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«Llevo cerca de un año sangrando vía rectal de manera reiterada, acompañado de fuertes dolores en el estómago y todavía no me ha visto el médico digestivo ni otro especialista», lamentaba ayer Adelina Pereira, vecina de Riaño de Ibio, que se puso en contacto ... con El Diario Montañés para denunciar su caso. Ella pone cara a los 38.711 pacientes del Servicio Cántabro de Salud (SCS) que están pendientes de su primera consulta con el especialista. Una cifra que se une a las 18.505 personas que se ven afectadas por el atasco histórico que registran las listas de espera quirúrgica, con Cantabria encabezando el ranking nacional de las autonomías con mayores retrasos.
Adelina explica que todo empezó en febrero de 2023 «con un fuerte sangrado vía rectal» que la llevó directa al Hospital Sierrallana, en Torrelavega. «El médico de cabecera me dio un volante pidiendo con fecha 13 de febrero cita para hacerme una gastroscopia, pero un año después, sigo sin cita para ello». Además, ese día le pusieron en lista de espera para que le viese un médico cirujano y un digestivo. «Seis meses después me hicieron unas pruebas de las que todavía no me han dado los resultados, aunque he llamado varias veces. Me dieron cita para el digestivo con una espera de cuatro meses y cuando llegó la fecha de la consulta, en junio, me llamaron para avisarme de que se había anulado y, a día de hoy, no me han dado la nueva fecha y no tengo ningún tratamiento».
Por lo tanto, dice esta paciente de 60 años, «llevo más de diez meses de espera, cerca de 300 días de angustia en los que no he dejado de sangrar, aunque no a diario, sí de manera recurrente, y tengo un fuerte dolor abdominal; hay días que no puedo ni comer».
«Me pregunto cada día qué me pasará, porque algo tengo, y temo que esta demora tenga unas consecuencias graves en mi salud y sea irreversible», añade Adelina, con miedo en su voz. Y continúa: «Estoy recibiendo un trato denigrante. Hay una evidente dejadez por parte de los médicos en Cantabria».
Las pacientes incluidos en las listas de espera para una intervención quirúrgica han subido, según el balance final del año 2023, lo que hace que muchos ciudadanos conozcan, de manera directa o indirecta, casos que sobrepasan toda demora razonable y obligan a convivir con el dolor y la angustia a diario.
La demora media, que también ha crecido, es de 173 días, casi un mes más que en el recuento anterior, cuando el retraso era de 145 días.
La situación «preocupa» a los pacientes y a sus familiares, como es el caso de Lorena Cavero Ruiz, que revela el caso de sus padres, de 77 y 75 años, que sufren pérdida de visión fuerte y se les nubla la vista pero no han conseguido que les vea un oftalmólogo en el Hospital de Castro Urdiales, donde está empadronado este matrimonio. Llevan acumulada una espera de catorce meses y siguen sin citarles.
Lorena explica que en octubre de 2022 acompañó a sus padres a la óptica a graduarse las gafas: «Era una visita rutinaria para graduarse las gafas porque habían perdido vista, cuando el óptico les dijo que veía un problema más serio y que tendrían que ir al oftalmólogo a que les diagnosticara». Acto seguido, pidieron cita, y desde entonces esperan un diagnóstico y un tratamiento que no ha llegado.
Carlos Pellón
Paciente
«Nos dijeron que por edad y síntomas podía tratarse de cataratas, pero todavía no les ha visto ningún médico», insiste Lorena. Cada día pierden más vista, de cerca y de lejos. «La situación es insostenible por su seguridad; entre otras cosas, mi padre conduce y las gafas no las tiene actualizadas, ya que el óptico dijo que primero necesitaba el diagnóstico», expone.
Ambos pacientes han presentado varias reclamaciones en la ventanilla de atención al usuario en el centro de salud, desde donde la respuesta que han recibido se limitó a «hay mucha demanda en Oftalmología». A la segunda carta que mandaron no obtuvieron respuesta.
El dato del volumen de las listas de espera de pacientes en el Servicio Cántabro de Salud es desalentador y representa el 32,2% de pacientes por cada mil habitantes. Una cifra que sigue aumentado, mientras que 38.711 personas esperan a que les den cita para una primera consulta.
Lorena Cavero
Hija de afectados
Entre todos los datos que se desprenden del último balance, llama también la atención el volumen de pacientes que esperan que se les realice una prueba diagnóstica (35.418 personas). Es el caso de C. G., vecino de Ajo, con un problema de próstata, que prefiere no dar su nombre porque no quiere que le pueda perjudicar. «Hace años me detectaron a través de una colonoscopia unos pólipos que hubo que retirar. El médico me dijo en aquel momento que a los tres años era importante repetir la prueba. De eso han pasado cinco años y no me han dado cita para la segunda colonoscopia. De tanto esperar, con el miedo que supone que se complique el tema de salud, he optado por recurrir a la sanidad privada, que enseguida me pusieron en tratamiento».
En el Centro Hospitalario Padre Menni, especializado en salud mental, personas mayores y con discapacidad mental, hay «once pacientes esperando para una intervención quirúrgica desde hace más de un año». «De media, estos pacientes llevan una espera de 224 días cada uno. Son pacientes esperando una operación de oftalmología, digestivo, traumatología...», revela el gerente, Carlos Pajares.
Hasta 480 días de espera lleva acumulados una paciente de este centro pendiente de una intervención de cirugía general. Tiene el récord de días. «El dolor sigue en aumento, pero todavía no tengo noticias de cuando me tocará», lamenta.
El caso de Carlos Pellón, también paciente de Padre Menni, es especialmente frustrante. Tras más de dos años de espera para una operación de una luxación en el hombro, por fin le llegó la fecha. «Me operé en agosto, pero no salió bien. En el informe médico se determinó que tienen que repetir la misma operación. La mala noticia fue enterarme de que parto de cero en las listas de espera. Ya voy por cien días de espera para la segunda operación, que es para arreglar lo que no se hizo en la primera. Es decir que, desde que se me desplazó el hombro, llevo más de un año de dolor y sin una solución de Traumatología», relata resignado.
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