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Al sacerdote cántabro y arzobispo emérito Carlos Osoro, las noticias que llegan desde Valencia le generan el mismo sentimiento de desolación y preocupación. A él, que fue arzobispo de Valencia durante cinco años (de 2009 a 2014), las imágenes de la destrucción le afectan, ... también, «de una manera especial». «Me llegan muchos testimonios de dolor y preocupación; he estado varios años ahí y lo conozco bien», expresa, agradecido a su vez a «tanta gente» solidarizada con esta causa.
«Estoy preocupado y también ocupado en llamar a mucha gente que conocí durante mi etapa allí y que ahora se ha visto afectada», declara el cardenal, natural de Castañeda y, hasta su jubilación en junio del año pasado, arzobispo de Madrid a lo largo de la última década. Esa responsabilidad ya la cedió tras su retirada, pero hay otra responsabilidad, la de «ayudar», que no ha abandonado. Y menos tras lo ocurrido esta semana, después de que las tormentas, el agua y el barro hayan devastado Valencia en la peor DANA del siglo.
Esta fue su tierra de adopción, pero la solidaridad, dice Osoro, no entiende de fronteras. «Ahí tenemos que estar todos. Toda España. Cuando algo así sucede, todos tenemos que volcarnos en ayudar a las personas». Osoro aprovecha para dejar claro este asunto y apela a la unión, rechazando a quienes convierten este tipo de tragedias en una suerte de arma arrojadiza. «Lo importante ahora son las personas y dejarnos ahora de otros cuentos que no nos ayudan a encontrarnos y ayudarnos. Eso es lo más importante ahora: volcarse y ayudar a las personas».
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