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GUILLERMO BALBONA
SANTANDER.
Jueves, 31 de mayo 2018, 16:38
Una malla fina, a modo de red protectora, cubrirá provisionalmente las fachadas verticales del Centro Botín. La tarde del pasado martes comenzó la instalación en la cara principal del volumen oeste del edificio de Renzo Piano, junto a la pantalla, y progresivamente en ... las próximas semanas las mallas irán cubriendo la superficie sobre las piezas de cerámica, uno de los elementos singulares y diferenciadores de la infraestructura cultural. Ayer tarde varios operarios desplegaban varios metros de malla sobre las siete áreas en las que se ha dividido la superficie de la fachada. Según fuentes de la Fundación santanderina, la medida ha sido adoptada por decisión de los arquitectos.
Como avanzó este periódico, la Fundación trabaja desde hace meses en la búsqueda de una solución a los problemas detectados en algunas de las piezas que componen parte de la piel del Centro Botín. En determinadas piezas -que superan en total las 280.000- se venían registrando defectos en su dibujo y se revelaba la aparición de estrías y fisuras de diferente dimensión, lo que provocó desde las primeras semanas de funcionamiento del edificio la retirada y reposición de un elevado número de ellas. Tras los diversos estudios los técnicos comprobaron que esas reacciones defectuosas, que podría llegar a derivar en el desprendimiento de alguna pieza (lo que nunca se ha producido), se debía a la falta de adaptación a los cambios de temperatura.
La colocación de la malla, según las mismas fuentes, responde a un criterio de prudencia y seguridad pero, sobre todo, es una actuación provisional. La Fundación gana tiempo, sin alterar la estética del edificio, mientras prosiguen las labores de observación, estudio y análisis que permitan fijar cómo responden y evolucionan las piezas a los cambios del clima y medioambientales.
Tras el primer trimestre de vida del Centro de arte, en octubre del pasado año, ya se detectaron varias decenas de piezas que presentaban de manera gradual, con desigual incidencia, los problemas que han continuado hasta el presente. Las áreas más curvadas o menos expuestas de la superficie del edificio (su panza) no presentan ninguna modificación por lo que no necesitan de la cubierta especial. Son aquellas zonas a la intemperie (las fachadas verticales de ambos volúmenes) sobre las que se aplicará la red.
Como ya se adelantó, el problema que se ha venido arrastrando es que las 'perlas' que integran la piel del edificio de Piano, concebidas con «la misión de aprovechar la luz del sol por arriba y reflejar la luz del agua por abajo», no se adaptan a los cambios de temperatura y los agentes naturales y medioambientales. Ello provoca defectos en la superficie o en la estructura de algunas piezas, lo que obliga a quitarlas de la fachada correspondiente y a ser repuestas más tarde.
El pasado mes de marzo las fachadas del edificio volvieron a someterse a nuevos trabajos de mantenimiento. La envolvente, integrada por piezas cerámicas circulares y curvas de 156 milímetros de diámetro y acabado reflectante, ha presentado durante determinados periodos numerosas zonas de calva con huecos visibles, exentos de las piezas correspondientes.
Fuentes de la Fundación Botín confirmaron entonces los inconvenientes técnicos que han obligado a una labor constante de seguimiento, lo que ha supuesto un trabajo extra, un coste añadido y un problema de imagen para la infraestructura. La Fundación, en colaboración con los equipos de arquitectos y de mantenimiento de la UTE, han venido trabajando en la búsqueda de una solución a un desajuste técnico delicado que supone unos protocolos de atención a las piezas, actuación sobre la superficie del Centro y el estudio constante de su evolución.
Esa deficiente adaptación a los cambios de temperatura supone una permanente labor de seguimiento, que se considera esencial para hallar la solución que evite lo que hasta ahora ha sido una actividad regular de retirada y eliminación de determinadas piezas para luego ser restituidas. En este sentido, la instalación de la malla, tras la última restitución de piezas del pasado lunes, permitirá a la Fundación un tiempo de observación para calibrar con detalle el comportamiento de las piezas y analizar los factores exactos que provocan los defectos y desajustes.
Ya en otoño de 2017 la delicada 'piel', el mayor reto en la construcción del arquitecto genovés, obligó a abordar el cambio periódico de las piezas mal ajustadas o defectuosas. A finales del pasado año este periódico tuvo acceso a un informe que revelaba «el avance del deterioro de la cerámica» y advertía de que se podían producir «desprendimientos de forma impredecible». La Fundación Botín desmintió que existiera riesgo alguno y negó que se hubieran producido desprendimientos. Desde la Fundación se subraya que nunca se han desprendido piezas ni existe riesgo de ello.
Las labores de instalación de esta fina malla -desde la distancia es prácticamente perceptible- se fundamentan no solo en la seguridad, sino en que no se produzca ninguna alteración estética de lo que representa el conjunto de piezas en su privilegiada ubicación sobre el muelle de Albareda.
La estética y diseño del doble volumen de arte, cultura y educación de la institución santanderina, concebido por Renzo Piano, ha sido objeto de elogios por publicaciones especializadas, e incluida ya en estudios y monografías sobre el arquitecto genovés. Unas semanas antes de la inauguración de la que es la primera obra en España del premio Pritzker, Piano declaraba a este periódico en su estudio de Génova que la envolvente es el eje de la singularidad de su proyecto. El equipamiento cultural construido frente a la bahía cumplirá un año de vida el día 23 de junio. Las dos exposiciones (una de ellas permanente) que serán inauguradas la víspera de esa fecha conmemorativa centrarán las actividades del aniversario. La exitosa respuesta de visitantes ha sido una constante durante este primer año de funcionamiento, pero la Fundación santanderina no ha hecho públicos datos oficiales al respecto en este primer semestre de 2018.
Las cerámicas constituyen la cobertura exclusiva ideada por el arquitecto genovés que, inspirándose en las texturas del mundo natural, quiso que la fachada del Centro de arte pudiese «aprovechar estéticamente el reflejo de la luz, captando las diferentes tonalidades según los cambios meteorológicos». Se concibió una amplia gama de esmaltes, «del brillante al mate, hasta llegar al actual color blanco, un poco satinado que lucen las piezas». Toni Cumella, cuya firma posee una amplia experiencia internacional, es el artífice de esta piel que se fabrica en moldes metálicos circulares en los que se pone la cantidad precisa de gres. Su proceso comienza con el moldeado de cada pieza, que es extraída después por un robot mediante una ventosa con vacío.
Las cerámicas son en realidad la 'quinta capa' de la piel del edificio. La primera es una chapa metálica y la segunda un cerramiento.
Después se aplicó una subestructura metálica de ajuste y encima unas bandejas de aluminio lacado sobre las que se colocaron las 280.000 piezas cerámicas, que se proyectaron «una a una sobre un plano respetando la doble curvatura de la fachada y la distancia mínima y máxima entre ellas que fijó el arquitecto», quien llegó a modificar su curvatura para tratar de minimizar las sombras sobre el edificio. Para el desarrollo del revestimiento completo del Centro se proyectaron una por una sobre un plano las 280.000 piezas con criterios estéticos.
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