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Más mayores y con menos hijos que la generación de sus madres. Es el fruto del progresivo retraso de la maternidad, que lastra las cifras de natalidad. En Cantabria en 2019 dieron a luz el doble de mujeres de entre 35 y 39 años ( ... 1.215) que de 25 a 29 (526). Y en 2020 hubo más madres de 40 años (139) que de 27 (113). Una tendencia que se repite desde 2015. En esos cinco años, la comparativa arroja un resultado de 856 nacimientos frente a 673, según datos del Icane. El porcentaje de partos de mujeres con edades por encima de los 40 ha registrado un crecimiento continuo en las dos últimas décadas. Si en el año 2000 fueron 137 las mujeres de más de 45 años que dieron a luz, en 2020 ese número creció hasta 362, lo que supone el 10,8% del total de partos (uno de cada diez). Las madres primerizas en esa franja de edad son actualmente más del doble que hace dos décadas.
«Influye el contexto económico, cuesta encontrar un trabajo estable, las mujeres dedican más tiempo a la formación, las aspiraciones son diferentes, ha disminuido la influencia de la institución religiosa e influye el valor del ocio», resume Juan Carlos Zubieta, catedrático y sociólogo de la Universidad de Cantabria. No solo se retrasa la maternidad de las mujeres, también desciende el número de nacimientos, porque las dificultades para embarazarse crecen con la edad. En la última década la región ha registrado una caída del 39%: de los 5.575 alumbramientos de 2010 a los 3.407 registrados diez años después.
La maternidad tardía, una situación generalizada en España, lleva a que la media de edad de las madres primerizas sea 31 años, frente a los 25 de 1975. En ese retraso, el aspecto psicológico camina de la mano del sociológico. Ana Amelia Sánchez, psicóloga perinatal, señala que «el deseo de la maternidad aparece» y quien tiene un hijo querría tener dos, «pero suele estar bastante tapado porque a nivel social a veces es complicado realizar la crianza que deseas». Más allá de lo que cuentan los datos, lo que percibe en el entorno es que cuando se acercan a los cuarenta «se atreven a dar el paso». Una realidad que responde a «una importantísima transformación social» en España en las últimas cinco décadas, apunta Zubieta.
54% de los partos de madres con edades entre los 45 y 49 años son por cesárea
31 años es la edad media de las madres primerizas en Cantabria, en 1975 era de 25
39% es el descenso en el número de nacimientos registrado en la última década
10% del total de partos que hubo a lo largo del 2020 fueron de madres mayores de 40
5 años es el plazo más frecuente que transcurre entre embarazos, según datos del 2019
32 años será la edad media de maternidad en 2032 según las proyecciones del ICANE
26 son los partos de mujeres de 45 a 49 años que hubo en 2020, un 0,8% del total
35% es la tasa de gestación con fecundación in vitro en la Unidad del Hospital Valdecilla.
491 primeras consultas atendió la Unidad de Reproducción Asistida de Valdecilla en 2021.
«A cualquier edad el embarazo es un desafío y se despiertan miedos», dice la psicóloga. No obstante, a los 25 «se afronta con una ilusión distinta». Las mujeres más mayores son quienes «lo viven con más temor a anomalías o pérdidas». En ese grupo suelen presentar problemas de ansiedad al haber tenido «bloqueado ese deseo porque sabían que no podían acceder a ello». Si además en ese proceso se encuentran con trabas para quedarse embarazadas aparece «un sentimiento de culpa por haberlo retrasado tanto». «Se produce un desajuste vital» porque a esas alturas han invertido tiempo y recursos en desarrollar otras áreas de su vida, como la profesional, y cuando deciden ser madres «no les resulta tan fácil», señala.
Son esas dificultades las que llevan a muchas mujeres a recurrir a tratamientos de reproducción asistida de forma privada -en la sanidad pública el tope son los 40 años-, lo que provoca «frustración porque, además de ser caros, no se puede garantizar el resultado», concreta Sánchez. Procesos «duros» que las mujeres viven con «mucha soledad» porque todavía es un «tema tabú» y que llegan a afectar a la relación de pareja.
La investigación y los avances en técnicas de fertilidad están dirigidos a una medicina cada vez menos invasiva, tratando de favorecer la consecución de un embarazo en aquellas mujeres que, de entrada, tienen todos los factores en contra. Pero el reloj biológico no espera. «El principal problema es la edad, la probabilidad de éxito con óvulos propios a partir de los 40 años está por debajo del 10%. Por encima de los 40 es improbable que esos óvulos nos den un embrión sano», subraya la ginecóloga Concepción Ceballos, desde la Unidad de Reproducción Asistida de Valdecilla, donde el año pasado se atendieron 491 primeras consultas y se realizaron «más de 300 inseminaciones y más de 300 ciclos de fecundación in vitro (FIV-ICSI)». La lista de espera para esa primera visita está «por debajo de los tres meses». Una vez terminado el estudio, no hay demora para las inseminaciones, y en el caso de los ciclos FIV-ICSI -con una tasa de gestación de entre el 30 y el 35%- la media está en tres meses. Lo que le llama la atención es que «cuando planteamos a las pacientes los problemas a los que se enfrentan por su edad aún se sorprenden. Se debería invertir más en concienciación, porque biológicamente estamos preparados para tener hijos a una edad, y no se trata sólo de conseguir un embarazo sino que el éxito consiste en tener un niño sano en casa», añade Ceballos, también directora médica de la clínica privada FIV Santander.
