún caso que se ponga en riesgo la salud y la seguridad de los vecinos. Si se cumplen las medidas no tiene que haber ningún problema, pero muchos vecinos creen que no se van a cumplir, por lo que exijo plenas garantías en este traslado».
Por su parte, el responsable de Nueva Vida, Julio Justamante, apeló a «la caridad humana, que debe primar en una situación excepcional» y explicó que estos jóvenes «son personas, a pesar de su pasaporte. Nosotros no miramos la carcasa, sino que son personas que deben vivir con dignidad, y estos jóvenes estaban en unas condiciones infrahumanas», recordó. «El miedo es libre -continuó-, pero frente a ello está la posibilidad de informarse y pueden conocerles y ver que son jóvenes como nuestros migrantes españoles que van a buscar trabajo a otros países; yo mismo fui migrante hace unos años». Y envió un mensaje tranquilizador: «Vamos a demostrar que no habrá problemas de convivencia y que venceremos los miedos de los vecinos, y lo haremos con mucho cariño, cumpliendo todas las normas, algo a lo que se han comprometido los jóvenes, y con mucho trabajo».
Los diez recién llegados fueron guiados por las instalaciones de la casa parroquial, del siglo XVII, que fue renovada en el 2000. El grupo, después de un mes durmiendo en el suelo, sin duchas ni letrinas, se fue instalando en sus nuevas habitaciones, que son todas para compartir entre dos, y recorrieron las salas comunes, el salón para ver la televisión, el comedor y el jardín. Sus caras eran de sorpresa y sólo pronunciaron algunas tímidas palabras de agradecimiento al ver el confort y el ambiente de hogar que se respira en todas las estancias; también les entregaron toallas y sábanas, proporcionadas por la ONG.
Durante las próximas semanas los jóvenes contarán con traductores para salvar la barrera del idioma y educadores, que les acompañarán las 24 horas del día y les enseñarán español, actividades enfocadas a la empleabilidad y para la mejora de las habilidades sociales. «Se trata de que aprovechen el tiempo y mantengan la cabeza ocupada. También tendrán tiempo de ocio y para ver películas como cualquier joven en estos momentos de confinamiento», explicó Justamante.
Francesk, un albanés de 19 años que llegó el lunes al monasterio, agradeció a Cáritas y a Nueva Vida «por cómo nos han ayudado y tratado, dándonos la oportunidad de tener un techo, ya que las circunstancias han hecho que se nos acabe el dinero para alcanzar nuestro sueño de llegar a Reino Unido, donde nos esperan nuestros familiares».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.