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Que las huelgas van a suponer un quebradero de cabeza en los aeropuertos durante el verano es un secreto a voces. Otra vez. Un problema que se suma a los que ya explotaron hace un año por la falta de personal en distintas terminales europeas. ... Con más tráfico que nunca –que lo habrá nuevamente–, cualquier contratiempo provoca una reacción en cadena. Este martes, sin ir más lejos, en el Seve Ballesteros se cancelaron tres vuelos (París, Roma y Bolonia) por paros en Francia y uno más (una de las salidas a Madrid) por el conflicto con los pilotos de Air Nostrum. Este último asunto está provocando un gran quebradero de cabeza en Iberia –responsable de la ruta a la capital desde Cantabria, aunque sea Air Nostrum la que la opera–. Con buena parte de las plazas ya ocupadas, las cancelaciones han obligado a recolocar a los viajeros que compraron billetes en otros vuelos. ¿En qué se traduce eso? Pues que en junio y julio la compañía pone menos plazas a la venta, a precios mucho más elevados y con el temor de cancelaciones planeando. Un ejemplo real. Comprar un billete (sólo ida) para volar de Santander a Madrid el 11 de julio a las 06.30 horas sale por 232 euros. Desde Bilbao (salida a las 06.45), por 41.
Entrar a comprar un asiento para viajar a la capital en junio es una lotería desde hace unos días. Hay jornadas –en cuanto a la oferta disponible– con dos salidas, otras con tres, con una... Pero ayer, a eso de las dos de la tarde (todo puede varias de una hora para otra), había hasta diez fechas de aquí al día 30 en las que no se estaban vendiendo plazas. Ningún vuelo en la oferta para los usuarios. Iberia explicó a este periódico hace días que se trataba de ajustes y que se restringía temporalmente la venta de billetes (lo que no significa que los vuelos estuvieran cancelados). Que era cuestión de «unas horas», pero la venta no se ha normalizado. Ni mucho menos.
Con los paros de los pilotos de Air Nostrum ampliados (ya llevan tiempo afectando en el Seve los lunes y algún viernes), Iberia se ha visto obligada a recolocar a un enorme número de pasajeros. Es junio, la demanda ya es muy alta y los aviones de Air Nostrum son más pequeños que los de Iberia. Eso lleva tiempo y el espacio es reducido, así que vender más billetes sólo aumenta el problema. Conclusión, pocos vuelos a la venta y con precios que no invitan a viajar. «Son precios altísimos, de escándalo», señalan desde la Asociación Amigos de Parayas, que hace un seguimiento diario del asunto. En julio hay idas y vueltas por más de cuatrocientos euros. Además, en ese ir y venir de vuelos, plazas y aviones, el mes que viene volverá a haber aparatos de Iberia operando la ruta junto a los de Air Nostrum (aunque todo puede cambiar de un momento a otro).
En eso de los precios, la comparativa con Bilbao (el aeropuerto más próximo) que se muestra en la tabla que acompaña esta página es demoledora. Tres días al azar. Dos en julio y uno en agosto. Se han tomado tres salidas del plantel diario tratando de buscar horas similares de despegue. Hay casos en los que volar desde el Seve Ballesteros sale casi siete veces más caro. Inviable.
Ese problema se da básicamente en junio y julio. En agosto, a expensas de lo que ocurra con la huelga, el panorama vuelve a normalizarse. Pero es evidente que, en pleno verano, el conflicto deja la comunicación aérea entre Cantabria y la capital muy tocada.
El Seve comparte el problema con otros aeropuertos en los que Air Nostrum se ocupa de la conexión. Y compartirá durante todo el verano las incidencias que vengan motivadas por otras huelgas. En Francia o Italia tienen anunciados conflictos. Y hay amenaza sindical –sin fecha– de una huelga que afectaría a buena parte de las compañías que operan en España. En la mente de todos están las imágenes del verano pasado. El retorno masivo de los viajeros tras el covid no pudo ser absorbido por unas plantillas mermadas en muchos aeropuertos. Y un problema en Londres con las maletas terminaba repercutiendo en las salidas del Seve. A ver qué pasa este verano.
La ruta a Madrid es una de las que se incluyó en el concurso público (se hizo por primera vez de esta forma) de ayudas a las compañías aéreas por promoción y publicidad. Lo ganó Iberia, que recibirá cerca de tres millones en cuatro años por prestar el servicio y ejecutar diferentes acciones promocionales. Tiene que hacer, de hecho, las dos cosas. Un número mínimo de frecuencias (con unas condiciones concretas) y de acciones. En lo segundo está cumpliendo, pero en lo primero, el Gobierno ya tiene anotadas en sus informes varias incidencias. Se trata de informes trimestrales y, desde el Ejecutivo (ahora en funciones), aseguran que lo previsto es hacer las correspondientes deducciones en los pagos cuando llegue el momento. No hacen, dicen, otra cosa distinta a lo que fija el propio convenio suscrito.
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