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SAMIRA HIDALGO Y ALEXANDER AGUILERA
Cantabria
Martes, 1 de agosto 2017, 12:25
El aparcamiento lleno, el bar a rebosar y un vaivén de coches constante. El Haya, con su gasolinera y su único restaurante, recibe al día cientos de coches cargados con maletas e historias. En un sitio privilegiado de la terraza del Restaurante El Haya, Juan Ramos ('Juanillo' cuando hay mucha confianza) coloca su silla como viene haciendo desde hace más de dos décadas en la época estival. En invierno toca resguardarse del frío dentro del bar y sólo se ausenta dos días al año: el 25 de diciembre y el 1 de enero. Aunque reside en Ortuella (Vizcaya), a sus 66 años no falta a su cita diaria: llega a las 15.00 horas y se marcha sobre las 16.30, y no hace falta que pida nada a los camareros, ellos ya saben que tienen que ir poniendo un café y un chupito de pacharán porque, como él dice, este es su único vicio.
Haciendo balance, Juan asegura que siempre ha habido mucha gente en verano, aunque antes de que estuviese la autovía, tanto la carretera como el aparcamiento como el bar estaban colapsados. Desde su silla en la terraza ha podido ver cómo en los últimos años acuden más extranjeros, llegando incluso a llenar el bar.
Autobuses llenos de jubilados, excursionistas y familias que hacen un alto en el camino para estirar las piernas, tomar un café o comer algo, como es el caso de Guadalupe y su familia, que viajan desde Barcelona con destino a Galicia. «El coche ha entrado en reserva y el GPS nos ha traído hasta aquí», comenta. Es la primera vez que paran en El Haya y, ya que a los niños les tocaba comer, se han acercado al restaurante antes de volver a la carretera y disfrutar de sus veinte días de vacaciones.
También son numerosos los motoristas que deciden hacer una parada en El Haya. Cuatro moteros canarios, entre los que se encuentra Ginés, embarcaron con sus motos en Gran Canaria para llegar hasta Cádiz. Tras recorrer varios puntos de la Península, han llegado hasta este barrio de Ontón. El motero comenta que, aunque no es la primera vez que para aquí, desconocía que fuese la primera población cántabra tras pasar la frontera de Vizcaya. En cuanto al restaurante, Ginés lo tiene claro: «Es un sitio con buen menú, comida casera y además te evitas parar en Bilbao, que hace más calor». Después de comer, cogerán de nuevo sus motos para viajar durante tres días por Cantabria hasta llegar a Unquera. «No tenemos paradas planeadas, vamos a la aventura gracias a la libertad que ofrece reservar el alojamiento por internet», indica el canario.
Hacia las tres de la tarde, la barra se va quedando vacía de pinchos, ya escasean, y toca reponer. La cocina sigue funcionando a pleno rendimiento para abastecer a los clientes que siguen llegando. Menús para los comensales habituales y hamburguesas, bocadillos y platos combinados para familias como la de Pepa. Viajan en dos coches desde Tarragona y han parado en El Haya por las retenciones en la A-8, ya que querían un sitio para comer sin tener que desviarse mucho de su ruta. Esta familia, compuesta por cinco adultos, una niña y tres perros, considera imprescindible buscar un restaurante que tenga terraza. «Al viajar con nuestras mascotas necesitamos comer en un sitio que tenga mesas fuera, algo difícil de encontrar en un bar de carretera», recalca Pepa. Se dirigen a Asturias, donde se alojarán una semana en Llanes y desde ahí visitarán San Vicente de la Barquera y Comillas entre otras localidades.
Por su parte, Fina y su familia llegan a El Haya desde Valencia. Han hecho una pausa en el camino con sus dos hijas porque les pilla de paso para comer. Como muchos de los viajeros, pensaban que pertenecía a Vizcaya. Después de la parada, retoman su viaje para llegar a Santander y en los cinco días que se quedan por la región tienen planeado visitar Cabárceno y El Soplao.
Estas familias y muchas otras han sido atendidas por Javi Méndez, que a sus 48 años lleva casi media vida trabajando en el restaurante. Asegura que se trata de un establecimiento «muy bien situado, a media hora de Santander y a veinte minutos de Bilbao» y añade que, «como el Camino de Santiago se ha puesto de moda, por aquí pasan muchos peregrinos realizando el Camino de la Costa».
Méndez recuerda los inicios del restaurante, cuando estaba situado en la planta superior del edificio, ya que la planta baja la ocupaba un taller de camiones. Hace 26 años, tras la desaparición del taller, decidieron situar en la planta baja el bar y ubicar en la parte superior un hotel.
Desde entonces, este establecimiento no ha perdido su esencia porque, como cuenta Juan Carlos, «cuando entras al bar, te encuentras con el mismo local que hace 20 años». Este cliente, que trabajaba en el Superpuerto, relata que siempre paraba en El Haya porque salía de Ciérvana y era el primer bar que tenía para tomar un café o almorzar. Hoy en día, dos décadas después, cuando va hacia Santander o hacia Vizcaya, sigue haciendo una pausa allí, puede que «por mantener la costumbre».
Los clientes habituales coinciden: en veinte años no ha cambiado nada, la barra llena de pinchos y de tortillas de patata, todo casero, recién sacado de su cocina y con el cartel de 'Hay rabas', que, como confirma Roberto Lavín, de 26 años, «se piden mucho». Este camarero lleva dos años trabajando en el restaurante y asegura que «todas las horas son horas punta porque siempre hay gente, durante todo el año». Si bien es cierto, en invierno paran más obreros y camioneros y en verano, son las familias de vacaciones las que más concurren el bar. Lavín cree que esta afluencia de gente se puede deber a que «los viajeros saben que en Cantabria los precios son más bajos que en Vizcaya. Muchos de ellos conocen la zona y saben que la siguiente área de servicio dirección Vizcaya es Ugaldebieta, que es más cara».
En cuanto al hotel de dos estrellas de la planta superior, Lavín indica que cuenta con 18 habitaciones y que todas están ocupadas hasta el 15 de septiembre. «En él se alojan largas temporadas trabajadores de Petronor y del Superpuerto y ahora, en verano, algunas familias se quedan a dormir para retomar el viaje al día siguiente. Otras, deciden quedarse varios días, porque alojarse aquí es más barato que hacerlo en Castro Urdiales».
Sea como sea, clientes habituales o esporádicos, familias de vacaciones o trabajadores, por conocimiento o por casualidad, hacen que El Haya tenga un gran movimiento, a pesar de ser un barrio de un pequeño pueblo fronterizo.
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