«¿Vox en La Magdalena? En la UIMP tiene que entrar la política con mayúsculas, sin mítines»

La rectora de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), María Luz Morán, la primera mujer al frente de la institución en sus más de ochenta años de historia, anuncia la puesta en marcha de un plan de evaluación para definir con claridad la oferta y demanda de la universidad y potenciar la pluralidad. Una mandataria «muy académica» que tratará de «exprimir» los cursos, modelos y ponentes que cuentan con mayor aceptación y se ocupen de las cuestiones sociales más relevantes.

Trabaja en diversos retos con la mirada ya puesta en esa primera semana (en junio) en la que la UIMP investirá Doctora Honoris Causa a la Premio Nobel de Física, la canadiense Donna Strickland. La lección inaugural del curso será impartida por el director del Instituto Cervantes, el poeta Luis García Montero, mientras ultima una programación, «en parte heredada», a la que trata de imprimir un sello propio.

-Soy académica y consciente de ello como el equipo de Gobierno. Hay cuestiones que no podemos controlar. No somos unos insensatos. Por eso hemos establecido un calendario este año de trabajo, más mi compromiso con el Patronato para los siguientes tres. Pero no nos puede paralizar algo que no podemos controlar. Sabemos, eso sí, que para finales de año debemos tener claro el proceso de modernización de la gestión académica. Y ese será nuestro legado para quien venga. Por ejemplo, que el sistema de matriculación sea idéntico al de cualquier otra universidad pública de modo que podamos tener una asociación de antiguos alumnos, procesos de comunicación... En todo caso, soy consciente de que a mí me ha nombrado un determinado gobierno y tengo claro cuál es la situación política. La UIMP tiene una historia antes de nosotros y la tendrá después.

-Soy profesora e investigadora y, aunque tengo experiencia de gestión, es mi primera labor en una responsabilidad que está sometida a mucha exposición pública. Pero mi impresión es buena y el trabajo y las tareas pendientes están ahí ya planteadas. Es verdad que siento un cierto agobio por los tiempos, pero estoy satisfecha.

-Como dije en mi toma de posesión (en la que cité el decreto fundacional) creo que la esencia reside en la ventaja de ser la única universidad con una dimensión estatal que, al tiempo, posee el reto de ser centro de difusión de la actividad académica y científica y, a su vez, de debate sobre cuestiones socialmente relevantes. No se trata sólo de lo más aparente, esos cursos de verano, sino de los once centros que tiene la UIMP en toda España. Los problemas, no soy una ingenua, son los que afectan en general a las entidades públicas desde el punto de vista administrativo. Y cabe preguntarse cuál es el papel de las universidades en una sociedad del conocimiento. Esto es algo que nos lo planteamos los profesores en las clases todos los días. No es el hecho de enseñar a diario, sino qué enseñar en un mundo tan cambiante. Mi idea, coincidente con todo el equipo de gobierno, es que la UIMP tiene un papel claro de reunión, de centro de debate en colaboración obviamente con las otras universidades y las distintas instituciones.

-Es que tiene que ser así. Hay cursos que funcionan muy bien y hay que tenerlos en cuenta. Uno no debe olvidar que los cursos dependen en buena medida de financiación externa. Desde nuestra llegada estamos haciendo un proceso de evaluación que esperamos formalizar después del verano (rendimiento económico, número de alumnos, respuestas de las encuestas, del profesorado y los estudiantes). Y con evaluadores externos también para comprobar la calidad de los contenidos y de la oferta. Hay muchos cursos indiscutibles, de enorme prestigio académico que poseen gran demanda y funcionan muy bien. Y hay necesidad también de estudiar otros contenidos, reforzar el calendario y hablar con los organizadores por detectar efectos contrarios: escasa demanda, quejas. En la medida de lo posible debemos ser proactivos. La UIMP debe proponer temas que puedan parecernos relevantes.

