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Cuando le preguntan si Cs vende mal sus decisiones y su labor, Félix Álvarez (Santander, 1966) dice que «es más fácil decir 'socialismo y libertad', o 'la derechita criminal', que presentar una ley de mejora para las familias». «Es –insiste– más fácil lanzar eslóganes ... que plantear propuestas para mejorar la vida». En esta semana cuesta arriba para su partido, al coordinador naranja en Cantabria le toca dar muchas explicaciones. «Es lo que hay», dice.
–Cs se descompone. Eso se escucha. ¿Qué opina?
–Que nos llevan matando desde que nacimos, que tuvimos una crisis tremenda en 2009 y en 2010, que no es la primera vez que lo he oído y que estoy seguro de que no es la última. Pero vamos a seguir peleando, vinimos a lo que vinimos y no vamos a dejar de hacerlo. Y las consecuencias, las asumiremos. Ahora mismo tenemos mucha vida y encima creo que somos un partido necesario para España, dada la polarización.
–Pero no me negará que el panorama no pinta bien.
–No pinta bien. Están los últimos resultados, la semana que hemos tenido con lo de Murcia y Madrid... Los errores que hemos tenido estratégicos, tácticos y comunicativos nos han llevado a estar en una posición difícil. Pero nadie dijo que esto fuera fácil. Estar en el centro político de este país es complicado y cada vez más. Difícil y, a veces, doloroso. Le pasó a UCD, al CDS, a UPYD. Recibimos guantazos de un lado y de otro, y cubrimos un espacio muy goloso tanto para PP como para PSOE. Pero, ante la dificultad, más trabajo, más capacidad de lucha y resistencia.
–Ha dicho que el partido ha asumido responsabilidades y que Arrimadas es la persona idónea para el proyecto. ¿Qué responsabilidades ha asumido Arrimadas?
–Ella tenía un equipo, un núcleo duro. De ese núcleo duro, tanto Cuadrado como Espejo han dado un paso al lado. Y esa ejecutiva ha pasado de nueve a 17. Se ha elegido a un nuevo secretario de Comunicación, hemos visto como Edmundo Bal da un paso y se presenta en Madrid... Se modifica la estructura interna del partido. Creo que los cambios son sustanciales.
–¿Pero qué responsabilidades directas asume Arrimadas?
–Conseguir que estos cambios se produzcan después de los batacazos que nos hemos metido.
–¿Cantó sigue siendo su amigo?
–Una pregunta complicada. A Toni Cantó le he querido mucho y creo que le sigo queriendo. Las cuestiones personales tendrían que estar por encima de las políticas. Pero también es cierto que, precisamente por eso, a mí como persona me ha decepcionado. Creo que lo que hizo el otro día no se ajustó a la realidad, que lo llevaba preparado, hizo Hamlet a las puertas de la sede y no se quedó para escuchar lo que teníamos que decir el resto. Durante el fin de semana Inés Arrimadas le estuvo llamando para ofrecerle formar parte de la Ejecutiva y no devolvió las llamadas. Creo que lo llevaba premeditado y me dolió. Ya no políticamente, personalmente. Necesito tiempo, que haga de cataplasma, y espero algún día sentarnos y hablar.
–Dígame. ¿Cuántas personas de su partido le han dicho estos días: 'si esto sigue así, lo dejo'?
–Muchísimas menos de lo que la gente cree. Esta semana he tenido tres reuniones. Con el comité autonómico, con cargos institucionales y con los afiliados. Ha habido crítica, quejas, lamentos. Pero la conclusión que saco es que, a pesar de lo que la gente crea desde fuera, el partido está mucho más unido de lo que pueden imaginarse. Todos los ataques que estamos recibiendo del exterior están teniendo el efecto de apiñar a la gente en torno al proyecto y a Inés Arrimadas.
–Ha dicho que ni se ha ido nadie, ni les han tocado desde el PP, ni se han ofrecido. ¿Nada de lo que está pasando a nivel nacional está pasando en Cantabria?
–Nada de lo que está ocurriendo a nivel nacional está pasando en Cantabria. Cantabria es una aldea gala. En este caso concreto del momento de Cs, nadie se ha ido, nadie del PP nos ha tocado y nadie de Cs se ha ofrecido al PP. Lo digo con toda la rotundidad y con toda seguridad.