Dentro el mismo sector, su homóloga en CER Santander, la doctora Carmen Ochoa, recuerda que «los tratamientos médicos ayudan, pero no son la panacea. La gente pone demasiada fe en ellos». Por eso, su recomendación es clara: «Si tienes claro que quieres tener un hijo, cuanto antes mejor. Hay que dar una visión realista a las pacientes», opina. «No puede ser que aún vengan mujeres para preservar su fertilidad (congelar óvulos) por encima de los 40 años, ya van muy tarde». Y es ahí cuando les toca «librar el duelo genético: aceptar que no va a transmitir su herencia genética porque tiene que recurrir al óvulo de una donante». «Como comunidad científica tenemos la obligación de recordar que la fertilidad disminuye a pasos agigantados», coinciden.
Madre a los 25 años
Sabía que quería ser madre joven y con 25 años se lanzó porque también tenía claro que «si lo planeas y esperas al momento ideal, nunca llega», dice Adriana Moncalean. Así que valoró su situación. Con trabajo y relación estable tanto ella como su pareja pensaron que «era ya o ya». No obstante, en una decisión vital como esa siempre acompañan las dudas que a veces se acentuaban cuando tenía cita en Valdecilla para las ecografías. «Me veía rara porque todas eran mujeres mayores que yo y eso me asustaba», reconoce. «Pensaba si estaba haciendo bien o mal o qué era diferente en mi vida». Al menos fuera del hospital lo vivió más acompañada porque en su entorno ya tenía amigas que habían sido madres.
Entonces dio a luz a Marcelo –que ahora tiene tres años– y 18 meses después a su segundo hijo, Luca, que cumplió uno el pasado 5 de abril. Y si la economía se lo permitiese, tendría más, reconoce. Está «encantada» con la decisión que tomó y volvería a «repetir la experiencia vital» mil veces más. Porque le hace feliz llegar a casa y «tener toda la energía del mundo» para pasar rato con sus hijos. A pesar de que la decisión de tenerlos le obligó a reordenar sus prioridades y a aparcar otros proyectos. Una de las desventajas con las que se ha topado al ser madre joven.
«A día de hoy mi carrera profesional está parada, no puedo plantearme crecer porque tengo hijos pequeños que me necesitan. Eso tienes que dejarlo a un lado si eres mamá», cuenta Moncalean. «Ya llegará la oportunidad», le responde Jana Nieto durante la conversación en la que también reconoció que «echa de menos salir». Hay planes de ocio para los que ya no tiene hueco en la agenda. Aunque no del todo porque en este aspecto juega a su favor, precisamente, que los abuelos son igualmente jóvenes y «tener ese soporte familiar me permite seguir teniendo vida».
Durante ese intercambio sobre la experiencia de ser madre con 25 o años o retrasarlo a los 40 también surgen los miedos. Moncalean admite que a ella nunca se le pasó por la cabeza acudir a una clínica para consultar si sus óvulos eran fértiles o si había algún riesgo. «El embarazo fue muy bueno, no tuve ningún problema. Me encontraba genial y seguí trabajando hasta el último momento», resume.
Madre a los 40 años
Dice que su hija Greta se levanta siempre «con una sonrisa» y que a pesar de tener solo un año «le encanta la fiesta», añade entre risas Jana Nieto, que dio a luz por primera vez en 2021, con 40 años. «Toda mi vida ha sido más lenta de lo que esperaba o hubiese querido», reconoce. Sobre todo si se compara con los tiempos de sus padres. Ella conoció a su pareja a los 30, justo cuando consiguió también su primer trabajo más estable. Por eso hasta entonces no era una opción plantearse la maternidad. Y cuando lo pensaron, casi una década después, el primer paso para ellos fue acudir a una consulta para conocer sus «opciones» y valorar tanto los posibles riesgos como «determinar si mis óvulos eran fértiles», cuenta. Ocurre que, más allá de la edad, por aquel entonces ya conocía a amigas que «habían tenido experiencias malas y abortos» o se habían sometido a tratamientos de reproducción asistida así que afrontaba el embarazo con cierta preocupación. Finalmente, fue todo bien y trabajó casi hasta el último día.
«En mi grupo hemos sido todas muy tardonas», reconoce Nieto. Por eso tiene la sensación de que si hubiera tenido a su hija más joven, sin pretenderlo, «me habría alejado de la gente importante de mi vida porque la maternidad te cambia todo», explica. Ser madre a una u otra edad es cuestión de «prioridades» y de circunstancias vitales.
¿Volvería a ser madre a la misma edad? Tiene claro que siempre quiso serlo, pero «no sé si tan mayor», admite. Sobre todo porque a Nieto le gustaría que su hija tuviera hermanos y es consciente de que «o me lo planteo rápido o ya no sé si podrá ser». Esa es la «única pega» y la tesitura vital en la que se encuentra ahora. Aunque sí es cierto que al haber sido madre a los 40 también se ha topado con ciertas desventajas. «Ahora me encuentro con que los abuelos tienen una edad y a veces hay que cuidarles a ellos en vez de dejarles a la hija y eso se complica», explica.
No todo es negativo, también ha encontrado ventajas. Tiene la sensación de que no se ha perdido «nada». Ha podido viajar, salir «disfrutar mucho», dice. Cree que ha tenido tiempo de «quemar todos los cartuchos» y luego dedicarse a criar a su hija, que ya es «otra película». Pero ahora «no echo nada de menos», resume.
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