-La internacionalización de la UIMP se puede hacer de dos maneras: trayendo o saliendo. España tiene muchos centros a lo largo del mundo, sedes culturales y las del Instituto Cervantes, donde podríamos poner a prueba y aprovechar lo que ha funcionado aquí para llevarlo fuera. La situación económica de la UIMP hace muy difícil en todo caso que, a corto plazo, podamos pensar en abrir un centro nosotros solos.

-Ya me he referido desde el nombramiento a la alegría y responsabilidad de ser la primera mujer pero también a lo agridulce que es haber esperado hasta 2019 para que esto suceda. A veces estamos más escondidas en departamentos y en laboratorios y es preciso sensibilidad para darse cuenta de que por hábitos de inercia muchas veces no se piensa en las mujeres a la hora de hacer programas y actividades. Pero me interesan también otras formas de desigualdad y pluralidad. Otras voces que no sean tan eurocentristas por ejemplo. Abrir las actividades culturales a públicos más jóvenes, infantiles, adolescentes. La mujer sí, pero también otras miradas que garanticen visibilidad y pluralidad.

-No puedo ni debo entrar en esto. Soy ante todo y, sobre todo, una académica en un mundo donde hay muy pocas certidumbres. La universidad debe dar voz a la idea puramente académica. Hay cuestiones que no pueden entrar en la UIMP ni en una universidad pero todo se puede debatir desde el pluralismo.

-Vengo y estoy orgullosa de ello de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense. En la Universidad tiene que entrar la política con mayúsculas. Lo que no se puede es utilizarla. Los políticos -y me da igual de Vox, Podemos, PSOE...- tienen que entrar pero no es el lugar para hacer mítines electorales. Pero en un curso de política educativa, por ejemplo, por qué no buscar el debate plural. Hay otros espacios, es cierto. Lo que hay que propiciar son formatos donde pueda debatirse. Por tanto, en ese contexto puede ser interesante lo que piense el político de Vox al margen de las otras visiones académicas.

-Dentro de las limitaciones temporales estamos intentando que el proceso de la difusión de la oferta se mejore, se refuerce y se adelante en el tiempo. Hay que llegar a los públicos además de por los medios tradicionales, por los propios canales de las otras universidades nacionales y extranjeras, redes sociales, colegios profesionales, redes de becarios... Y tratar de frenar así el descenso del alumnado.

-Sí, pero la causa no sólo ha estado en la oferta académica sino también en la crisis económica. Estamos dándole vueltas al calendario. Los veranos ya no son como antes. Las agendas académicas en muchas comunidades a la hora de hablar de posgrados plantean su convocatoria en julio y eso se traduce en que muchos profesores tengan dificultades para asistir en esas fechas a la UIMP. Debemos reforzar académicamente agosto. Vamos a utilizar y a exprimir la presencia de determinados profesores. Ya en la primera semana del curso, por ejemplo, habrá mesas redondas, debates sobre cuestiones sociales relevantes. Y estamos estudiando aplicar horarios más flexibles tratando de romper las barreras entre el curso y la actividad cultural.

-La UIMP, desde una perspectiva amplia, revela que ha perdido marca y peso mediático. ¿Cree que es así?

-Creo que eso ha sucedido no sólo por la UIMP, a la que no le quito culpas, sino también por el cambio en el mundo.

-Más bien se trata de que ese modelo tiene que recuperarse. El reto es darse cuenta que todo ha cambiado y de que al entrar en los cursos la información ya discurre por otras vías.

-No lo vamos a conseguir para este verano, pero el proceso de evaluación externo nos permitirá empezar a hablar con organizadores para garantizar pluralidad, caras nuevas y temas diferentes. En los cursos muy científicos, donde todo cambia mas rápido, es fácil. En otros hay redes ya establecidas, inercias y es más difícil el cambio. Intentaremos incorporar nuevas miradas, otras cuestiones y ampliar el pluralismo. No hay una única manera de contar determinadas cosas. Y esta universidad no es un club privado.