–Sobre la posible moción en Astillero. «Si se abre la Caja de Pandora no sé qué puede pasar». ¿No es una amenaza en otros Ayuntamientos? Suena a eso.
–Suena exactamente a lo que digo. Que cuando la caja se abre, lo que hay dentro son truenos, rayos y tormentas. Y que los partidos los forman personas que también tienen su corazoncito y se pueden sentir atacadas o amenazadas. Y cuando la gente tiene esas sensaciones actúa de las formas que estamos viendo esta semana en el resto de España. A veces es difícil controlar las emociones cuando uno se siente atacado, sobre todo si es sin ningún tipo de razonamiento. Por el mero hecho de te voy a quitar a ti y me voy a poner yo sin explicación. Uno, como coordinador autonómico, político y líder de Cs en Cantabria, tiene que procurar manejar no sólo las estrategias políticas o la comunicación, también un grupo humano que cuando se siente atacado reacciona. Eso es lo que quiero decir.
–Eso es explicar una amenaza.
–No. Es una realidad. Si yo voy por la calle y me insultas, la gente reacciona. Yo no quiero decir que haya vendettas o que deje de haberlas. O que vayan o dejen de ocurrir. Lo que si digo es que, cuando menean el árbol, caen nueces. Que cuando suena la música, la gente baila. Hay gente que se queda sentada, pero puede ocurrir que se levanten.
–Al hilo de esto. Tienen pactos en Cantabria a derecha e izquierda. ¿Cree que eso se entiende?
–Hay gente que cree que esta virtud, que para mí lo es, es un defecto. Lo que se necesita son partidos que, desde la sensatez y la honradez, desde la moderación, tengan la capacidad de llegar a acuerdos. ¿Cuántas veces hemos oído decir a la gente que 'estos políticos son unos canallas que nunca llegan a acuerdos'? Miles. Y, sin embargo, cuando hay un partido que tiene esa capacidad, hay gente que dice que no tiene identidad, que la ha perdido o que es un veleta. No. Esto es lo que a mí me atrajo de Cs. Para irme a las trincheras, para ideologizarme de manera extrema, ya tenemos a Vox y a Unidas Podemos. Yo me siento orgulloso de haber firmado aquí los presupuestos generales de Cantabria. Para mí es más fácil ponerme a dar guantazos. Pero nosotros hicimos un acuerdo en el que pasamos de ocho millones de euros en ayudas directas a 28. Que se cumpla o no lo tiene que hacer el Gobierno. Pero lo firmamos en un papel. Y como eso para mí es mejorar la vida de la gente, me como mi orgullo, mi ideología y mi dignidad.
–¿Qué pensó viniendo de Madrid cuando vio que Marta García difundía el tuit de Toni Cantó?
–Yo es que la conozco. Es muy pasional, muy echada para adelante. Hablé con ella y le dije que eso no estaba bien. Cuando haces un retuit lo que estás dando a entender es que apoyas eso. Ella rápidamente dijo que no, que quería trasladar lo que estaba ocurriendo. Es una mujer de Facebook, con un impacto tremendo por toda España, pero no maneja Twitter. No entendía que eso fue casi como hacer una declaración. Me dijo que lo sentía de verdad porque su intención no era apoyar lo que decía Toni Cantó. Es seguidora y fan de Inés Arrimadas.
–Pero, ¿qué se le pasó por la cabeza al verlo?
–Ya estamos otra vez, con Marta, que se nos va. Pero que no había más, porque la conozco, porque llevo trabajando con ella dos años. Y me lo confirmó. Por eso no me asustó o me enfadé por lo que había hecho, sí quizás por las consecuencias que podía tener.
–No es la primera vez que tienen que aclarar un malentendido.
–Cuando estás con una persona que tiene carácter, y yo también lo tengo, en el trabajo a veces surgen roces, fricciones o malos entendidos, como dice. Pero tengo que decir que la relación que tengo con ella a nivel profesional y personal, porque tenemos que convivir, es muchísimo mejor de lo que la gente cree. Afortunadamente para ella, para mí, para el Grupo Parlamentario y para todos.
–¿No son, más allá de este caso, muchos follones en poco tiempo?
–¿A nivel nacional?
–No, en Cantabria. Con las primarias, su dimisión en su día...
–Realmente nunca lo he valorado. Si son muchos o pocos. Pero la vida nos ha venido así. Quizás al ser un partido joven en Cantabria, con mucha gente que venimos de la sociedad civil, que no tenemos una trayectoria política y que no conocemos todos los trucos, nos ha costado manejar las situaciones dentro de un grupo humano. Puede que eso haya hecho que tengamos altibajos. Pero también es verdad que, desde que empezó la legislatura y tuvimos ese follón inicial, llevamos casi dos años de una tranquilidad absoluta. Y creo que ese es el camino.
–¿El objetivo de aquí a final de legislatura es remontar?
–El objetivo es trabajar por los cántabros. Seguir trasladando que tenemos un proyecto de centro, moderado, liberal y progresista capaz de negociar, de llegar a acuerdos por el bien general y que somos imprescindibles en un tiempo tan polarizado donde sólo hay gritos y se agitan banderas.
–En todo caso, viendo los últimos resultados, tienen que intentar levantar el vuelo. Hacer algo distinto. ¿Cómo?
–También se nos olvida el año de pandemia. Necesitamos estar con la gente, hay que recuperar la calle, el pulso. Yo estoy metido en el Parlamento y a veces me doy cuenta de que estoy en una burbuja y que muchas veces lo que hacemos aquí no tiene nada que ver con lo que la gente recibe o percibe. ¿Sabe qué hago entonces? Me voy a la peluquería de mi mujer. No a hacerme un tratamiento de queratina, evidentemente. Hablo con las empleadas, con la señoruca que está haciéndose un alisado y con el chaval que se va a pasar la maquinilla. Y me doy cuenta de que muchas cosas no llegan. Bastante tienen con sacar el día a día adelante. Es nuestro trabajo, nuestro deber, acercarnos. Cuando tengo capacidad de contarles el proyecto, noto que la gente es muy receptiva y que apoyan lo que hacemos. Pero esto no se puede hacer ni desde el Parlamento ni desde una sede. Hay que bajar a la calle. Estoy convencido de que tendremos buenos resultados.
–Javier Ceruti dijo que le han pedido «que aguante» y usted después, que no era para tanto. Parece que él estaba por romper el pacto en Santander y se lo han impedido.
–No. Javier Ceruti lo que tiene es problemas al ver que el pacto no acaba de salir adelante con la intensidad que quiere. ¿Hay problemas? No lo vamos a negar. ¿Hay fricciones? Las hay. ¿Hay poca comunicación? Seguramente. Ceruti plantea cuestiones con las que no está de acuerdo. Lo que dije es que para romper un pacto no es suficiente con que te lleves mal, con que haya puntos que no se han cumplido cuando quedan dos años. Y, además, la crisis sanitaria nos exige a todos un esfuerzo y pensar únicamente en superarlo. Dicho esto, el pacto se tendrá que cumplir sí o sí. Veremos cómo se desarrolla desde ahora.
–¿No teme que el PP se sienta cómodo con la sensación de un apoyo garantizado?
–El PP tendría que estar tranquilo en el Ayuntamiento si cumple el pacto y permite que Cs realice su trabajo. Si esto funciona como tiene que funcionar y el pacto se desarrolla, si a Cs se le deja trabajar, no hay problema. Si eso no ocurre, y yo fuese el PP, estaría preocupado.
–El otro día repasó los logros de Cs en el Ayuntamiento. ¿Tienen miedo de que el votante piense que su presencia no ha servido de mucho?
–Como soy un político reconocido por mi trabajo anterior y estoy mucho en la calle, me paran y me dicen que han notado que hemos llegado al Ayuntamiento. Que había contratos que no se cumplían, que había oscuridad y sombras y que hemos abierto las ventanas. A veces cuesta comunicar y el PP tiene más mecanismos para hacerlo. En Santander se bajan los impuestos el primer año de gobierno porque es una exigencia de Cs. Luego puede salir la alcaldesa o el resto a agitar las banderas que quieran. Fue una exigencia que no quiso aceptar el PP hasta que no le quedó más remedio. Los santanderinos pagan menos porque lo exigió Cs.
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